escuche en radio que eso de que se iba a bonificar algo por los coches, esta siendo dificil porque, los papeles estaban en dentro de los coches, y muchos jamas los han localizado, o se han llevado a desguazaces de a saber donde, y encima ,si el propietario lo quiere porque lo ha encontrado, le obligan a pagar tasas por manipulacion y documentacion!!! encima!!
Pasar por una situación personal de este calibre y que tengas que lidiar con toda la burocracia y sus exigencias, es agotador.
Yo he vivido en paises donde se sufren incendios, inundaciones, huracanes, aunque por suerte nunca tuve desgracias, excepto 2 inundaciones que te obligan a entendértelas con los seguros, aprendí una valiosa lección.
Lo primero que me aconsejaron fue escanear toda la documentación, porque lo más ridículo de tu vida es que sufras un incendio total en tu casa o pierdas un coche en una riada y te exijan el original de la póliza. Sí, señor, el original
Por suerte ahora eso va cambiando y ya solo te piden el número de la póliza, que también es difícil si no tienes nada escaneado, pero al menos, si tienes pago domiciliado, siempre puedes acudir a tu banco o caja y que te den copia del recibo de pago porque ahí aparecerá el nº de la póliza.
escuche en radio que eso de que se iba a bonificar algo por los coches, esta siendo dificil porque, los papeles estaban en dentro de los coches, y muchos jamas los han localizado, o se han llevado a desguazaces de a saber donde, y encima ,si el propietario lo quiere porque lo ha encontrado, le obligan a pagar tasas por manipulacion y documentacion!!! encima!!
Sábado, 15 de febrero 2025, 01:38
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«Aquel día mi marido y yo teníamos entradas para ver a los Secretos en el Olympia de Valencia. Vivimos en Catarroja, y ya nos habían llamado del colegio para que fuéramos a recoger a los nenes, pero no nos dijeron que no nos moviéramos, así que por la tarde dejamos a los niños en casa de mis padres en Valencia y nos fuimos al teatro». Allí mismo Patricia Fernández y su marido, como el resto del público que disfrutaba del musical, recibieron la alerta de las 20.11 horas. «La gente ni se inmutó, pero nosotros nos salimos, empezamos a llamar a los vecinos para ver por dónde iba el agua…». Lo vivieron, con angustia, de lejos. «Fue tremendo vivirlo en la distancia». Cuando pudieron volver y levantaron la persiana de su negocio el escaparate se había roto, estaba todo por el suelo, completamente destrozado. Las máquinas de coser, el láser de cortar madera, las telas, los materiales… Patricia Fernández lo perdió todo aquel 29 de octubre.
Esta valenciana echa la vista unos años atrás, cuando trabajó en banca, en marketing y comunicación, en la universidad… «Hasta que un día decidí que yo quería emprender, que para eso había estudiado Empresariales».
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Una de las bolsas diseñadas por Patricia Fernández que han tenido una gran acogida. LP
Las manualidades siempre le habían gustado, y aprendió a coser, así que vio la oportunidad de ser feliz con lo que hacía. «Siempre se me han dado bien las cosas hechas a mano, y al tener hijos piensas en hacer cosas para niños. Mi sueño siempre fue tener una pequeña tienda taller». Así nació Momikigai, una palabra que salió de la unión de madre e 'ikigai', un concepto japonés que tiene que ver con el hecho de tener un propósito en la vida, la razón de ser. «Antes de dejarme el trabajo ya cosía, inventaba cosas diferentes, regalos personalizados», cuenta Patricia, que abrió con mucha ilusión un negocio que ahora intenta volver a ver la luz. «En un primer momento decidí que no iba a seguir. No soy de Catarroja, toda mi familia está en Valencia y lo único que pensaba es si me volvía a ocurrir. Que en estos dos años desde que abrí ni siquiera había comenzado a tener beneficios». Pero Patricia ha recibido tanto cariño que ahora está metida de lleno en la reforma del local para volver a abrir la persiana a mediados de febrero.
Mientras tanto, decidió la manera de hacer algo para ir recaudando fondos que le permitieran sufragar los gastos. «Se me ocurrió hacer unas bolsas con unos dibujos relacionados con la dana, y el éxito fue tal que en Navidad tuve que cerrar la venta porque no daba abasto. Ahora me están pidiendo que haga sudaderas, camisetas… Aunque lo que yo quiero es volver a mi actividad. A la ropa de bebé, a los regalos personalizados, a los detalles por los que ya se había dado a conocer.
Por suerte ahora eso va cambiando y ya solo te piden el número de la póliza, que también es difícil si no tienes nada escaneado, pero al menos, si tienes pago domiciliado, siempre puedes acudir a tu banco o caja y que te den copia del recibo de pago porque ahí aparecerá el nº de la póliza.
Cualquiera puede averiguar la compañía que tiene si no la recuerda, simplemente buscando el recibo del banco. Que ya hay que ser despistado para no saber ni que compañía tienes.
Yo creo que en un país digitalizado como España es imposible entrar en bucle y no conseguir ningún dato. También en la app de la DGT suele haber datos sobre nuestro coche como modelo exacto, número de bastidor etc
Sábado, 15 de febrero 2025, 01:38
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«Aquel día mi marido y yo teníamos entradas para ver a los Secretos en el Olympia de Valencia. Vivimos en Catarroja, y ya nos habían llamado del colegio para que fuéramos a recoger a los nenes, pero no nos dijeron que no nos moviéramos, así que por la tarde dejamos a los niños en casa de mis padres en Valencia y nos fuimos al teatro». Allí mismo Patricia Fernández y su marido, como el resto del público que disfrutaba del musical, recibieron la alerta de las 20.11 horas. «La gente ni se inmutó, pero nosotros nos salimos, empezamos a llamar a los vecinos para ver por dónde iba el agua…». Lo vivieron, con angustia, de lejos. «Fue tremendo vivirlo en la distancia». Cuando pudieron volver y levantaron la persiana de su negocio el escaparate se había roto, estaba todo por el suelo, completamente destrozado. Las máquinas de coser, el láser de cortar madera, las telas, los materiales… Patricia Fernández lo perdió todo aquel 29 de octubre.
Esta valenciana echa la vista unos años atrás, cuando trabajó en banca, en marketing y comunicación, en la universidad… «Hasta que un día decidí que yo quería emprender, que para eso había estudiado Empresariales».
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Una de las bolsas diseñadas por Patricia Fernández que han tenido una gran acogida. LP
Las manualidades siempre le habían gustado, y aprendió a coser, así que vio la oportunidad de ser feliz con lo que hacía. «Siempre se me han dado bien las cosas hechas a mano, y al tener hijos piensas en hacer cosas para niños. Mi sueño siempre fue tener una pequeña tienda taller». Así nació Momikigai, una palabra que salió de la unión de madre e 'ikigai', un concepto japonés que tiene que ver con el hecho de tener un propósito en la vida, la razón de ser. «Antes de dejarme el trabajo ya cosía, inventaba cosas diferentes, regalos personalizados», cuenta Patricia, que abrió con mucha ilusión un negocio que ahora intenta volver a ver la luz. «En un primer momento decidí que no iba a seguir. No soy de Catarroja, toda mi familia está en Valencia y lo único que pensaba es si me volvía a ocurrir. Que en estos dos años desde que abrí ni siquiera había comenzado a tener beneficios». Pero Patricia ha recibido tanto cariño que ahora está metida de lleno en la reforma del local para volver a abrir la persiana a mediados de febrero.
Mientras tanto, decidió la manera de hacer algo para ir recaudando fondos que le permitieran sufragar los gastos. «Se me ocurrió hacer unas bolsas con unos dibujos relacionados con la dana, y el éxito fue tal que en Navidad tuve que cerrar la venta porque no daba abasto. Ahora me están pidiendo que haga sudaderas, camisetas… Aunque lo que yo quiero es volver a mi actividad. A la ropa de bebé, a los regalos personalizados, a los detalles por los que ya se había dado a conocer.