Hola Hannah,
Yo me casé en 2021 y en mi caso, sí soñaba desde pequeña con una boda.
En otro post he comentado que era una niña muy “femenina”, me encantaba todo lo que fueran flores, vestidos, decorar…No soy una persona religiosa (y mi chico tampoco) así que no fue una boda por la iglesia.
La celebramos en una especie de jardín con una estructura acristalada donde se hacía el banquete.
El problema de juntar a toda la familia no fue tal, porque prácticamente entre las acciones de mi adversaria y la vida en sí, no he tenido familia.
Mi padre, quien me trató mejor, falleció un tiempo atrás y por la situación con mi adversaria, él había disminuido el contacto con sus familiares que viven en otra ciudad y luego, tengo un hermano que es el golden de mi madre.
Pero todos los demás o se habían alejado por la violencia que ocurría en nuestro entorno o eran muy mayores y ya no estaban.
El tema del padre que acompaña la hija al altar, sí fue algo a lo que di muchas vueltas, porque yo hubiera querido ir con el mío pero él ya no vivía.
Así que nos tuvimos que poner creativos y descubrí que había gente que por circunstancias de este tipo, entraba directamente con su pareja.
Por eso, pusimos una música bonita y entramos juntos.
Eso me hizo sentirme muy unida a mi chico y como si ya, desde antes de decir el “sí quiero”, el fuera mi única familia.
Todo esto ocurrió en un contexto de contacto mínimo con mi adversaria pero no contacto cero.
Como tenía tanta ilusión con la boda y de disfrutar los preparativos…era un problema el tener un adversaria y no tener familia con quien organizar las cosas.
Así que contratamos unas Wedding Planners a las que desde el primer momento les comenté mi situación. Les pareció bien ayudarme y me dijeron que en este caso, si el apoyo que yo quería era que me acompañaran a pruebas del vestido o cosas así que estaban abiertas a hacerlo. Las dos eran muy majas y fue una bonita experiencia.
El día de la boda, de noche entre flores y candelabros mi madre sí intentó hacer de las suyas.
Pero me ayudó que la mayoría de los invitados fueran amigos nuestros, jóvenes y que muchos no compartían idioma con mi adversaria. (Otra pincelada de sus actitudes es que el fin de semana anterior a nuestra boda, mi madre se “coló” en la boda de ese finde. Los organizadores se dieron cuenta y la echaron. Y ella decía que tenía todo el derecho de entrar porque no ponía en ningún sitio que era propiedad privada. La verdad es que sí lo pone en la entrada pero es un ejemplo de cómo mi adversaria piensa que los límites no van con ella)
Mi conclusión es que la boda mereció la pena, han pasado los años y quienes vinieron me siguen diciendo que fue precioso y una noche que no olvidarán nunca
(era un poco una velada de Bridgerton jaja) así que me alegro de haberme atrevido y ahora que estoy embarazada, sigo adelante con el proyecto de formar una familia con mi chico. Con este recuerdo de que tuve la boda de mis sueños.
Yo me casé en 2021 y en mi caso, sí soñaba desde pequeña con una boda.
En otro post he comentado que era una niña muy “femenina”, me encantaba todo lo que fueran flores, vestidos, decorar…No soy una persona religiosa (y mi chico tampoco) así que no fue una boda por la iglesia.
La celebramos en una especie de jardín con una estructura acristalada donde se hacía el banquete.
El problema de juntar a toda la familia no fue tal, porque prácticamente entre las acciones de mi adversaria y la vida en sí, no he tenido familia.
Mi padre, quien me trató mejor, falleció un tiempo atrás y por la situación con mi adversaria, él había disminuido el contacto con sus familiares que viven en otra ciudad y luego, tengo un hermano que es el golden de mi madre.
Pero todos los demás o se habían alejado por la violencia que ocurría en nuestro entorno o eran muy mayores y ya no estaban.
El tema del padre que acompaña la hija al altar, sí fue algo a lo que di muchas vueltas, porque yo hubiera querido ir con el mío pero él ya no vivía.
Así que nos tuvimos que poner creativos y descubrí que había gente que por circunstancias de este tipo, entraba directamente con su pareja.
Por eso, pusimos una música bonita y entramos juntos.

Eso me hizo sentirme muy unida a mi chico y como si ya, desde antes de decir el “sí quiero”, el fuera mi única familia.
Todo esto ocurrió en un contexto de contacto mínimo con mi adversaria pero no contacto cero.
Como tenía tanta ilusión con la boda y de disfrutar los preparativos…era un problema el tener un adversaria y no tener familia con quien organizar las cosas.
Así que contratamos unas Wedding Planners a las que desde el primer momento les comenté mi situación. Les pareció bien ayudarme y me dijeron que en este caso, si el apoyo que yo quería era que me acompañaran a pruebas del vestido o cosas así que estaban abiertas a hacerlo. Las dos eran muy majas y fue una bonita experiencia.
El día de la boda, de noche entre flores y candelabros mi madre sí intentó hacer de las suyas.
Pero me ayudó que la mayoría de los invitados fueran amigos nuestros, jóvenes y que muchos no compartían idioma con mi adversaria. (Otra pincelada de sus actitudes es que el fin de semana anterior a nuestra boda, mi madre se “coló” en la boda de ese finde. Los organizadores se dieron cuenta y la echaron. Y ella decía que tenía todo el derecho de entrar porque no ponía en ningún sitio que era propiedad privada. La verdad es que sí lo pone en la entrada pero es un ejemplo de cómo mi adversaria piensa que los límites no van con ella)
Mi conclusión es que la boda mereció la pena, han pasado los años y quienes vinieron me siguen diciendo que fue precioso y una noche que no olvidarán nunca

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