¡Ay, recuerdo esta foto! Con ella me quedé preñada de las trillizas: Obi, Yenisei y Lena. Veréis, yo siendo apenas una cría que nada sabía del mundo, me quede embarazada de Mijaíl Barishinkov viendo "Noches de sol". Tuve un nene precioso, Nikolai, que es el niño de mis ojos. Tiene ya 20 años y es primer bailarín y coreógrafo del Bolshói. En fin, que con un hijo ilegítimo y de un traidor, caí rendida y preñé triple de Vladimir. Cuando le dije que estaba en estado, temí que me enviará al gulag, pero Volodya tiene un corazón de oro y me adora, así que aceptó y crió a Nikolai como a su propio hijo. Cuando nacieron las trillizas, albergábamos grandes esperanzas, pero por desgracia salieron a mí y se dedican a recorrer los pasillos del Kremlin detrás los oficiales más alfotas más suculentos y nos traen por la calle de la amargura. Son adolescentes hiperhormonadas y hacen sufrir a su padre.
Pero el ojito derecho de Volodya es la pequeña, Ninotchka, que cumplió cinco años en noviembre. Ese aciago día su padre le regaló el Quimicefa y un pangolín, y la nena, que es un cerebrito clavadita a su padre, se pasó días trajinando con no sé qué historias víricas. El caso es que el pangolín se escapó de la dacha y por eso ahora medio mundo está confinado. Bueno, menudo cabreo que pilló su padre. A Ninotchka le cayó una bronca apoteósica y fue castigada sin submarino atómico ni central nuclear, aunque durante la reprimenda en los ojos de su padre brillaba el orgullo. Es misma noche Volodya me dejó en estado de nuevo ( ya sabéis cómo es). Ahora estoy de dulce espera en la dacha de Krimea. En fin, os dejo ya, que tengo que limpiar los huevos de Fabergé y meter los blinis al horno. Besis, mis putinas.