CAPÍTULO 8
La prueba del Predictor
Recuerdo perfectamente cuándo me quedé embarazada. Fue en la época en la que estaba trabajando en la tienda de bolsos que el Humberto, el padre, me había puesto en Madrid para quitarme de en medio y tenerme entretenida como a la típica mujer que el marido le pone un comercio.
Los bolsos y todo lo que se vendía en la tienda era de piel de Ubrique. Yo allí me sentía atrapada. Era el plan que Humberto tenía para mí y yo me daba cuenta de que así ponían tierra de por medio.
Lo que nadie se imaginaba, ni siquiera yo, es que me iba a quedar embarazada.
Jesús se había ido a cazar a África, que le gustaba mucho y le costaba una pasta, y cuando volvió nos fuimos directamente a La Bravura, la famosa finca de fresas que se compraron en Arcos de la Frontera (Cádiz), y que, según dicen, les costó unos ochocientos millones de pesetas. Era un proyecto que llamaron «Fresh Bravura» y que luego casi les arruinó, porque no supieron llevarla bien. Consiguieron venderla, ¡menos mal!
Pues fue allí donde me quedé embarazada. En broma le decía luego a
Jesús, señalándome la tripa:
—Vaya cacería que has traído este año, cariño. Esta sí que es una buena pieza.
Ya estando en Madrid, me fui a la farmacia a comprarme el Predictor, me hice la prueba y dio positivo.
Me metí en el baño de la casa de mis padres. No quería que nadie lo supiera antes que Jesús, así que le llamé por teléfono, y cuando se lo conté, se puso loco con la noticia.
Enseguida, Jesús solo pensaba en cómo se lo íbamos a decir a la gente,porque sabíamos que se iba a montar un buen follón.
Una vez que lo supo Jesulín, se lo comenté a mis padres y a mis hermanos,
por supuesto, y se alegraron muchísimo.
Pero a nadie más. Seguro que no dijeron nada a nadie, porque, además, se lo
advertí.
Pero a los pocos días lo comentaron en Tómbola, el programa de
la tele. No sé quién hablaría con los periodistas, porque de mí y de los míos
no salió. ¡Como no fuera la farmacéutica a la que le compré el Predictor!
El caso es que Humberto Janeiro y Carmen Bazán también se enteraron
viendo Tómbola.
En mi vida se me olvidará cuando saltó la noticia, porque
yo estaba viendo la película de Titanic en mi habitación. Mi madre me llamó a voces para que pusiera el programa, y cuando lo hice, allí estaba Lydia Lozano diciendo que Belén Esteban estaba embarazada.
Al día siguiente me encontré a toda la prensa metida en mi tienda: cámaras,
fotógrafos, la leche. Y se formó tal revuelo que la tuve que cerrar. Y ya nunca más se volvió a abrir.
Lo siguiente que recuerdo es a Jesús y a mí con toda su gente en el campo.
Nos llamaron y nos metieron en un salón pequeño, sin saber muy bien para qué.
Hubo un largo rato de silencio muy tenso. Carmen, la madre, me miraba con
muy mala cara, sin decir nada. Por fin habló Humberto y dijo que Jesulín debía hacerse unas pruebas de paternidad. Él se negó rotundamente, pero entonces su padre nos dijo que si no yo tendría que abortar. Y como Jesús se negó una vez más, todo cambió aún a peor.
Yo estoy totalmente en contra del aborto. Hombre, en algún caso, tal vez.
Pero habiendo medios, desde luego que no soy partidaria. Si te vas a la cama
con alguien en un acto de amor, tienes que asumir todas las consecuencias. Si
te vas con cualquiera, no, pero ese nunca ha sido mi caso. Porque yo iba a tener un hijo de la persona a la que quería y que me quería.
Si me preguntaran ahora mismo si deseo tener otro hijo, diría que para qué.
Porque a mí la experiencia de la maternidad me gustó, pero es para vivirla en pareja.
Ser madre sola, sin padre, no lo entiendo. Pienso que a un hijo lo tiene que educar una pareja, me da igual que sean del mismo o de diferente s*x*, pero
tiene que ser una familia. Yo no lo pude conseguir, porque no me dejaron. Por
eso para mí lo más importante ha sido siempre que mi hija tuviera un equilibrio
afectivo.
Y he tratado de aportárselo siempre, todos los días, cualquiera que fuera el lugar, el momento o el estado emocional en el que me encontraba.
A mí me habría gustado que Jesús hubiese estado más tiempo con Andrea, sobre todo en los momentos duros y en los importantes de su niñez, como
cuando ha estado malita o cuando daba sus primeros pasos…
Ser madre es algo maravilloso. No le puedo pedir más a la vida después de
haber tenido a Andrea. Pienso que es lo más de lo más, y daría mi vida por ella.
Y lo que más satisfacción me puede dar es que el día de mañana me diga que
está orgullosa de mí por la vida que le he dado.
Porque la he criado sola, como sola estuve también durante el embarazo,porque Jesús no dejó de torear. Yo me iba muchos días con mi madre, pero
también pasaba temporadas en Ambiciones, donde seguía sin sentirme querida.
Es verdad que no tuvieron más coj*nes que aceptar el embarazo, porque Jesulín se negó a todo lo que le plantearon sus padres, que no querían que la niña naciera.
Y esto es verdad: ¡no querían que la niña naciera!
Puede que en la finca tuvieran de todo, pero a mí me faltaba Jesús, que siempre estaba fuera. Por eso yo prefería quedarme en Madrid, al calor
de mi madre.
A pesar de todo, recuerdo con mucho cariño mi embarazo. Engordé muchísimo, hasta veintiocho kilos, pero a mí me hacía mucha ilusión y estaba guapísima.
Jesulín me decía que así de gorda me parecía a la plaza de toros de Sevilla.
Pero me daba igual, porque yo estaba encantada y comía de todo.
Tuve un buen embarazo,sinceramente, pero hubo un momento muy malo, que fue cuando me dijeron al principio que lo que yo estaba gestando,aunque aún no se veía bien en la prueba,tenía pinta de ser un niño.
Me puse a llorar como una loca, porque lo que yo quería de verdad era una niña. Al contrario que Jesús, que estaba entusiasmado con la idea de tener un
varón.
Así que, antes de que me hicieran la siguiente ecografía, me fui a ver al Niño
del Remedio, que le tengo mucha fe, y le rogué que fuera niña. Y me lo concedió.
Jesús se enfadó mucho cuando en esa prueba ya se vio claro que no había
colita. Le sentó fatal. Así que durante todo el embarazo me acompañó solo una o dos veces al ginecólogo. Era mi madre la que venía siempre conmigo. Por eso,
sabiendo esto, estoy segura de que si Jesulín no se separa de María José
Campanario, su mujer actual, es porque tiene un niño con ella, no por la niña que tuvieron antes.
Y esto lo he dicho muchas veces, sobre todo en mi última entrevista de televisión, y se formó una gorda. Pero ¡si lo que yo quiero decir es que Jesús no puede evitar su machismo!
En el parto sí que lo pasé mal,porque me tuvieron que hacer cesárea.Andrea nació con ocho meses, pues los médicos estaban preocupados por lo de mi diabetes, pero al final, por suerte, no hubo problemas. La verdad es que no
pasé miedo con eso, nunca me asusté.
Estaba convencida de que tendría a mi hija y que superaría lo del azúcar.
Di a luz en la clínica Belén, en Madrid, aunque Jesús se empeñó luego en empadronar a la niña en Ubrique.
El día que nació, Jesulín llegó a verme a las siete de la tarde, y la cesárea me la hicieron a las siete y media. Para entonces ya me estaba engañando con la
cajera de Ubrique, y sus padres lo sabían.
Aunque en este tipo de intervenciones no está permitido, él se empeñó en entrar en el quirófano, y lo consiguió. Recuerdo que allí dentro me dio la subida de leche y me puse malísima.
A pesar de esto, Jesús se fue con uno de mis hermanos a cenar y a dormir, y conmigo se quedaron mi madre y la Mari, la vecina de Córdoba que me crió.
Al día siguiente, Jesulín me dijo que mi familia se tenía que ir del hospital
para que pudiera venir la suya a ver a la niña. Le dije que no, que de ninguna
manera iba a consentir ese desprecio.
Mi familia era la que había estado conmigo desde el primer momento, sin
separarse nunca de mi lado, y ahora quehabía nacido la niña no tenían por qué
marcharse a ningún sitio.
Eso no era negociable.
Y mis padres, tan maravillosos como siempre, en cuanto los de Jesulín
entraron a la habitación les trataron con tal educación que los dejaron
alucinados. Les dieron una verdadera lección.
Al terminar la visita, Jesús se fue con los suyos a la finca. Estaba claro
que el final estaba cerca.