Belén Esteban y añadidos (boda, eventos, todo lo relacionado con el personaje y su entorno)

CAPÍTULO 16

El mejor padre del mundo


Perder a un padre es una de las cosa
más horrorosas que se puede vivir.Máxime si él es tu referente, como me ocurría a mí, una de las personas que más he querido. En este sentido, la carencia que ha podido tener mi hija no la tuve yo.

Mi padre era magnífico. Y como abuelo fue excepcional. Él llevaba a Andrea al cole todos los días. Recuerdo que cuando ya estaba malito, no le dejábamos que cogiera el coche; entonces lo que hacía era acompañar por las mañanas a su nieta a la parada de autobús, la dejaba y luego se iba él solo en el coche para ver que llegaba bien.

Los monitores de la ruta me decían que no lo hiciera, pero no podíamos con él,
lo hacía dijéramos lo que dijéramos. Y cuando los niños salían al recreo, ahí estaba él para verla en el patio. La quería tanto que hasta cuando se iba a
Ambiciones olía su ropita. Mi hija le adoraba y todos nosotros también.

Nos lo llevó el cáncer, esa enfermedad que ha truncado la vida de tanta gente. Tenía una tos horrorosa y se hizo unas pruebas. Nos dijeron que era cáncer; fue terrible escuchar esa palabra, pero peor aún fue oír a la doctora decir que duraría dos años.

Desgraciadamente, tuvo razón porque aguantó dos años y un día.

Fue una etapa horrible, haciendo tele, vigilando a mi padre. Me volvía loca, pero no dejé de trabajar un solo día. Él se portó con una valentía enorme. Así era mi padre, un hombre valiente, recio, de los que ya no quedan.

Recuerdo que le operaron de un pulmón porque el cáncer le había invadido muchísimo; yo tenía que ir con Ana Rosa a hacer un reportaje a la Feria de Abril y estuve todo el día trabajando supernerviosa. Cuando llegué a Madrid, a las nueve de la noche, las enfermeras me dejaron entrar en la UVI. En la vida
se me olvidará su imagen, eso lo tengo grabado en cada poro de mi piel. ¡Cómo
lloraba mi padre al verme! Yo no hacía más que comérmelo a besos.

Al principio pensé que podía hacer todo por ayudarle, pero luego me di cuenta, con impotencia, de que no era verdad. Llevé los análisis a Estados Unidos y me dijeron que no se podía hacer nada. Sin embargo, se trató la enfermedad en España y tengo que decir que los médicos fueron magníficos con mi padre. A él le correspondía el Ramón y Cajal, pero le llevaron todo en el hospital de La Princesa, y allí le trataron de maravilla.

Le llevaban a quimioterapia en las ambulancias de la Comunidad de Madrid y todos le adoraban. Del primero al último.

Cuando murió, le enviaron los de las ambulancias una corona. Los taxistas de
Radio Taxi, que a mí me querían tanto, mandaron otra.

El cáncer es algo horrible que te une a mucha gente y te pone en unas situaciones espantosas… Me acuerdo del primer día que vi a mi padre calvo.

Una noche se acostó con pelo y al día siguiente se levantó sin nada. Pobrecito.
¡Con qué entereza lo llevó! Ya al final le engañaba, le decía que le daban
radioterapia para curarse, pero ya no le daban porque estaba muy mal y él iba
más contento que un ocho pensando que se iba a curar.

Una cosa que me molestó muchísimo fue cuando le dijeron la verdad. Yo no quería que se lo contaran porque él estaba tan mal que me parecía horrible y cruel. Me enfadé con todos.

Aunque él se lo imaginaba, no creo que fuera necesario decírselo, porque se
podía haber evitado ese sufrimiento.

El día que falleció vino la madre de Jesús para llevarse a Andrea, y en el
camino del hospital a mi casa, murió. Se lo dije a Rosa Benito y ella lo contó en
el Tomate y ahí salió la noticia. Me
molestó, me lo tomé como una pequeña traición, pero creo que ella lo hizo
inconscientemente.

Cuando estaba llegando el final, la doctora nos dijo que mi padre estaba teniendo muchísimos dolores y nos preguntó si queríamos que le sedásemos.
Mi respuesta fue que sí. No podía morir sufriendo; era lo poco que ya podíamos hacer por él. Le sedaron y a las cinco horas se murió. ¿Por qué va a pasar
dolor si se puede evitar? Fue terrible cuando nos dijeron que nos despidiéramos de él. Eso fue un trauma.

En la habitación 902, en la vida se me olvidará. Mis hermanos lloraban y mi
abuela, pobrecita… mi abuela, que había enterrado a todos sus hijos. Tenía
más de ochenta años.No puedo entender a los que les parece mal practicar la sedación o la eutanasia. ¿Por qué ver sufrir a una persona si se puede evitar? Mi padre estaba muy mal, gritaba de dolor. La doctora me dijo que tenía como un globo en la cabeza y ese globo estaba a punto de romperse. En el momento en que se rompió fue cuando se murió. Tenía el cáncer extendido a todas las partes del cuerpo, hasta por los pies.

Cuando mi padre se murió la que tenía cogida su mano era mi madre. Eso
es muy importante. Cuando uno se muere y tiene a su lado a la mujer que le ha
cuidado toda su vida… Y aunque mis padres discutían, como todos los
matrimonios, se querían mucho. Por eso mi madre lo pasó tan mal. Ella se
quedaba en casa para llorar a solas.

Con su muerte yo también morí un poco. Fue muy duro. Le incineraron. En
el tanatorio, yo desesperada de dolor, le gritaba a mi madre:

—¡Mamá, mira dónde está mi padre!

La gente flipaba al verme de esa forma y no dejaba a nadie que se acercara a tocar a mi padre. Estaba como loca. Sinceramente, agradecí mucho que viniera Jesús. Fue un detalle y así quiero dejarlo escrito. Al pan, pan, y al vino, vino.

Mi padre era muy asustadizo para todo y, como a mí, la muerte le daba mucho miedo. Recuerdo que el día en que se murió, por la mañana —estaba con Mariví y mi abuela—, él me quería abrazar y yo sentía mucha angustia. Mariví no hacía más que decirme que me acercara porque quería abrazarme, pero yo no podía. ¿Pero por qué, si era mi padre? Miedo de verle tan blanco y tan frío, por eso le di un beso rápido. Algo que no me he perdonado y no creo que pueda hacerlo jamás. Supongo que me dio pánico la muerte en sí y me paralicé. Pensar que se estaba despidiendo de mí y que ya no le vería más me aterraba. Cuando al día
siguiente fui al cementerio les dije quequería saber cómo era la incineración.

Fue horrible. Se ve cómo entra la cajaen el crematorio y salen unas llamas
altas, como la fumata de los papas. Pero necesitaba saber cómo desaparecería mi padre. Pienso si él se enteraría de algo.Porque creo que cuando uno se muere,lo ve todo. Estoy segura de que mi padre me vio sufrir mucho ese día.

Mientras el cura daba el responso,yo estaba de pie abrazada al féretro, y
cuando se lo llevaron no podía dejar degritar. Al día siguiente, con ese dolor tan
grande, teníamos que recoger las cenizas.

—¿Eso nada más son las cenizas? —dije.—

Sí, pero son las cenizas de tu padre —me contestaron.

Pero ¿cómo sé que son las de mi padre? No podía entender que él fuera aquello. Mi hermano las lanzó en Benidorm a una cruz que hay. Yo fui incapaz de ir. Me contó que cuando abrió el bote le vinieron todas las cenizas a la cara. Qué tristeza.

Siempre que acudo a una entrevista importante me acuerdo de él. Pienso en
lo orgulloso que estaría ahora de mí. Porque cuando llevaba esa mala vida me torturaba mucho pensando que él me estaba viendo desde donde fuera.

Si me metía una raya, parecía que estaba mi padre al lado.

Yo sé que él está aquí conmigo. La gente dice que estoy loca,pero hay cosas que noto que no son normales. Es como una protección.

Por ejemplo, en la última entrevista
que di en Sálvame Deluxe, sé que tenía
a mi padre a mi lado y le sentía diciéndome: «Hija, sigue». Si me viera
ahora y viera a mi hija, el chalé… —porque él quería que me comprara un
chalé, era su obsesión—. Y yo veo ahora mi casa tan bonita, con la piscina,
y pienso: «Joder, si mi padre estuviera aquí». Pero el cáncer se lo llevó.

Vi a tanta gente enferma en esa época. Al principio del tratamiento le acompañaba a la quimio y había seis o siete enfermos en la misma sala. Pero
llegabas un día y se moría uno; a las dossemanas, otro. Yo me ponía a llorar del
esconsuelo, y las enfermeras me decían que no lo hiciera, pero era incapaz de
parar.

En la vida se me olvidará.

Me sentía tan implicada con cada uno de

aquellos enfermos… Me daba mucha pena. Cuando mi padre se murió no había suficientes sillas de ruedas. Entonces decidí comprar casi cien sillas para el hospital.

Cuando pasan cosas como esta se aprende a vivir de otro modo. Fran y yo
éramos todavía novios y él me ayudó mucho. Pero no ver a mi padre es horrible. Con el tiempo, lo peor es la ausencia. Vivir de los recuerdos y sentir
que no habrá más, cuando lo que más te gustaría sería cosechar otros nuevos. Me siento muy tranquila porque sé que me vio triunfar y se sentía orgulloso de mí,aunque se va a perder tantas cosas…

A uno no le enseñan lo suficiente sobre la muerte. Deberían prepararnos para ello. Ya he dicho que a mí me da mucho miedo, porque no sé si habrá algo
después, y si lo hay, no puedo figurarme cómo será. Me asaltan muchas dudas
sobre este tema. Tengo una amiga que
dice que la otra vida es como en Ghosth
la película, pero no lo sé. También me da cosa que me quemen, con las llamas,
y me ahogo solo con imaginarlo.

Muchas veces me pongo a pensar en cuánto me quedará de vida. Sé que eso
no lo puede saber nadie, es imposible,pero me lo pregunto en infinidad de
ocasiones. Por eso vivo todo intensamente, y la verdad es que si tengo la oportunidad de hacer las cosas, las hago. He vivido muchas etapas y creo que voy bien de tiempo.

De todos modos, si un día Dios quiere que me vaya, ya he hecho testamento, porque soy diabética, y si a mí me pasa algo, ¿qué le sucederá a mi
hija?

No, no, esas cosas hay que dejarlas bien, pero que muy bien ataditas.

El primer testamento lo hice nada más separarme de Jesulín.

Luego lo he cambiado tres veces.

He puesto a mi amiga Mariví y a mi hermano Cuqui como tutores de mi hija para que lo poco que tuviera, Jesús no lo pudiera vender, porque ¡claro!, al ser menor…

De administrador del dinero está Toño, porque con él sé que no le va a faltar de nada.

También me gasté tres mil euros en su momento para que mis padres pudieran verla como si fueran una pareja separada, ahora que no está mi padre, para que pueda verla mi madre. Ahora que ya tiene catorce años,la niña ya puede elegir. Y ella elegirá estar con su abuela y con sus tíos. No quiero que Jesús venda nada que sea mío. Si así fuera, capaz soy de levantarme de la tumba.

Además, tengo escrita una carta y le he dicho a Toño que si alguna vez me pasara algo, que la lea delante de mi familia. No antes.

Y también tengo una cláusula en la que consta que mi madre puede tener
acceso a esa custodia. Es que luego se ven casos como el de Eugenia y Fran
con su hija Cayetana, y piensas que si la niña ha pedido estar con su padre, será por algo. Pero al final no se ha ido a vivir con él y con Lourdes. Y es que una madre tira mucho.

Tengo claro que mi hija no se iría con el padre.
Ella preferiría estar con la abuela o con la tía antes que con él. Cuando hablo con Andrea de estas cosas me dice:

—Yo me iría con la yaya o con la
yaya Carmen, con tío Cuqui y la tía Sandra.

Por eso he querido que las cosas estén bien hechas, porque nunca se sabe,
para que el día de mañana no haya problemas.

 

CAPÍTULO 17


«Ni que yo fuera Bin Laden»


La vida es un pozo de sorpresas, te quita
de un sitio para colocarte en otro.

Supongo que tenía que pasar por todas mis experiencias para volver a situarme
en el siguiente lugar que me tenía reservado el destino. Fue así como
empezó mi aventura en Sálvame, de la
mano de Jorge Javier Vázquez.

En el momento en que se estrenó —abril de 2009— yo estaba muy cómoda
como colaboradora estrella del programa de Ana Rosa. En ese momento, lo que le pasara a la Esteban generaba muchísima audiencia. Creo que muchas veces casi todo el contenido de una buena parte de ese y de otros programas era sobre lo que yo decía y hacía.

No quiero ser pedante, pero ahí están los programas, las audiencias o la
portada de Lecturas, entre las más
vendidas de su historia. Fue una etapa en la que no sabía distinguir entre mi vida profesional y el fenómeno Belén Esteban.

En esta nueva etapa, sin embargo, yo pongo los límites y he aprendido a separar mi vida personal de mi vida laboral, porque yo era de las
que me llevaba el plató de Sálvame a mi
casa. Ahora, cuando salgo de Telecinco, lo dejo todo allí.

Cuando me marché del programa de Ana Rosa lo hice porque tenía que dar
un cambio a mi vida. No podía continuar más allí porque necesitaba hacer otras
cosas y también tenía que mirar por los míos y por el dinero que me pagaban.

Porque yo no tengo una casa: tengo mi casa, la de mi madre, la de mi hermano y la de mi ex.

En el programa de Ana Rosa
comentaba los realities de la cadena, y en un principio Sálvame se pensó como
un espacio en el que se seguiría y se debatiría sobre el programa
Supervivientes. Esa era la idea original.
Jorge Javier llevaba unos años alejado de televisión después de que
terminara Aquí hay tomate. A mí me
pareció bien la oferta: comenzar un nuevo proyecto.

Pero no fue fácil desligarme de mi compromiso con Ana Rosa. Al principio era muy agotador pasar ocho horas diarias de televisión, aunque al final ha sido eso y mucho más.

El público quiere saber el porqué del éxito de un programa. Creo que en
Sálvame lo primero que llamó la
atención fue que desconcertábamos. No parecíamos presentadores sentados
detrás de una mesa, sino que éramos un grupo de personas pasando la tarde y hablando de los demás.

Yo llegaba con mi bolso, me sentaba con él y merendábamos —aunque ahora se ha convertido en un manera de meter publicidad—. Era como si el plató no terminara en el plató: a veces Jorge Javier seguía a un colaborador por el pasillo —hemos ido hasta el baño—, y puede que eso sea criticable, pero está
probado por la audiencia que al público,le enloquecía.

Por ejemplo, cuando Carmen Lomana vino al programa, estábamos enfrentadas por algo que ella había dicho sobre mí. Ella estaba en su coche en el aparcamiento de Telecinco viendo cómo la poníamos a parir, y no quería entrar.
Entonces una cámara fue hasta allí a buscarla. Ahora no voy a entrar en lo que pienso de lo que pasó ese día, pero sí tengo que reconocer que como momento televisivo fue descojonante. Empezar a trabajar con Jorge Javier como copresentadora supuso para mí un gran reto profesional, un nuevo rumbo y un cambio que hizo callar muchas bocas. Durante muchos años he tenido que oír que estaba`acabada y que vivía del cuento, pero llevo en esto de la tele más de doce años, he contado mi experiencia, mis vivencias y ya no tengo que cerrar la boca a nadie ni demostrar dónde estoy.

¡Algo tendré para llevar todos estos años en la cresta de la ola! ¿O no?

Y aunque el discurso sea el que es, la vida ha ido cambiando, y yo con ella delante de todos en la televisión. Para bien o para mal, me he hecho mayor aquí.

Al principio muchos dudaban de mí.

Yo también tenía mis dudas, porque sabía que me iba a lanzar en paracaídas
sin red. Pero como ya he comentado, tengo un radar que me dice si algo va a funcionar o no en la tele, y con Jorge Javier una voz en mi interior me decía
que sí, que tendríamos éxito. Además, creo que en esta vida si se juega a los
cupones es para ganar. Jugar por jugar no tiene ningún sentido.

Muchos no daban un duro por el programa, ni por la fórmula Jorge Javier-Belén Esteban, pero resultó ser el éxito de los últimos años de la televisión. Acertamos, dimos de lleno en
la diana. Sálvame ha sido mi
espaldarazo definitivo en la televisión.

Y tengo que reconocer que con Jorge Javier he tenido los mejores momentos
de mi vida profesional. Hasta la fecha,porque siempre hay que estar dispuesta
a mejorar y a aprender.

De su mano he aprendido muchísimo, he madurado, pero sobretodo he sido yo misma y he vivido instantes absolutamente únicos. Él ha sido mi amigo y ha sabido exprimir muy bien mi personalidad y el talento que llevaba dentro. Cierto es que hemos tenido problemas y algún roce, pero al césar lo que es del césar.

Hacer un programa de tantas horas y diario es duro. Muchas veces te sientes
dentro de un reality y pierdes la noción
de la vida misma. Al principio iba a trabajar con una ilusión y con una alegría tremendas, pero las cosas han cambiado mucho.

Yo llegué con Jorge a un plató muy cutre… Ahora, cuando veo que viene hasta la madre de Jesulín, soy consciente de que todo es muy distinto.
Y que conste que me parece fenomenal que Carmen trabaje con nosotros, que yo soy la primera que la empujo a reinventarse.

—Carmen, con todo lo que te ha pasado, con lo que te ha hecho Humberto, anímate, vive para ti —le aconsejo.

Qué cambio a cuando estaba en Ambiciones. Ahora nos vemos y me abraza, me aprieta la mano y me besa tanto que me hace daño. Cuando la
lamaron para Sálvame la animé porque
a ella nadie le daba nada, ni siquiera Jesulín. Le dije que fuera al programa con un contrato bien firmado. Ella no cobraba nada de pensión y ahora le dan sus buenos euritos. Sale de su casa, vive y disfruta, aunque la gente se ría porque se tira de un paracaídas.

Mi Andrea, cuando ve a su abuela, la anima y le dice:—
¡Abuela, venga… Vamos!

Tengo que dejar claro que, a pesar de todo, si tuviera que escoger un programa de televisión, no elegiría otro
que no fuera Sálvame, pero hay que
tener cuidado, porque cuando es la propia televisión la que se mete en la casa de la gente, te conviertes en parte directamente implicada y todo lo que recibes de la televisión lo pagas con creces, te devora, te castiga. Y no eres consciente de ello. No mides.

Sálvame a veces es como una jaula,
es agotador, cuatro horas y veinte minutos diariamente dando todo de ti. Y si cuentas una cosita pequeña, hacen un mundo de ella y debes estar semanas dando explicaciones una y otra vez. Es un campo de minas, pero los tengo a todos muy calados. Que sé que muchos hacen su papel, y tengo que decir que algunos son malos. Otros, por supuesto,no lo son.

Yo nunca he representado un papel y he de reconocer que, en ocasiones, no he medido bien lo que he soltado por la boquita. No voy a descubrir nada si digo que soy una persona muy impulsiva y la boca me pierde. Después de los años que llevo en esto todavía me sigo sorprendiendo de las barbaridades que he dicho en algunas situaciones. Pero es lo que me ha pasado y como en ocasiones lo que me pasa es en directo, pues lo suelto como lo haría cualquiera en su casa delante de los suyos.

Por ejemplo, la vez que tiraron la ropa de mi hija en casa de su padre. Jesús no fue y supongo que lo que pasó es que se le caería al chófer que llevaba a Andrea a nuestra casa. ¡Yo qué sé! Sin embargo, en ese momento lo vi como un desprecio y ¡claro!, no me corté un pelo y lo solté.

Esto sucedió cuando estaba en mi luna de miel y mi hija pasaba unos días con Jesús. Ella me llamaba llorando para que fuera a recogerla. Cuando fui a buscarla, me la entregaron en pijama y sin peinar. La tuve que cambiar en el tren, en el cercanías de Sevilla a Córdoba. Estaba con mi cuñada Sandra.

Toda su ropita estaba sucia metida en bolsas. La gota que colmó el vaso fue
cuando también me encontré entre sus cosas ¡cuatro tangas de la Campanario!En un calentón de los míos lo conté en la tele, y dije:

—Los tenía en casa metidos en una bolsa del Carrefour, ¿os queda claro?

No mentí, era totalmente cierto, pero quizá no debería haberlo dicho. Cuando
mi hija pidió explicaciones, le dijeron que eran de su tía Mamen. Pero digo yo que la tía Mamen lavará sus bragas en su casa, ¿no? Estaba tan enfadada que delante de la cámara seguí soltando:

—Si es que, si les tuviera enfrente,les daba unos puñetazos a cada uno que les dejaba sin cabeza. Y ahora, que me digan barriobajera y basta, pero lo que yo tengo aquí dentro, ¿qué?

Madre mía, la de cosas que he dicho
por la tele. En Sálvame me he explayado
con gusto sobre cualquier tema, y como en el programa son muy inteligentes y
saben que yo soy brava como un Miura,pues me ponían el capote delante para
que entrara al trapo. De ahí surgieron mis frases más famosas. Algunas se
repiten una y otra vez, y se pueden encontrar en politonos y hasta descargar
en aplicaciones de móvil. No me lo invento porque es la realidad. Hay un
programa en iPhone con frases solomías. Andrea lo tiene y cuando sale mi
voz grabada
diciendo «¿Dónde está el cupón?», se descojona. Las decía
porque me venían a la cabeza, sin pensar, como el «me lo llevo», «me lo
paso por…» o «chichi lavado, chichi estrenado». Creo que es parte de mi
éxito,
porque una de las cosas que más gracia hace a la gente es cómo me
expreso. Yo hago que lo noten, que lo sientan… Ya sé que no hablo muy bien,
pero a mí me entiende todo el mundo. Y como hablando se entiende la gente, lo
mismo hablo de política que de economía.

Sigo diciendo que el público está conmigo. Cuando voy andando por la calle, me paran solo para decirme, por ejemplo, «por mi hija, mato…». Y claro que mato, lo tengo más claro que el agua. Otras frases no me gusta que me las
digan por la calle. Algunas se sacan de contexto y joden, como cuando dije
aquello de «Andrea, cómete el pollo,coxx». Es típico de mí porque soy así y
lo digo sin pensar. Y luego cambio de tema o de registro y estoy con otra cosa
totalmente distinta. Pero ocurrió: Andrea no se comía el pollo y lo solté. Yo me
sulfuro rápidamente y si tengo una pelea,de repente mi boca se suelta y lo que
encuentras es eso: a Belén en erupción.

Y grito, tengo el don de gritar, esto no me lo va a cambiar nunca nadie.
Ahora se ha abierto la veda del famoso, y si te tienen vigilada las
veinticuatro horas al día, es normal que te pillen en algún renuncio. La frasecita del pollo me va a pesar toda la vida; me arrepentiré siempre de haberla dicho por mi hija, porque a ella le da mucha vergüenza. Cuando nos ven juntas por la calle y lo sueltan, me siento tan mal…,porque es una cosa mía, ella no tiene nada que ver; en el fondo esa es una buena diferencia entre ambas: Andrea jamás diría una cosa así, y a mí me llena de orgullo, y por eso no quiero que se la relacione con esa salida de tono.

Pero, poniéndome en plan Belén Esteban, ¿quién no ha dicho alguna vez una frase como esa en su casa? Todo el mundo. En ese momento yo no sabía que
había cámaras fuera, pero lo mismo que dije esa frase, también podría haber
soltado algo como «Andrea, te doy una hostia…», porque es algo que digo en
alguna ocasión —aunque sería incapaz de hacerlo—. Sé que suelto tacos a las
primeras de cambio. De verdad, qué le voy a hacer. Mi hija se siente fatal… y
yo me arrepiento mucho, muchísimo.

Me atormentan ese tipo de cosas y que me insulten. Porque trabajo en la tele, pero todo el mundo tiene un mando y puede cambiar de canal.

Yo no me meto ni con el panadero que me ha vendido el pan quemado ni con el de la ferretería que me ha podido vender un tornillo mal. Es muy injusto. Si cuento mi vida es porque interesa y porque la quieren comprar; si no, no lo haría. Pero de ahí al insulto o a la mofa…

Sé que es complicado entender que
en Sálvame hablemos casi todos como
sin límite, sin una barrera políticamente,correcta, o como quieran llamarla, que
sí existe en otro programas donde se respetan muchísimo. Pero es que, desde
mi punto de vista, no es solo que eso diferencie al programa de los otros, sino
que es lo que hace que la gente lo vea una y otra vez. Creo que ese es el
motivo por el que recibo no solo muchas
críticas, sino que no caiga bien y que no guste a mucha gente. Aunque ese no es el componente principal del programa, y sí el riesgo primordial de estar en ese programa.

Lo de Bin Laden fue otra de mis
frases lapidarias. La solté en el Deluxe, un programa prime time de la noche de
los viernes con los mismos
colaboradores y contenidos de Sálvame.


Acudí allí por algo muy serio, muy grave: defender la custodia de mi hija.

Ocurrió cuando salió la noticia de que el defensor del menor quería quitarme a
Andrea. El mismísimo defensor del menor de Madrid envió un escrito a la
Fiscalía de Menores en el que solicitaba, literalmente, que iba a actuar de oficio en defensa de la protección de mi hija. Al parecer, el señor defensor entendía que yo estaba vulnerando «de manera permanente» su derecho a la intimidad y a la propia imagen «al exhibir las circunstancias de la menor y su vida privada» en los platós de televisión.

La noticia de que el defensor del menor había instado al fiscal ainvestigar salió por primera vez en elprograma de Ana Rosa Quintana.

Cuando me lo dijeron lloré y pataleé. No entendía nada, pero como de tonta no tengo un pelo, pronto empecé a sospechar e investigué. Supe que siete personas, qué casualidad, de Andalucía,de la zona de Ubrique, tenían mucho «interés» en quitarme la custodia. Lo sé de buena tinta porque me gasté un buen dinero para que lo investigaran. Era la ente cercana a Ubrique los que decían que yo no podía hablar de mi hija en la tele.

—Que es mi hija, que es que yo la he parido… —decía yo.

Cuando después de oírlo en el programa de Ana Rosa la noticia trascendió a los periódicos, el azúcar me subió a 500. No podía moverme de la cama; bebía agua y vomitaba porque estaba deshidratada por la subida del azúcar. Había dicho que iría al Deluxe, pero ni siquiera podía, no tenía fuerzas.

Recuerdo el día perfectamente.

A lasnueve menos cuarto mi madre me dijo que me vistiera y que me fuera a mi trabajo.

Tú nunca has sido cobarde, siempre has dado la cara —insistía.Y tenía toda la razón. Así que llamé a Toño y le dije que viniera a buscarme para ir al programa. No cobré ni un duro. Y cuando Jorge Javier me vio
entrar por el pasillo flipó él y fliparon todos…

A las once menos cuarto de la noche Jorge Javier Vázquez dijo que iba a entrar al plató. En la otra cadena, la cadena triste, como en broma llaman en
Telecinco a Antena 3, también se hablaba de mí. Dos especiales sobre el
mismo tema en dos cadenas. ¡Yo flipaba!

Pero Jorge Javier dijo triunfal:—En otros sitios también van a hablar de Belén Esteban, pero al final solo en Telecinco la tienen.

Karmele Marchante, Kiko Hernández, Rosa Benito, Mila Ximénez… me animaban con pancartas.

Jorge Javier fue a mi encuentro y nos fundimos en un abrazo entre llantos y
sonrisas. Me emociono todavía al recordar cada minuto de aquella noche.

Pero tenía claro que era la única manera de no perder la custodia. Me senté, miré a la cámara y era capaz en ese momento de comerme a quien fuera.

Solté por la boca lo que no está escrito,me cagué en la put*. Salí con 120 de
azúcar, pero me vino de miedo desahogarme.

Nada más empezar fui al grano:

—Estoy aquí por mi hija, por mí y por mi familia. Y estoy aquí sin cobrar,
eeehhh, que quede claro, ¿está claro?

Porque me habrían dado una millonada, lo sé. Y seguí diciendo:

—Porque hoy se han dicho cosas que no voy a permitir. Esta mañana mi
madre me ha despertado para decirme que había una investigación y que me
podían quitar a la niña. Me he enterado de esta barbaridad. Y yo, señores, si van a por mí o a por mi hija… Por mi hija mato. Yo no he sacado a mi hija en
portadas. A lo mejor el defensor del menor debería ocuparse de los padres
que pasan de sus hijos. Debería preocuparse de Sandra Palo, de Marta del Castillo, de Mari Luz…

El público me aplaudía sin cesar.

Ese día, por ejemplo, también alucinaba de que en la puerta de mi casa hubiera
tres unidades móviles de otras tantas cadenas de televisión. Salió hasta en el
Telediario de Televisión Española, y entonces, allí en el plató de Deluxe,
dije:

—Mi hija, ¿qué hace en un Telediario? ¡Ni que yo fuera Bin Laden!
Fue uno de los Deluxe más vistos.
Lo positivo de aquello fue sentir cómo me apoyó todo el mundo: mis compañeros, la gente por la calle, y Ana Rosa. Recordando ese programa, esa
noche, le tengo que agradecer el haber dado la cara por mí, aunque después
hemos tenido nuestras cosillas, que ya
hemos resuelto. También se lo agradezco a Chelo Montesinos, una de las
principales figuras de su productora, a la que adoro. Y a Cristina Soriano. Las
quiero muchísimo porque he vivido momentos muy buenos con ellas.

Esa noche no solo me jugaba la guardia y custodia de Andreita, la hija
de la Esteban, sino que dejé bien claro que nadie me iba a quitar de la
televisión. Era mi trabajo. Creo que demostré que no solo estaba por haber
sido la madre de la hija de Jesulín, sino porque me había ganado, y muy bien
ganado, el sillón.

A partir de entonces muchos Sálvame fueron… gloriosos; hasta el último, en el mes de abril de 2013, que, como comenté antes, fue infernal.
 
Sin comentarios.
Salgo rauda y veloz a comprar esa joya de la Literatura Hispana que no puede faltar en la biblioteca de ningún hogar español....y OLÉ.
 
Andreíta sorprende a todo el mundo con una foto en la que luce un gran escote
La hija de Belén Esteban y Jesulín de Ubrique se la hizo frente al espejo de su habitación

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Andreíta ya ha cumplido 18 años y, en unos días, se ha convertido en una gran estrella mediática, aunque ella no quiere colgarse esa medalla. Con la mayoría de edad también llegó la publicación de su cara en todos los medios y miles de fotos suyas han corrido como la pólvora por las redes.

Una de las fotos más compartidas y comentadas es una en la que la hija de Belén Esteban y Jesulín de Ubrique se hizo frente al espejo de su habitación. Lo que todos los usuarios han destacado es el gran escote que luce la joven en la imagen, que ha sorprendido a más de uno.

Algunos han aprovechado el revuelo levantado por Andreíta para insultarle muy cruelmente. Su madre, Belén, ya ha advertido que la policía está localizando a todos los que se han metido injustamente con su hija.
 
Los monitores de la ruta me decían que no lo hiciera, pero no podíamos con él,
lo hacía dijéramos lo que dijéramos. Y cuando los niños salían al recreo, ahí estaba él para verla en el patio. La quería tanto que hasta cuando se iba a
Ambiciones olía su ropita.
Mi hija le adoraba y todos nosotros también.


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CAPÍTULO 18


Año Nuevo, rostro nuevo


Mi nueva faceta profesional como
copresentadora con Jorge Javier fue
también testigo de un cambio en mi look.Sálvame me lo propuso y yo acepté,
pero con determinadas condiciones,porque me querían meter una cámara hasta en la operación.

—¿Estáis locos? ¿Queréis que sea como el Kiko Matamoros cuando le operaron las orejas en la clínica Bruselas? No, por ahí no paso —les dije. Son como los niños, ¡insaciables!, y hay que ponerles límites, porque si por ellos fuera, tendría una cámara constantemente en mi casa, las veinticuatro horas. Y no me merece la pena.


Creo que nunca haría un reality de
mi vida, como Mario y Alaska. Son muy majos y me río con ellos lo que no está
escrito, pero si me prestara a algo así no tendría vida.

No me importa hablar de operaciones y de cirugía estética. Estoy encantada de haber pasado por el quirófano para mejorar mi imagen, pero cuando me operaron la nariz lo pasé fatal. Al ver el resultado me llevé un disgustazo enorme porque me la dejaron totalmente torcida.

Me operé en noviembre de 2009 en Barcelona. También me eliminaron las bolsas de los ojos, me borraron arrugas y me aumentaron los labios. Aunque
reaparecí feliz siendo portada de Lecturas, no lo
estaba para nada. Además, con el paso del tiempo el resultado no fue el esperado y «aquello» fue empeorando.

La nariz nunca llegó a estar completamente recta ni los agujeros simétricos. ¡Un horror! No tenía que haberme hecho la operación allí porque me ha quedado una cicatriz para toda la vida.

¡La que lió Toño cuando me vio! Les dijo a todos, cabreado, que mi nariz
estaba destrozada. Cuando salí del quirófano se puso como un basilisco.


¡Cómo me dejaron de mal! Pero el espectáculo debe continuar, y todo el mundo deseaba verme con mi nuevo rostro, porque se creó mucha expectación con el tema. El morbo es lo que tiene…, pero yo no quería volver a la tele porque me veía muy fea.

Cuando reaparecí en el Deluxe en
diciembre de ese mismo año, me metieron en una limusina y yo me cagaba en todo lo que se meneaba. Querían alquilar hasta un helicóptero. Total, llegué al plató con la sonrisa en la boca, pero la procesión iba por dentro; me veía fatal, aunque ellos me decían que estaba estupenda. Mentían como bellacos, pero yo sabía lo que pensaban.

Luego resultó que me dejaron dos puntos dentro y no se dieron cuenta de quitármelos.

Todavía recuerdo la bajada por la escalera en esa entrevista. Llevaba un vestido negro maravilloso.

Hubo muchísima audiencia, un 26 por 100, seis millones de espectadores en el
minuto de oro, que se dice pronto. Pero ni esos buenos resultados quitaban el
sabor amargo de mi boca.

Pasaban los días y me creé un complejo horroroso porque se reían de mí en riguroso directo, incluso mis propios compañeros. Me llamaban «la sin nariz» a la cara. Estuve dos años sufriendo al verme. Todos se burlaban.

Incluso proliferaron leyendas urbanas sobre el verdadero estado de mi nariz.

Lo peor fue soportar que mi marido,Fran, me llamara fea. Lo que he llorado yo al oírle. Sé que no era él cuando me lo decía, pero fue horrible ver cómo me insultaba de esa manera tan cruel. Me sentía tan incomprendida. ¡Qué malos ratos pasé! Para mí quedan…

Menos mal que tuve el apoyo incondicional de Toño y de toda mi familia. Sé que este trauma de mi nariz martirizaría a cualquiera, pero una persona normal se miraría en el espejo, se vería mal, sufriría para sus adentros y ahí acabaría todo; sin embargo, a mí me veía toda España; era como un escaparate y padecía viendo cómo se mofaban cada día. ¡Era muy fuerte!

Pero, bueno, se lo perdono a todos.

Además, no quiero recordar malos momentos porque, gracias a Dios, me volví a operar. Lo hice en la clínica Menorca. ¡Qué diferencia! Cuando les comenté a mis jefes dónde había decidido operarme, se echaban las manos a la cabeza.

Después les he callado la boca a todos:

—Mirad qué bien estoy, me han cambiado las prótesis y me han dejado estupenda. Me operó Manuel Tafalla, todo un profesional. En la misma operación para arreglarme la nariz también me cambié las prótesis de mama que me habían implantado hacía once años y que tenía que sustituir porque eran de la empresa francesa PIP, acusados de comercializar prótesis defectuosas. Por cierto, este ha sido un caso que para mí ha tenido una muy justa notoriedad, porque es muy grave el daño que ha hecho a muchas mujeres; así lo comentamos y
analizamos en Sálvame.


El doctor Tafalla utilizó una técnica novedosa que aprendió en Estados Unidos. Me hizo una rinoplastia cerrada, es decir, por los agujeros de la nariz, y la restauró modificando los injertos anteriores y poniendo otros nuevos. A mí me lo explicaba y no lo entendía, porque lo único que le decía al doctor
era que quería verme bien. Verme normal.

Cuando me enseñaron mi nuevo rostro temblaba y me eché a llorar. Después de tanta tensión no podía contener las lágrimas. Fran, que me acompañaba entonces, me dijo que estaba muy guapa, que era otra persona.

Estaba supercontenta, realmente feliz, porque tenía un trauma muy grande con
mi aspecto físico. La operación me cambió la vida. Ya nadie volvería a llamarme payaso o adjetivos más crueles.

Mucha gente conocida reniega de la cirugía estética, incluso dicen que no se han hecho nada de nada y que todo en ellos es natural. ¡Ja! ¡Ja! Hay mucho
hipócrita por ahí suelto. Yo no tengo ningún inconveniente en contarlo. ¿Qué
sentido tiene negarlo si luego hay fotografías que te delatan? Tengo que
decir muy alto y muy claro que gracias a
la cirugía estética me veo buenorrísima.


Todo en esta vida tiene solución menos la muerte y pienso que los retoques estéticos están ahí para hacernos más felices. Y, por supuesto, si se tiene algún
complejo y una operación es capaz de quitarlos, ¿qué sentido tiene sufrir?

Ahora estoy encantada con mi nariz y mis nuevas t*tas. Y aunque pasé dos años muy malos, ahora me miro y me acuerdo de algunos. A esos, que os den por el culo.

Coincidiendo con este momento personal tan delicado tuve un gran éxito profesional. Aunque soy muy emocional y de lágrima fácil, también soy de las que me crezco ante las adversidades, por eso aguantaba las mofas con la
cabeza muy alta, y si alguno se atrevía a decirme algo, le contestaba sin
cortarme.

Toda esta etapa culminó con lo que considero el momento más importante de
todos los que he vivido en la tele. Hay fechas que no se olvidan y esta es una de ellas. Me lo dijeron en un absoluto directo un 10 de noviembre de 2009.

Recuerdo que ese día en el programa todo el mundo estaba muy contento,
había muy buen rollito. En los minutos finales Jorge Javier comentó:

—Belén, hay una sorpresa para ti y para mí.

Yo le miraba expectante mientras él me tenía cogida de la mano. Apareció la
imagen del reloj de la puerta del Sol, y entonces Jorge Javier soltó a bombo y
platillo:

—¡¡Damos las campanadas!!

Empezaron a saltar serpentinas en el plató y había un montón de fotógrafos
para inmortalizar el momento. Se me puso una cosa en la garganta. No sé
cómo explicar lo emocionada que estaba. Fue tan especial. Vaya semanas
que pasé hasta que llegó la noche…

Y llegó el gran día y todo eran nervios. No podía creerme que yo, Belén Esteban, fuera la que diera paso al año 2010 a todos los españoles que
quisieran sintonizarnos. Tengo que decir que ese día con Jorge fue maravilloso.
Me apoyó muchísimo y se portó fenomenal conmigo. Tuvimos miles y miles de ensayos porque todo tenía que quedar perfecto. Había una gran emoción también con los directores, Carlota, David, Raúl, Adrián…

Ensayamos con toda la Puerta del Sol de Madrid llena de gente; todos gritaban: «Sálvame, sálvame». Por supuesto, no quise que mi Andrea se
perdiera ese momento y me la llevé conmigo. Flipaba lo mismo que yo.


Llevé un espectacular y escotadísimo vestido azul de Versace, ¡todo un Versace!, con el pelo suelto y algo ondulado. Me veía como una princesa. En la elección me ayudó Maite, la estilista de Mercedes Milá, que es maravillosa. Le dije que confiaba plenamente en ella. Y la verdad es que fue un absoluto éxito porque el vestido me quedaba perfecto, como un guante. Costó la friolera de dieciocho mil euros.

Recuerdo que me pusieron un tanga que no se notaba y el micro en un liguero.
Estaba tan guapa.

Como todo el mundo se podrá imaginar ese día el recuerdo de mi padre estuvo conmigo. También pensaba en mi abuela, me la imaginaba viéndome
orgullosísima en su residencia con las uvas en la mano. En homenaje a los que
no estaban con nosotros, Jorge y yo pusimos una foto de nuestros respectivos
padres en una mesa. Si ya de por sí las Navidades son fechas muy especiales en las que se echa de menos a los que no están, en ese momento tan único se les añora mucho más. Sentía tanto que mi padre no pudiera verme… ¡Cómo lo
habría disfrutado!

Cuando entramos en directo empezó a sonar la canción de Mecano, Un año


más
. Yo no podía hablar de la emoción, porque era una de las canciones favoritas de mi juventud. Cuántos recuerdos mientras escuchaba «y en el reloj de antaño, como de año en año… cinco minutos más para la cuenta atrás».

Jorge me apretaba la mano para que reaccionara, pero yo estaba como en una
nube.Y como dice la letra de la canción, «cinco minutos antes de la cuenta atrás» también hice balance, no solo de ese año, sino de toda mi vida. Me acordaba de mi niñez, de cuando estaba en casa con mis padres viendo con ilusión las campanadas. «¡Madre mía, Belén — pensaba—, mírate dónde estás ahora!».

Cuando salimos al balcón, qué impresión ver el reloj tan cerca y a toda esa gente gritándonos. No daba crédito a tanta emoción. Y nos miraban a nosotros, no a la Igartiburu —la presentadora vasca daba también las campanadas ese año en Televisión Española.

A mi hija me la comía a besos.

Cuando dieron las doce se me cayeron unos lagrimones que para qué. Empecé
llorando y acabé llorando. Me equivoqué, pero no se notó porque Jorge
es muy listo y tiene muchas tablas.

Juntos tenemos mucha química, lo reconozco y no hace falta más que
mirarnos para saber qué es lo que hay.Yo sabía lo que teníamos que decir, pero
estaba con la copa y me temblaba la mano. Y Jorge me besaba, sin soltarme,
aprentándome bien, como diciendo:«Belén, este es nuestro momento».

Fue muy gracioso, porque antes de llegar a las campanadas intentábamos explicar los cuartos y pedía tranquilidad a los espectadores, cuando en realidad
era yo la que estaba de los nervios y exaltada a más no poder. «Primer cuarto,
segundo cuarto… Tranquilos». Luego llegó el silencio y empezaron: «Una, dos, tres… ¡Feliz 2010!», gritamos cuando dieron las doce en el reloj mientras nos abrazábamos. Mis primeras palabras fueron para los míos:

Felicidades, mamá, te quiero; a mis hermanos, a Andrea, te quiero, te
quiero; a mi gente, a mis amigos, a mi marido, a mi amiga Mariví.


Jorge intentaba hablar, pero no le dejaba. Recuerdo que me dijo que le
dejara algo para él, pero estaba tan pletórica que no podía parar. Y seguía y
seguía:

—Mucha felicidad para todos.

Cuando acabamos, al ver a todos los directores mirándonos emocionados, me
sentí muy orgullosa. La retransmisión de las campanadas para la cadena
Telecinco tuvo 2 836 000 espectadores y un 20,4 por 100 de cuota de pantalla. LaPantoja, al año siguiente, me ganó por medio punto, pero cómo lo disfruté. Me encantó.

Después nos tuvo que sacar la policía porque la gente se nos echaba encima. Luego cada uno nos fuimos con los nuestros a celebrarlo. Como el reloj de antaño, me fui a casa de mi amiga Mariví, donde me esperaban los míos.

Todo el mundo me llamó para felicitarme. Fue muy bonito, un recuerdo imborrable. Lo más. Es cierto que la tele te quita, pero luego te ofrece estos
momentos y lo compensa casi todo
 
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de prensa rosa @Bailarina
 
CAPÍTULO 19


La princesa del pueblo


Después de las campanadas de
Nochevieja mi trayectoria profesional seguía imparable. No lo digo yo, lo dicen las audiencias. Tanto me apoyaba el público que empezaron a llamarme «la princesa del pueblo», porque muchos veían en mi historia un cuento de hadas hecho realidad: una chica de clase humilde que había salido de la nada luchando para sacar adelante a su hija, sin renunciar a sus orígenes ni pisar a
nadie en el ascenso.


No voy a negar que ese nombre me llena de orgullo, no por lo de princesa
—aunque, ¿a qué mujer no le gustaría serlo?—, sino por lo de pueblo. Me gusta estar al tanto de lo que ocurre en la calle. Me preocupa muchísimo mi país y
estoy bien informada. Leo mucho, veo los informativos. No haber estudiado no me convierte en una ceporra que no se entera de nada y siempre he defendido a la clase obrera, a los ancianos, a la gente en paro, a todos los que injustamente colocan como inferiores.

En los medios de comunicación empezaron a estudiar el porqué de mi exito; algunos pensaban que todo era una
operación de marketing y se hicieron
hasta estudios sociológicos sobre mí.

Viendo el tirón, en Telecinco prepararon un documental sobre mi vida y mi
trayectoria. En el mismo había testimonios de psicólogos, sociólogos, escritores, publicistas, filósofos,políticos y periodistas que analizaban`las causas de por qué una chica de San Blas —o sea yo—, de un barrio de gente trabajadora de Madrid se había hecho tan popular. Decían que era un fenómeno mediático sin precedentes en este país.

Se presentó por todo lo alto el 22 de septiembre de 2010 en los cines
Palafox. Hubo una premiere, como los
grandes estrenos de cine. Fue increíble.La calle Alberto Alcocer estaba a tope`de gente; yo era algo así como la Nicole Kidman cuando va a presentar una peli.

Estuvieron acompañándome muchos amigos y toda mi familia: Fran, mi madre, mis hermanos, junto con muchos otros como Óscar Lozano, Bárbara Rey y algunos de mis compañeros de
Sálvame, etc.


Iba guapísima, llevaba un moño alto que me favorecía bastante y un mono
negro junto con unos maravillosos zapatos de color rosa que iban a juego
con el bolso. Fue una noche muy especial y posé sonriente para todos los
medios que acudieron al acto. Lo que lloré al ver muchas de las imágenes,
sobre todo cuando hablaron de mi yo más íntimo, cuando rastrearon en los
rincones de mi infancia en San Blas.Salieron fotografías de cuando era pequeña, con la música de Los Chichos de fondo, fotos de mi familia, las monjas…

Y como en este país la envidia es deporte nacional, lo que me jode es que luego me criticaran por ello. ¡Que critiquen a quien lo ha hecho! Yo no me lo he inventado, y si lo han hecho será por algo. Lo de «princesa del pueblo» lo
quisieron volver en mi contra, como si yo me lo creyera, como si yo me sintiera
superior a todos. Cuando creo que
quiere decir todo lo contrario: que soy una más, pero que tengo la oportunidad
de hacerme oír.

Aquí el camino se demuestra andando.

No me interesan los contratos que tienen los demás. En este mundo se matan todos y algunos hacen mucho daño, pero yo no quiero buscar problemas. Y que conste que yo a mis compañeros les quiero —a algunos más que a otros—, pero es que no podemos hablar de la vida de los demás con tanta impunidad, porque cada uno tiene su «mierda» que esconder o que limpiar, a gusto del consumidor.

Hay compañeros que se siguen metiendo conmigo con eso de «la princesa del pueblo». Me llaman así en plan irónico, pero me da exactamente igual. Que digan lo que quieran.

He salido hasta en la portada del
periódico Le Monde. Decían de mí que era «la reina del talk show, la gran
estrella española de Telecinco». Me dedicaron un artículo en el que se decía
que cada día la princesa del pueblo — servidora— reunía a más de dos
millones de telespectadores. Y no lo dijo un «mindundi», sino un prestigioso
columnista del diario francés que se llama Christian Salmon. Comparó mi
vida con la de Kate Moss. Según él, ambas trayectorias eran bastante paralelas. Las dos habíamos dejado atrás nuestros modestos inicios para convertirnos en auténticas «musas», seguidas por millones de personas. Sus palabras exactas eran: «Mientras la primera se ha convertido en un icono de estilo de moda y de vida, Belén ha llegado a ser coronada por sus múltiples seguidores con el título de princesa del pueblo».

También es cierto que con el documental hubo tanto revuelo mediático que se llegó a plantear que si me presentase a las elecciones cosecharía el 7,9 por 100 de los votos.

¡De verdad que flipaba! A mí no me va la política, prefiero la televisión, pero
lo mismo un día doy un susto a más de uno, y me presento.

Repito que nunca he ido por la vida como la princesa de nada; lo que pasa es
que a muchos de los de mi entorno les sienta a cuerno quemado. Me refiero a la
gente de mi alrededor, de la tele… Y como aquí el más tonto el último, también hablaron de si mi salario era justo o no. ¡Ni que yo ganara una millonada!

Y yo me pregunto: ¿tanto interesa el sueldo de Belén Esteban? A mí no me
importa lo que gana Jorge Javier o Mila, o cualquiera de los otros colaboradores
de Sálvame, y no pregunto porque no me
interesa. Hay mucho listillo suelto que piensa que aquí se gana dinero fácil. Antes, posiblemente, sí era así, pero ahora con la crisis las cosas han cambiado y mucho. La gente cree que en la tele pagan millones y millones. Oye, entiendo que soy una afortunada por mi trabajo, pero si hubiera tenido una carrera, a lo mejor me habría ido mejor.

Otros ganan más que nosotros, como los banqueros. Y además, yo no tengo una cuenta en Suiza, aunque el periódico
El Mundo haya dicho que sí —para mí
son unos hijos de…—. Escribieron que ganaba un millón y medio de euros, lo
leí con mis propios ojos: «Belén Esteban tiene paraísos fiscales».

¿Perdoneeee? Si tengo mi dinero en La Caixa de Paracuellos. ¿Eso es un
paraíso fiscal? Si no sé ni siquiera dónde están las Caimán.

¡¡Eso es mentira!! Y aunque fuera verdad, ¿me lo pagan ellos? No,¿verdad? Pues también mosqueada, no
me corté y en un Deluxe les puse a caer
de un burro, al que había escrito ese
artículo en El Mundo y también a Pedro
Jota, su director.

En mi cadena me aconsejaron que no me metiera con Pedro Jota, pero es que
en su periódico me ponían verde a las primeras de cambio.
Un día le preguntaron por mí en un
hotocall y contestó que no conocía de
nada a Belén Esteban.—Pues para no conocerme escribe usted cuatro páginas sobre mí de la A a la Z. ¿Revisa lo que se publica en su periódico? —le respondí. No me corté ni un pelo. Es que me lo puso a tiro.

Otra cosa que quiero decir es que la única princesa de España se llama Letizia Ortiz. Letizia y yo tenemos poco en común. Eso sí, hemos coincidido con el mismo vestido en la portada de la
revista Lecturas, lo que me ha llenado
de orgullo. ¡Era de Mango! Pero no hay comparación entre ambas, porque ella tiene que dar una imagen y es mucho más elegante que yo. Ya he dicho que si
hubiera querido refinarme lo podría haber hecho, pero he seguido siendo fiela mi estilo. No me gusta aparentar lo que no soy.

No hace mucho salí en la revista
QMD como ejemplo de
Letizia y yo somos muy distintas, pero tenemos en común que ambas somos dos mujeres de nuestro tiempo y de la misma generación —me encantaría
encontrarme a Letizia para saludarla. Soy superfan de nuestra princesa, pro
Letizia total—. Nos llevamos muy poco. Ella tiene ya los cuarenta y yo voy entrar en ellos dentro de nada. Hemos vivido los mismos acontecimientos de España y de fuera, y seguro que nos habremos emocionado cuando ha ganado
Nadal algún trofeo.

¡Qué fenómeno el Nadal! O la Selección en el Mundial de Fútbol. Y qué fenómeno Iker Casillas cuando le plantó ese besazo a Sara Carbonero. Lo
que disfruté viéndolo, ¡qué beso! A mí solo me ha besado así Fran. Bueno, en
o que estaba. Que al final todos somos iguales. Nobles o no nobles, salimos del
mismo lado y nos vamos por la misma puerta.

Una vez le envié a la princesa unos zapatos que promocionaba y fue flipante
lo que ocurrió, un descojone total.Estaba tan tranquila en mi casa, sonó el
teléfono, y de repente me grita la Neli que es la chica que trabaja en casa:


—Belén, que la llaman del palacio de la Zarzuela.

Yo contesté:

—Neli, usted está gilipollas.

Y entonces oigo a Fran:

—Que sí, Belén, que es verdad.

Total, que me puse y una voz me

dijo:—

Señora Belén —a mí que nunca me llaman señora—, la llamamos de Palacio.
Oye, que era cierto, me llamaba el secretario de la princesa dándome las
gracias porque le había mandado el par de zapatos. También me dijo que nos veían en la tele y me dio las gracias por defenderlos. Se lo agradecí con mucha
educación y le contesté emocionada:

—Dele recuerdos al rey, a la reina, a toda la Casa Real, a todos, de parte de
Belén Esteban. Que tengo zapatos para todos.

Me gustaría que reinaran los príncipes, quiero que el pueblo les dé la oportunidad porque el príncipe está muy preparado y este es su momento. Además, ella es de Moratalaz, al lado de mi barrio, y lo está haciendo fenomenal. Es una mujer que se ha educado muy bien para ser reina de
España y es lo que tiene que ser. Creo que lo haría fantástico. Y no soporto
cuando le dan caña. ¿Por qué no puede salir con sus amigas a tomar algo?, ¿por
qué no puede ir a la discoteca Gabana?

¡Que se debe al país!, dicen los que les critican. Chorradas y más que chorradas. Aquí algunos con tal de criticar son capaces de todo. Según está el país y nos dedicamos a chorradas. Si pudiera, a más de uno le pondría
en su sitio. Desde Sálvame o desde
donde fuera, porque yo me entero, como cualquier otra persona, y me duele lo
que le está pasando a mi país. No solo la crisis y el paro; es la corrupción. ¿Me
va a decir el Bárcenas cómo tengo que vivir? Ese hijo de… Y su mujer por
Serrano comprando. ¡Otra que tal baila!

Y pidiendo. Pero ¿qué le vamos a dar? Al hostal Nati —como dice mi madre—,
la que se afeita el chocho con Filomatic.

¿Y lo que está pasando con el Gobierno? ¿Pero esto qué es? ¿Por qué
no nos dan explicaciones? ¿Por qué el chófer le lleva ropa al Bárcenas a la
cárcel? Y Rajoy, ¿qué piensa hacer? ¡Y ahora me tengo que creer que lo que
pone ese hombre en el cuaderno es mentira! Se está viendo que es todo lo
contrario. En cualquier caso, lo que se oye de esas noticias es negativo; da la
sensación de que los políticos se burlan de nosotros y de que todos los partidos,
de nuestras Administraciones, se ha llevado algo hasta el Tato. Desde el más
pequeño hasta la Cospedal

Un día
conocí a Rajoy en el programa de Ana Rosa y vino a saludarme educadamente.
Viendo lo que está haciendo ahora, si lo sé… Todos son unos corruptos.

¡Hombre!, que mis hermanos, como otros muchos, están en paro. Y después
ves a esos viejecitos a los que les han quitado el dinero con las preferentes o
la gente que hay que no tiene para comer, yendo a los comedores sociales.
Y estos poniendo la mano: «Me lo llevo, me lo llevo, me lo llevo».

Y luego el de Caja Madrid paga dos millones y medio de fianza para salir de
a cárcel, y además se casa a lo grande.¡Que reparta ese dinero a esa gente!

¡Con el paro que hay! Escribo esto no como la persona que sale en la tele, sino como un espectador más, que está viendo a su país en una crisis muy profunda. En las noticias de Piqueras —que me gusta mucho cómo lo hace—, en Telecinco, vi una cola en una oficina del paro y la gente se tapaba la cara porque les daba vergüenza. Mi madre ha estado toda la vida limpiando, no tenía contrato y le ha quedado una pensión de viudedad de setecientos euros. ¿Quién vive con eso? Nadie. Gracias a Dios, no le falta nada porque la ayudo, porque si no sería como otras muchas viudas de España. ¡Una vergüenza!

Cuando hablo de estas cosas me enciendo, no me callo. Como la justicia en este país. Algunas cosas que hacen no tienen nombre. Para muchos casos tendrían que poner la pena de muerte.

Por ejemplo, a todos los del 11-M. A una amiga mía la mataron allí. Llevaba
tres años casada; su madre no ha conseguido superar esa pena. O casos
como lo del Bretón, el parricida de Córdoba, condenado por el asesinato de
sus dos hijos… ¡Me tiene negra! Esos abuelos tenían que haber declarado y
haber dicho: «Mi hijo es el asesino,porque se han muerto dos nietecitos
míos». Si fuera la madre, en el juicio habría quitado el biombo y le habría dicho que era un hijo de la grandísima put*. O la madre de Sandra Palo. A su hija la violaron, la atropellaron, ¿y dónde está el Rafita ahora, el principal implicado en la violación y el asesinato, después de salir del centro de menores ¿Y la de Marta del Castillo? Una madre que no ha podido velar a su hija. Lloro
cuando veo a ese abuelo que va todos los días al río. Yo los mato, si le hace n algo a mi hija. Y mato es que mato. Y, si no, cadena perpetua… El que lo haga
que lo pague.

La justicia no es igual para todos, al contrario de lo que dijo el rey en ediscurso de Navidad de hace unos años.

Aquí hay clases y clases, y hay justicia para unos y para otros no. Lo tengo más
que claro, cristalino. Como el tema de la Pantoja y la Campanario. Entiendo que
ha habido un juicio con sentencia. Pero, vamos a ver: si hubiera verdadera
justicia, la Campanario tendría que haber ido a la cárcel, porque nos intentó
robar a la Seguridad Social. ¿Es normal que la echen una multa de mil ochocientos euros? ¿Alguien lo entiende? ¿Qué diferencia hay entre la Campanario y la Pantoja? A las dos las han condenado, pero ¿de quién hemos
hablado más? De la Pantoja. Estoy segura de que está arrepentida de
haberse equivocado de hombre. Su madre está todo el día rezando. Menos
mal que tiene a su nieto para devolverle la sonrisa.

Y otro tema que me enerva:Hacienda. Hacienda, ¿somos todos?Dejadme que me ría… Yo tuve un problema con Hacienda y cuando fui a mi Administración les dije:—¿Oiga, el señor Zapatero hace la declaración? ¿Y el Urdangarin?

Y luego a mí me hicieron una inspección, y cuando fui a enterarme, me hicieron pagar por los impresos veinte céntimos, serán cabrones, encima de lo que nos sacan tenemos que pagar los impresos.

Se habló mucho de que había estafado al fisco, pero no es como lo cuentan. Otros me han criticado con este tema cuando tienen mucho que callar, porque sé de buena tinta que también les han pillado. Lo que ocurrió es que un.gestor me hizo una putada y tuve que pagar una multa de cien millones de pesetas.

Me equivoqué sin saberlo y, ¡ojo!, que lo he pagado poco a poco, hasta el último céntimo. Confié en él porque suponía que me lo haría todo como Dios manda, pero he tenido que ser yo quien ha pagado religiosamente;
sin embargo, al gestor no le ha pasado nada. Con el ciudadano de a pie no se
equivocan, pero ¡qué casualidad!, con otros sí; como la infanta y las trece
fincas que supuestamente se compraron utilizando su carné de identidad, que es superprivilegiado, cuando luego había sido un error. ¿Pero cómo pueden
producirse estos errores en una administración como Hacienda? ¿Por
qué es tan fácil que se burlen de todos nosotros?

Me parece una vergüenza lo que pagamos, porque parece que se lo lleva el Bárcenas y otros muchos sinvergüenzas de la misma calaña. Y luego se cargan a uno que vale, a Garzón. ¡Ole por el juez Baltasar Garzón! Le defenderé toda mi vida. Es el único que ha tenido coj*nes con el Caso Gürtel, no lo olvidemos. Y con los etarras, porque ¿quién ha tenido narices de meter a etarras en la cárcel? Muy bien que ha hecho en irse a América. Le apoyaré siempre. Me parece que tiene una gran personalidad y que ha hecho muy bien su trabajo y me parece muy mal que no le hayan dejado seguir.

¡Como Urdangarin! Otro que tal aila. Para mí, como para muchos españoles, todo el escándalo de Urdangarin y los supuestos cobros de dinero público para sus empresas me escandalizan. Creo que nada le ha hecho más daño a la monarquía que esto. Pero también me pregunto por qué la infanta Cristina no se separa del marido. Quizá no se separa porque él tiraría de la manta. Yo soy muy del rey, pero el Urdangarin para mí es un cabronazo. E insisto, la Cristina no se separa por lo que pueda decir el «otro». Yo creo que tiene miedo. Y la monarquía debería saber defenderse mejor. Y con todo, no estoy de acuerdo con los abucheos, ¿por qué tenemos que abuchear a la reina, a doña Letizia o al rey? Creo que el rey debe llorar en soledad. Y voy a dar la cara por él toda mi vida, porque ese hombre está aguantando, y mucho.

Y la reina, ¿qué culpa tiene? Es una madre como yo y como tantas otras, y
defenderá siempre a sus hijos. Cuando se meten con ella llamándola de todo, mi primera reacción es decir: «Señoras, ¿cuántas mujeres hay en España como
ella?». ¿Por qué ponemos verde a la reina?

Sí, el rey tiene una amiga, pero ¿cuántos hombres no las tienen?, ¿Qué
tienen problemas en el matrimonio? Otra cosa es que esa Corinna se haya hecho rica a costa de su relación con el rey. A mí toda esta situación que vivimos en nuestra monarquía me afecta, porque me gustan nuestros reyes. Y por eso me duelen los abucheos. Y reitero, en especial, lo que le hagan a la reina. Me duele mucho cuando va al Liceo y la abroncan. No es justo. Esta señora debe de estar sufriendo lo que no está escrito.

Lo de las Olimpiadas es otro tema que me tiene negra. ¡Si hubiera ido yo, nos las dan! Esa Ana Botella, ¿de qué va? Ese inglés, ¿qué es? ¿No hemos
podido dejar hablar solo al príncipe o a todos los futbolistas que tenemos,
deportistas olímpicos…? ¿Qué hace esa señora? ¿Quién ha pagado esos billetes
de avión a Buenos Aires? Porque no valen mil euros, con dos acompañantes
cada uno. Ya sabemos, señora, que en la plaza Mayor dan café con leche. ¿No
podemos vender más cosas? Si están ya el 80 por 100 de las infraestructuras
hechas aquí en España. A mí, desde,luego, el piso que iba a vender me lo
han jodido, porque ya no lo puedo hacer.

Yo, como todo el mundo, me había hecho ilusiones con las Olimpiadas.Pero, desde luego, el discurso de la alcaldesa lo que nos dejó fue un gran disgusto. Si fuera yo la que decide, no me presentaría más.

¡Es que se lo dan a Tokio con eso del gas del Fukushima,ese! Al final va a ser que es gafe la Ana Botella.

Al Rajoy no le voto: pero ni a él, nia Zapatero, ni a ninguno de estos… Amo
a España y me duele cómo la están dejando.

No puedo con el independentismo, como lo de la Diada.

Lo siento por los catalanes, porque no quiero que me cojan manía y sé que en
Cataluña me quieren mucho, pero tengo que preguntar: ¿España es un país o es una nación? ¿Qué es? O sea, que vosotros sois independientes, es decir,
que no sois España… Pero para ayudaros económicamente sí lo sois.

Entonces, ¿con quién juega el Barça? ¿Con el Español y el Sabadell? Vamos ver, ¿qué independencia queréis? Seamos un país, unidos todos, y busquemos la misma finalidad para

España. Joder, nos vamos a quedar con Extremadura, Andalucía y Levante. Eso

me parece muy mal. Me gustaría que no tuviéramos estas peleas, que luchásemos todos por un país que se llama España y dejarnos de tonterías. El Mas ¿qué hace? Si es que a su partido lo acusan de estar financiado
ilegalmente. La familia Pujol… Se lo están llevando todos a manos llenas…
Todas estas cosas, y encima con el paro que hay. Conseguir trabajo es muy
difícil, pero también hay que pagar un sueldo decente.

La hija de mi amiga ha estado trabajando en la Warner todo el verano a 4,80 euros la hora, 4,80… Y lo tenía que coger, porque si no llamaban aotra. Es menos de mil pesetas, es un insulto. Y todo se lo llevan los otros.

Por eso cuando me dicen lo de «la princesa del pueblo», pienso: sí señor,
sí señor. Y si me tuviera que dar de hostias por defender a la gente o a este
país con alguno de los sinvergüenzas que se lo llevan calentito, me daría.
¡Claro que sí!
 
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