Vaya locura woke iluminati más espantosa. Todo oscuro, feo, malrollero, siniestro, grotesco, vi un París tétrico, no la ciudad de la luz, salvo el final con el juego de luces, Celine Dion y poco más.
Lo de María Antonieta horroroso lanzando esas serpentinas enormes como chorros de sangre, homenaje encubierto a ciertos rituales.
La mamarrachada de los drags ahí metidos con calzador, niña por medio (flatulencia filia

me entendéis) sin tener nada que ver con el deporte y de paso blasfemamos. En vez de haber colado a la who dj María Santísima del Cachalote Divino ahí tendrían que haberle dado su momento a David Guetta, Dj Snake, Justice o Martin Solveig que son djs y productores franceses importántisimos en la actualidad mientras desfilaban modelos, -no esperpentos- luciendo diseños icónicos de Chanel, Dior, YSL...
El fantasma en el caballo daba miedo.
El toro de fondo descarado.
Esperando ver el cierre donde ya veo a gente de blanco manchada de rojo, seres indefinidos con barbas largas vestidos de cabaretera, triángulos por doquier y oscuridad.