Creo que este post se va a alargar un poco. Pero me gustaría haceros partícipes de la admiración que siempre he sentido por Iker. Desde sus programas de radio en la Ser, Milenio 3, luego llegó Milenio Live, los cuales y por desgracia dejaron de emitirse, supongo que porque acabaría su contrato y no volvieron a renovarlo. Confieso que soy una radio adicta. La querencia por la radio, me viene dada por la afición de mis padres por la misma. En casa siempre se escuchaba la radio, desde por la mañana bien temprano. Era el despertador mío y de mis hermanos, prácticamente. Todas las mañanas, lo mismo; mi padre en la ducha, mamá haciendo el desayuno y el sonido de la radio de fondo. Pero a ver, que no quiero dispersarme.
Decía que tengo tal cariño a Iker, que lo siento como a un hermano. Además, que compartir gustos musicales, une mucho
Me apetecía acompañar el vídeo que comparto, con unas palabras de reconocimiento al gran Iker. Es de una rigurosidad en su trabajo encomiable. Para mí, de los pocos periodistas libres que desgraciadamente van quedando. No sé cómo agradecerle, su compañía durante toda la pandemia...ahí estuvo con muchos otros más, informando desde su canal de youtube, cuando andábamos encerrados sin lógica alguna. Debajo del vídeo, pondré uno de los comentarios que le han hecho. Lo hago, porque me siento totalmente identificada con el autor del mismo.
Iker hermano, que te quiero
hace 7 horas (editado)
Estimado Iker y compañeros:He tenido la oportunidad de ver el video que habéis compartido, y no he podido evitar escribiros movido por una necesidad personal que, intuyo, es compartida por muchos. En respuesta a un sentimiento generalizado, deseo expresar lo que llevo tiempo sintiendo.¿Qué está ocurriendo? La realidad es que me encuentro profundamente harto. Harto de aquellos que creen tener el derecho de encerrarme en casa o de imponerme lo que debo llevar en el rostro. Harto de que se me trate como a un conejillo de indias en experimentos sociales o sanitarios bajo el pretexto de que es “por mi bien”.Estoy cansado de que, cada vez que consumo, una parte de mi dinero termine alimentando guerras que no apoyo. De que se me utilice como pieza desechable en un sistema de deuda soberana que amenaza con llevar a nuestro país a la ruina. De ver cómo mi barrio ya no se parece a lo que fue, de tener que acompañar a mis hijas incluso a la vuelta de la esquina por simple precaución.Me duele la propaganda constante, la imposibilidad de elegir directamente a quienes ocupan cargos clave en instituciones como el Parlamento Europeo, y la creciente cultura del miedo que afecta a nuestros mayores. Me alarma la falta de democracia real, la censura cada vez más evidente, la imposición de ciertos dogmas como el del cambio climático sin posibilidad de cuestionamiento ni debate. Hasta las gónadas de la falta de respeto al sector primario y de ver España llena de molinos de viento y placas solares.Siento una profunda incomodidad ante determinadas realidades sociales impuestas, como la presencia de hombres en espacios y competiciones reservados a mujeres, y la progresiva pérdida de respeto hacia nuestras tradiciones. Me duele ver cómo incluso se desentierran muertos como gesto político, y me inquieta el nivel de irracionalidad e imbecilidad que parece estar normalizándose en el discurso público. No escribo esto con ánimo de ofender, sino con el deseo de compartir una inquietud genuina. Sé que no estoy solo, y espero que estas palabras sirvan para abrir caminos al diálogo y a la reflexión.Con respeto y ánimo constructivo.
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