Entrevista con la historiadora, autora del libro «El su***dio de Israel», que ha suscitado debate y críticas. El libro, dice la profesora, es «una ...
www.vaticannews.va
Anna Foa: Israel en riesgo de involución democrática
Entrevista con la historiadora, autora del libro «El su***dio de Israel», que ha suscitado debate y críticas. El libro, dice la profesora, es «una reconstrucción histórica documentada del riesgo de involución en dirección antidemocrática que corren hoy las instituciones israelíes».
Roberto Cetera - Ciudad del Vaticano
«Un análisis crítico de las políticas aplicadas por el actual gobierno israelí no parece encontrar espacio en las comunidades israelíes italianas. Sólo la comunidad de Venecia ha querido dialogar conmigo sobre el contenido del libro. Lo que prevalece es una actitud identitaria y de apoyo acrítico a la actual política israelí, que -lo digo como judía y como historiadora- no sirve a la causa de la legitimación internacional de Israel». Así se expresa la historiadora Anna Foa, autora del libro «El su***dio de Israel», que, con más de 25 mil ejemplares vendidos, ha suscitado un vivo debate, que no le ha ahorrado duras críticas.
Un título, sin embargo, profesora, que parece haber previsto con cierta antelación un profundo desgarro en el cuerpo social israelí. ¿Qué ha cambiado desde la publicación del libro hasta hoy?
Empecemos por los aspectos positivos. Las protestas callejeras se han vuelto mucho más participativas en las últimas semanas y han ampliado los temas sobre los que se pronuncian: ya no sólo la liberación de los rehenes mediante la reanudación de las negociaciones, sino también la exigencia del fin de la guerra y una crítica explícita a la carga destructiva con la que se ha llevado a cabo. Por otro lado, desde un punto de vista negativo, hay que señalar no sólo el fin de la tregua en Gaza, sino también la durísima intervención en curso en Cisjordania, la aprobación de nuevos asentamientos masivos de colonos en los Territorios Ocupados y Jerusalén Este, la conclusión del proceso legislativo de la llamada reforma judicial contra la que ya había habido duras protestas mucho antes del 7 de octubre, y algunos hechos aparentemente menores pero con una gran carga simbólica negativa como los ataques contra los directores ganadores del premio Oscar «No Other Land» y las librerías de Jerusalén. En términos más generales, me parece que ahora se puede detectar una profunda transformación que está teniendo lugar en el aparato del Estado.
¿Quiere decir que Israel va camino de convertirse en una autocracia?
Existe esa tendencia, pero Israel aún no es una autocracia. Así lo atestiguan los cientos de miles de israelíes que se oponen a ella manifestándose incesantemente en las calles de Tel Aviv y Jerusalén. Mientras exista esta fuerte oposición, las tendencias de los nacionalistas religiosos no prevalecerán. Aunque en formas más mediáticas, esta oposición también está presente dentro de las instituciones. Por ejemplo, entre antiguos militares y ex embajadores, que pueden hablar abiertamente. Incluso el presidente, Isaac Herzog, conocido por su prudencia, ha querido marcar distancias con las políticas del gobierno. Lo cierto, sin embargo, es que a Netanyahu y a sus aliados extremistas no parecen importarles las críticas ni la oposición. Su única preocupación es mantenerse firmemente atrincherados en sus posiciones de gobierno. Esto explica por qué no tienen intención de poner fin a la guerra. Y también por qué Netanyahu se opone tan firmemente a una investigación independiente sobre el 7 de octubre, de plena actualidad hoy a la luz del llamado «Qatargate».
Sin embargo, esta oposición callejera no parece encontrar una síntesis y una expresión política, ¿un liderazgo?
Algo se mueve también en esta dirección. Las recientes declaraciones de, por ejemplo, Yair Golan (antiguo jefe militar y líder político de «Los Demócratas» israelíes, N. del R.) van en esta dirección, hacia una unidad de todas las fuerzas de la oposición.
Desde la publicación de su libro hasta la fecha, también se ha producido la aparición en escena de la nueva administración estadounidense. ¿Cuál será el papel de Estados Unidos en los próximos meses?
Pensaba que el deseo de Donald Trump de acabar pronto con el conflicto le enfrentaría inevitablemente a Benjamin Netanyahu. Me parece que esto no ha ocurrido. Más allá del comentario del presidente estadounidense sobre el futuro «turístico» de Gaza, lo que más llama la atención es la luz verde que Trump ha dado a la reanudación de los bombardeos sobre Gaza. Esto es preocupante. No está claro cuáles son realmente los intereses estadounidenses, si prevalecen los estratégicos, los geopolíticos o, por el contrario, los económicos privados. Ya lo veremos.
No está claro, pues, lo que Israel pretende hacer realmente con Líbano y Siria...
Tiene razón: no está nada claro. Por el momento, sólo está claro que Israel no tiene intención de retirarse de las zonas que ha ocupado en ambos países en los últimos meses. Especialmente enrevesado es el caso sirio. Porque en un primer momento el nuevo líder, Ahmed al-Sharaa, había abierto una línea de crédito con Israel, agradeciendo públicamente la derrota infligida a Hezbolá, sin la cual no habría sido posible la rápida deposición del régimen de Bashar al-Assad. Pero Israel no parece responder positivamente al nuevo régimen. Sólo espero que no haya algún loco en el establishment gubernamental pensando seriamente en incluir partes de Siria y Líbano en el proyecto de un «Eretz Israel» (La Tierra de Israel).