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Anunciamos nueva tribu urbana cumbres del postureo más cutre, familias de catetos quieroserinfluencerynopuedo cumpliendo los siguientes rasgos:
Matrimonio o pareja muy joven, no mayores de 35 años. Se han casado o han ido a vivir juntos sobre los 25.
No tienen un duro, viven hasta el cuello. Trabajos no reconocidos, pero tienen mucho tiempo libre.
Canis o catetos cerrados de pueblo disfrazados de influencer medio. Ella: ropa del Shein pseudopija pero de vez en cuando saca el punto choni, se corta el pelo tipo bob cuando se casa o se preña, labios pinchados en peluquería Manoli a 50€ el vial, a veces manicura hortera y pestañones de abanico porque el chonismo no se puede disimular tanto. Él: Corte de pelo con tupé, barbita con bigotito y ropa discreta o de gym, pero suele creerse que está buenísimo y le encanta andar sin camiseta luciendo su musculatura de anabolizantes. Todos lucen exactamente iguales. Ambos llevan tatuadas idioteces pequeñas o él acaba hecho un mapa con más idioteces. Ambos sueñan con ponerse botox cuando no tienen ni 30 años pero no se fían de como lo pincha Manoli y no tienen dinero para un sitio de fiar, así que van racaneando por mensajes privados de clínicas a ver quién se los haría gratis porque lo valen.
Historias con canciones de Manuel Carrasco, Camilo, Pablo Alborán y similares. No puede faltar algún bailecito con la bachatita de Chayanne y la de "Si no te hubiera conocido" de Karol G.
Tienen un caniche color marrón claro, el tipo de perro de moda de instagram, se han perdido misteriosamente el chiguagua, pomerania y el bulldog que han tenido antes que parece que ya no se llevan tanto. Ya se les perderá el caniche que sustituirán por un San Bernardo si IG lo dice.
Los hijos que tienen sólo se llaman Martín, Martina, Mateo, Luca/s, Hugo, Enzo, Valeria y Noa. Si una influencer que idolatran llama a su hijo Robustiano y a su niña Canberra porque la concibieron allí, se lo pondrían a sus hijos que esas son las únicas excepciones del pequeño listado obligatorio.
Dieta keto, obsesión por comer sano. Ya rompen la dieta todos los findes poniéndose hasta las cejas de alcohol, tartas, pizza y comida gratinada con cientos de gramos de nata y queso. Eligen los bares en función a lo bonitos que sirven los platos para poner fotos en la red.
Obsesión con el gym, masa muscular, proteína. Ser fit o parecerlo. Sólo entrenan fuerza, no les da por nadar, jugar al tenis, fútbol, no, sólo pesas. Les encanta poner fotos fingiendo que están levantando un montón de peso o enredados en las cintas esas de TRX en una postura rara sólo por la foto.
Casa toda blanca y beige con los mismos muebles blancos baratos de Ikea, papeles pintados y linóleo de parqué más baratos de todos del Leroy, adornos del Primark y Shein. Todas sus casas son clónicas e impersonales. Lo barato deluxe que se ve todo delata que no tienen donde caerse muertos. Suele ser el piso heredado de la abuela o una casa que tenían en alquiler los padres o los suegros porque por sí mismos no pueden comprarse una casa.
Y lo que los asfixia económicamente y supone su razón de vivir, así como endeudarse es viajar. Si se pone de moda Tailandia ellos van y si se pusiera de moda irse a Palestina también, cuanto más lejos mejor. Parecen no disfrutar de esos viajes, ni de desconectar, ni aprender sobre ese lugar, sólo postear y tomar fotos. Que no falte nunca un culo en tanga, caretos con sonrisa fingida y la frase filosófica. Lo gracioso es que los influencers top van gratis o casi gratis, ellos son los plebeyos que van pagando con dinero de Cofidis.
Que no falte fiestas mier da como el gender reveal, baby shower, su mezcla cateta choni con la tontería cuqui yanky.
Y seguiré con más. Este grupo de intentos de influencer siempre llegan tarde por lo que no influencian, son los influenciados.
Matrimonio o pareja muy joven, no mayores de 35 años. Se han casado o han ido a vivir juntos sobre los 25.
No tienen un duro, viven hasta el cuello. Trabajos no reconocidos, pero tienen mucho tiempo libre.
Canis o catetos cerrados de pueblo disfrazados de influencer medio. Ella: ropa del Shein pseudopija pero de vez en cuando saca el punto choni, se corta el pelo tipo bob cuando se casa o se preña, labios pinchados en peluquería Manoli a 50€ el vial, a veces manicura hortera y pestañones de abanico porque el chonismo no se puede disimular tanto. Él: Corte de pelo con tupé, barbita con bigotito y ropa discreta o de gym, pero suele creerse que está buenísimo y le encanta andar sin camiseta luciendo su musculatura de anabolizantes. Todos lucen exactamente iguales. Ambos llevan tatuadas idioteces pequeñas o él acaba hecho un mapa con más idioteces. Ambos sueñan con ponerse botox cuando no tienen ni 30 años pero no se fían de como lo pincha Manoli y no tienen dinero para un sitio de fiar, así que van racaneando por mensajes privados de clínicas a ver quién se los haría gratis porque lo valen.
Historias con canciones de Manuel Carrasco, Camilo, Pablo Alborán y similares. No puede faltar algún bailecito con la bachatita de Chayanne y la de "Si no te hubiera conocido" de Karol G.
Tienen un caniche color marrón claro, el tipo de perro de moda de instagram, se han perdido misteriosamente el chiguagua, pomerania y el bulldog que han tenido antes que parece que ya no se llevan tanto. Ya se les perderá el caniche que sustituirán por un San Bernardo si IG lo dice.
Los hijos que tienen sólo se llaman Martín, Martina, Mateo, Luca/s, Hugo, Enzo, Valeria y Noa. Si una influencer que idolatran llama a su hijo Robustiano y a su niña Canberra porque la concibieron allí, se lo pondrían a sus hijos que esas son las únicas excepciones del pequeño listado obligatorio.
Dieta keto, obsesión por comer sano. Ya rompen la dieta todos los findes poniéndose hasta las cejas de alcohol, tartas, pizza y comida gratinada con cientos de gramos de nata y queso. Eligen los bares en función a lo bonitos que sirven los platos para poner fotos en la red.
Obsesión con el gym, masa muscular, proteína. Ser fit o parecerlo. Sólo entrenan fuerza, no les da por nadar, jugar al tenis, fútbol, no, sólo pesas. Les encanta poner fotos fingiendo que están levantando un montón de peso o enredados en las cintas esas de TRX en una postura rara sólo por la foto.
Casa toda blanca y beige con los mismos muebles blancos baratos de Ikea, papeles pintados y linóleo de parqué más baratos de todos del Leroy, adornos del Primark y Shein. Todas sus casas son clónicas e impersonales. Lo barato deluxe que se ve todo delata que no tienen donde caerse muertos. Suele ser el piso heredado de la abuela o una casa que tenían en alquiler los padres o los suegros porque por sí mismos no pueden comprarse una casa.
Y lo que los asfixia económicamente y supone su razón de vivir, así como endeudarse es viajar. Si se pone de moda Tailandia ellos van y si se pusiera de moda irse a Palestina también, cuanto más lejos mejor. Parecen no disfrutar de esos viajes, ni de desconectar, ni aprender sobre ese lugar, sólo postear y tomar fotos. Que no falte nunca un culo en tanga, caretos con sonrisa fingida y la frase filosófica. Lo gracioso es que los influencers top van gratis o casi gratis, ellos son los plebeyos que van pagando con dinero de Cofidis.
Que no falte fiestas mier da como el gender reveal, baby shower, su mezcla cateta choni con la tontería cuqui yanky.
Y seguiré con más. Este grupo de intentos de influencer siempre llegan tarde por lo que no influencian, son los influenciados.
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