CAPÍTULO 10
Sin mirar atrás
Aunque lo he repetido mil veces, el día en que terminó todo, sabiendo que si
salía por aquella puerta no volvería a atravesarla nunca más, me fui con una
sola maleta, solo con mis cosas.
Nunca me llevé nada de allí. Si hubiera querido tener una vida fácil y haber sido la mujer de un torero machista, podría haber aprendido a hacerlo, pero no
quise seguir tragando con todo aquello.
No me vi nunca en ese papel, cocinando y arreglando la casa, todo el tiempo allí
metida y convertida en lo mismo que había visto en otras señoras.
Ya no había marcha atrás.
Desde el día en que salí de Ambiciones, he coincidido con Jesulín
en siete u ocho ocasiones. Y solos,completamente solos, sin nadie delante,
solo una vez.
Quizá si las cosas hubieran sido de otra manera, si yo pudierahaberle dicho con tranquilidad lo que sentía por él, todo se habría resuelto de otra forma, pero la verdad es que nunca tuve la oportunidad de hacerlo, no me la dieron.
Cuando ocurrió eso, sobre todo tras el accidente, él y su gente pusieron una
barrera para que yo no la pasara.
Aunque hubiéramos roto, después de tanto tiempo juntos, pensaba que, por lo
menos, él mantendría una relación normal con su hija, pero no fue así. Jesús se ha perdido todo de la vida y del crecimiento de Andrea. Nunca ha ido al colegio a verla a una representación, ni a recogerla, ni a nada.
Ahora dice que cuando la niña cumpla los dieciocho años, él le explicará. Pero ¿qué le va a decir?, ¿qué explicación le puede dar de su comportamiento?
Porque lo que está clarísimo es que quien va a estar con ella de noche y de día hasta que cumpla esa edad voy a ser yo, su madre.
Si hay cosas que yo no puedo perdonar ni perdonaré nunca son las que le hacen mal a mi Andrea. Aunque,bueno, a Jesús sí que he acabado perdonándole. Porque pienso que bastante castigo tiene ya con perderse a
una hija tan maravillosa.
Sin embargo, cuando veo que lleva a sus otros hijos a la parada del autobús del colegio me pongo enferma, porque con la nuestra solo lo hizo en una ocasión y siendo apenas un bebé.
Volví a encontrarme con él el día de la comunión de Andrea, pero apenas
durante diez minutos. Vino con su madre,con Matías, el chófer, con el vecino
traidor —del que luego me ocuparé—,con su hermana Carmen, con su hermano
Víctor y con la Trapote, la novia de este.
Y, lo que son las cosas, aunque tuvimos una relación muy mala, ahora me llevo
muy bien con Carmen Janeiro, la famosa hermana de Jesús. Y si todo ha cambiado es principalmente porque ella siempre ha dado la cara por mi hija.
En un momento determinado hubo una pelea muy grande con mi Andrea en aquella casa, y ella cogió a su sobrina y se la trajo en coche para Madrid. Y eso es algo que le tengo que agradecer la vida entera.
Y con todo lo que ha pasado,después de que se separara del Cojo,también tengo ahora una gran complicidad con su madre. El día que coincidí con ella en Sálvame, en Telecinco, la mujer me comía a besos.
¡Qué pena!, con lo que me hubiera gustado que las cosas hubieran sido así
desde el primero momento.
¿Qué les habría costado comportarse como personas normales desde un principio?
Es verdad que el tiempo pone a cada persona en su sitio, pero ¿cómo puede
cambiar tanto la vida?
Cuando me fui de Ambiciones lo primero que pensé es que no tenía que
mirar atrás. Aquello era un punto y final y ahora debía salir adelante por mí
misma.
Había regresado a Madrid y durante unos meses no pude hablar con Jesulín. Y no porque no quisiera, sino porque no me dejaron. La familia le puso un cerco que no podía saltarme.
Uno de aquellos días en que intentaba entrar otra vez en contacto con él,
cuando ya estaba fuera del hospital,marqué su número y cogió el teléfono su
padre. No me dejó ni hablar.
—Mira, bonita. No vuelvas a llamarle —me dijo secamente—. Y búscate un abogado, porque Jesús ya tiene uno.
Lo único que quería era hablar con el padre de mi hija, para contarle sus
cosas, y no con ningún abogado. La verdad es que no sabía qué estaba
pasando, ni Jesulín me dio jamás ninguna explicación.
Así que tuve que asumir que empezaba una nueva vida para mí, sola con mi hija. Porque es innegable que he sido yo quien la ha sacado adelante.
Andrea fue una niña muy querida y deseada en su momento, pero ahora tiene
muy claro cómo fue y cómo es la relación con su padre y con la familia paterna.
Sabe perfectamente todo lo que yo tuve que hacer y cómo dejé esa casa.
Lo que más me duele es que el único de los míos que no acabó de entender
todo aquello fue mi padre.
Cuando me separé, él estaba siempre muy preocupado por la niña y por mí. Y
nunca aceptó que no estuviera ya con Jesús, porque le adoraba. Ya he dicho
que siempre le quiso mucho.
Pero pasaron los meses y Jesulín se recuperó totalmente del accidente. Hasta
volvió a torear, que nadie se lo podía imaginar. Y entonces me llamó para
pedirme que llevara a Andrea a Ambiciones para que conociera a María
José Campanario, la de Castellón, su nueva pareja.
Fue solo mi hija, porque, al fin y al cabo, se lo pedía su padre y no se lo podía negar, pero yo no me presté al juego. Si no le vi cuando estaba en la UVI, tampoco iba a hacerlo ahora.
Por aquel tiempo fue cuando conocí a Cristina Blanco, una vidente de la tele
de la que me hice muy amiga.
Ella fue quien me recomendó que hiciera una entrevista para el Hola para contar mi caso… y luego se acabó llevando todo el dinero de la exclusiva. Me acuerdo de que esa entrevista me la hizo Nati Abascal, y yo lo flipé, me decía todo el tiempo:
—No, niña, no te sientes así.
Luego pasó por allí también su hijo Rafael, que es monísimo. Así que de
repente me vi metida en un mundo totalmente distinto al de Ambiciones. Y
también me dejé llevar.
Después de la entrevista, me volví alucinada al piso de mis padres. Y cuando les conté todo aquello, mi madre me dijo que tuviera mucho cuidadito.
No le hice mucho caso porque ya me había dado cuenta de que, aunque
pudiera ser muy breve, aquello de las revistas podía ser una buena salida para
mí y que tenía que aprovecharlo hasta que se pasara «la fiesta».
Entonces fue cuando arrancó todo este jaleo. Empecé a hablar de mi vida,
de lo que me había pasado y, a veces, de Andrea. Porque nunca pensé que mi vida pudiera estar separada de la de mi hija.
Y si decidí contarlo fue porque mi vida era mía y porque no la iba a ocultar
nunca. Todo lo que me ha pasado es verdad y siempre será verdad.
La Cristina Blanco estaba como loca con toda esta historia. Quería que yo
saliera diariamente en la televisión y ganar mucha pasta. Iba todo el tiempo
vendiendo exclusivas mías y no paraba de repetirme:
—Belén, eres una máquina de hacer dinero.
Pero ella se debió de creer que la máquina era solo suya, porque me estafó mucha pasta.
Primero me hizo comprarme vestidos y meterme en rollos de estilistas y esas cosas, porque decía que me tenían que crear un estilo propio… Y luego vinieron más cosas.
Ese verano decidió alquilar un chalé en Marbella para estar cerca de aquel
mundillo, pero no lo pagó ella. Qué va.
Lo hice yo. Así que, como era yo la que ponía la pasta, se me puso en las narices llevarme también a mi amiga Mariví y a su hermano Josete.
Por el día estábamos en la playa, tan a gusto, con pareos y biquinis, y por la
noche íbamos de fiesta a casa de Olivia Valere. Y había que verme por allí, con
el carricoche de Andreita, en medio de todas esas camareras vestidas de
blanco, con las cofias…
Y es que esta tía, la Blanco, hacía cosas enloquecidas, como alquilar un Mercedes para ir a una cena muy importante que había en Marbella para
la lucha contra el cáncer.
Y aún tuvo el cuajo de pedirme todas mis joyas para ponérselas ella.
Pero, ya digo, yo me dejaba llevar sin hacer mucho caso a todas esas
historias. Como cuando me llevó a su casa, tiró un huevo en un vaso y me dijo
que tenía en lo alto un mal de ojo de coj*nes que me habían puesto los de
Ubrique.
Mi amiga Mariví fue quien me previno contra ella. La vio funcionar en
Marbella y me dijo enseguida que tuviera cuidado porque se había fijado
que la vidente se estaba aprovechando de mí.
Mariví es importantísima en mi vida.
Hemos crecido juntas y nos conocemos las dos perfectamente. Es la amiga que
todo el mundo querría tener. Siempre ha sabido estar, y con un simple gesto me doy cuenta de lo que quiere para mí.
Cuando voy a una entrevista, viene conmigo, y yo estoy muy pendiente de
cómo me está mirando, de cada gesto que hace, porque, de alguna manera, es
la que me va indicando el camino.
Además de ser como una segunda madre para Andrea, Mariví me ha dado
buenos consejos. Sabe todo lo que me ha pasado y sabe quién soy, cómo soy y de dónde vengo, porque ella también pertenece al mismo sitio que yo.
En realidad, aunque no sea famosa, su vida ha sido parecida a la mía: también salió de la nada, se casó con un hombre, tuvo un hijo, se tuvo que separar y ahora está en el paro. Es otra madre coraje que tiene que salir adelante con mucha dignidad. Al principio de quedarse en el paro le decía que se tomara un año de descanso:
—Ya me gustaría, pero no puedo,Belén —me contestaba.
Tiene que dar de comer a su hijo y ha echado el currículum hasta en el
Mercadona. Yo veo en ella mi reflejo y ella también se ve reflejada en mí,
aunque nuestras vidas sean tan dispares.
Me parece muy importante hablar así de la amistad, porque es algo fundamental que hay que tener en esta vida.
Mis amigos siguen siendo los de siempre, pero Mariví es, además, como
la hermana que nunca tuve, y jamás me ha traicionado. Ha podido cobrar mucho dinero por hablar de mí, igual que su madre y sus hermanos, y no lo ha hecho ni pasando por malos momentos.
Yo he estado varias Navidades con ellos, en el barrio, siendo la Belén Esteban famosa, y hemos sido la mar de felices. Y es que para mí es primordial mantener todos esos lazos, el arraigo con mi gente de siempre.
El caso es que, como decía, ella fue la que me previno contra Cristina Blanco, y, yo, sin saber muy bien qué hacer, un día me fui a ver a san Judas
Tadeo, porque soy fiel devota suya. Le encendí una vela y le pedí que me
orientara en esto.
Y lo hizo, porque a los pocos días empecé a trabajar en la productora
Martingala y conocí a Chelo Montesinos, que fue quien consiguió que
empezara a trabajar con Alicia Senovilla en su programa de Antena 3