Pues yo estoy un poco jartita de lo siguiente:
Por fin nos animamos a ir a Santander, viaje de ida y vuelta. Anduvimos varios kilómetros, unos siete u ocho, vimos las procesiones (que fueron una sorpresa, no sabía que tenían tradición), fuimos a un restaurante a cenar en plan "gastro-tapas", del que precisamente vienen comentarios en tripadvisor que muy rico pero escaso (las raciones, si tomas el menú de noche, son más pequeñas precisamente por ser menú).
Volver al hotel que combinamos bus y patita, ir a sarao de baile en el que estuvimos algo más de una hora y sudamos como pollos, volvimos a casa, yo salí una hora a caminar y ver tiendillas y llegué cansada (cansancio acumulado), de comida spaghettis con salsa orlando de tomate y un actimel...
En lo único que no me corté fue en el desayuno buffet, pero en el zumo de naranja, que me debí de tomar más de medio litro yo sola (que estaba riquísimo, recién exprimido).
SIEMPRE le pregunto a mi marido "cené mucho?/desayuné mucho/comí mucho?"
Y normalmente, me contesta que no.
Es que soy consciente de que como menos que hace 15 años, y me muevo BASTANTE más...y me veo bolita. Y los pechos, madre de dios, qué melones....
Sé que es una época injusta para nuestro cuerpo por el tema hormonal, pero no puedo evitar pensar...






