Demasiados interrogantes sobre la huida de Puigdemont
Astrid Barrio
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Es evidente que Puigdemont contó con la complicidad de muchos ciudadanos y al parecer también de algunos servidores públicos, tanto políticos como funcionarios, que desatendieron sus obligaciones.
Pero lo sucedido no se debe a su pericia; unos sombreros no deberían ser capaces de despistar a la policía, ni tampoco se puede achacar al comportamiento impropio de Puigdemont. Más bien se debe a una falta de previsión mayúscula que exige dirimir responsabilidades y restablecer el reputación de los Mossos. Eso en el mejor de los casos.
Porque el peor es que todo haya sido fruto una acción deliberada orquestada con el fin de evitar un mal mayor, la eventual suspensión indefinida del pleno que podría haber impedido la investidura de Salvador Illa como presidente de la Generalitat.