Cuando yo estaba en bachiller, un día el director del instituto entró en clase para darnos una charla motivacional. Nos dijo que para espabilarnos teníamos que salir del nido con 18, para ver qué era la vida real, nada de estar comiendo en casa hasta los 30. Nos propuso, durante más de 2 horas, insistir en casa para irnos a una universidad lejos de casa, a ser posible en el extranjero, porque los idiomas nos cambiarían la vida.
"Yo a mí hijo que tiene vuestra edad lo voy a mandar fuera, que sepa lo que vale un peine" y desde su punto de vista -y sobre todo económico- esa opción era muy buena y muy viable. Pero yo sabía que en mi casa, que cada vez que tenía que pedir 20 euros para un libro o una excursión ya era una DISCUSIÓN, esa opción no podía ni comentarse, y que estaba muy claro que para mí había o pública o nada.
La realidad es que estudié en la pública una carrera que no me gustaba desde el principio, pero con insistencia de mis padres acabé el primer año sin pena ni gloria y me cambié a otra, con muy pocas salidas. Necesitaba recursos, como clases particulares, un buen ordenador, materiales, en fin, cosas que no tuve y que de tenerlas siempre había que renunciar a otras, como vacaciones y demás. Me esforcé mucho, muchísimo, sólo sabe dios cuánto, y cuando acabé, vi que para encontrar trabajo debía irme a ampliar mis estudios a otro sitio, porque en mi comunidad no habían muchas ofertas, y eso, en nuestra situación, no era posible. Tampoco habían muchas opciones para opositar de eso.
Así que decidí, que esforzándome mucho, y dando todo de mí, algo bueno pasaría, o al menos alguna oportunidad que pudiese ir encadenando otra con otra e ir escalando. Nada de eso ocurrió, pero en cambio, antiguos compañeros míos, con más poder adquisitivo, esos que venían a clase con el Mac, el iPhone y todas las pulseras de los festivales, esos, sí que encontraron oportunidades. Y cuando se quemaban de la situación de aquí, no tuvieron peleas para irse de Erasmus, o continuar formándose fuera. Eso, sin duda, alguna puerta abre.
Con esto quiero decir, que nos venden muchas veces que con esfuerzo a todo se llega, y la verdad es que no somos conscientes de las situaciones personales ajenas que dificultan esa recompensa. Yo puedo estar toda la vida tratando construir algo y de repente, un gasto imprevisto, un desastre natural, o una crisis económica puede llevarse todo el esfuerzo por delante, sin miramientos. Yo por mi naturaleza tengo que forzar la puertas para que se abran, y alguien en la suya, abrirlas de un empujón.
Yo, por mí geografía, economía, familia y demás no he contado con el mismo apoyo que tú, por ejemplo. Y mientras alguien en otra posición ha podido compaginar trabajo y estudios, o ha tenido para elegir, otros nos tenemos que conformar entre la mierda y la nada. Y si hay personas, que no lo ven, y ponen su lucha como ejemplo, de que si trabajas y buscas, encontrarás, es que no parten realmente de la nada (nada de contactos, de respuestas, de dinero, de oportunidades en general) y no saben realmente lo que es resignarse, aún con formación, a aceptar un trabajo por 300 euros al mes.
La queja de la chica va por ahí y yo la entiendo. Con +25 ya vas tarde para algunos trabajos precarios que pueden ayudarte a salir del paso, como pueden ser en algunas tiendas o empresas de servicios, y en cambio con menos edad te descartan por joven o porque por estudios ven que vas encaminada a otra cosa. Todo se trata de tener empatía y ver más allá de la situación cuando te va bien, porque está claro que la cultura del esfuerzo funciona cuando tienes algún tipo de apoyo detrás. Hay gente con estudios currando en glovo y mierdas así, y no creo que ellos asuman que están esforzándose poco, quizás lo hacen más que muchos con 15.000 pedaleadas al día, que se dice rápido.
Y con una situación así, pocas ganas te quedan para seguir estudiando. Y ya no hablo de tiempo y dinero, si no que crecer y madurar, también es darse cuenta de cómo funciona todo y lo mucho que limita el "de dónde vienes"