Hoy he visto un documental (en alemán) sobre otro tipo de estafas que se hacen a personas mayores y bufff, qué malnacidos.
El modus operandi es el siguiente: buscan en el listín telefónico a posibles víctimas con nombre de persona mayor (así les consiguieron atraer los periodistas que lo grabaron todo, compraron montones de números de teléfono que parecían de abuelos y los registraron en el listín) y se hacen pasar por un/a nieto/a que les llama llorando porque acaba de tener un accidente en el que ha atropellado a alguien y se lo han llevado detenido. Luego le pasan el teléfono a otra persona que se hace pasar por un policía que les tranquiliza y les dice que no les va a pasar nada a sus nietos, pero que tienen que pagar o un depósito para la fianza, o algo del seguro de accidentes y que enseguida se les va a reembolsar, que les van a ayudar en todo, y que les pasan con la fiscalía.
La persona que se hace pasar por fiscal les pregunta cuánto dinero y cosas de valor tienen en casa (tipo relojes o joyas) y cuando se lo dicen, les responden que lo metan en uno o dos sobres, y los sobres en una bolsa de plástico o de papel, y que enviarán a un secretario a recogerlo a su casa (yo con esto he flipado muchísimo) y les dicen el nombre de la persona. Les tienen horas y horas al teléfono mientras se ganan su confianza y les van sacando información, e incluso en algún caso a los de verdad si les dicen que no tienen efectivo en casa les envían al banco a sacar dinero.
El pájaro que hace de intermediario se presenta en la puerta de casa de los abuelitos, teléfono en mano hablando con el estafador que da las órdenes, para recoger la pasta. Los periodistas no contaban con eso y la primera vez claro, no tenían a una persona mayor para entregar la bolsa, y el intermediario salió por patas al ver a una persona joven, así que tuvieron que contratar a actores para seguirles el rollo. El intermediario hace una serie de comprobaciones y se lleva la bolsa. Una vez hecha la “entrega”, los periodistas llamaban a la policía, y mientras, les perseguían con cámaras y micrófonos por la calle. Luego ellos mismos contaban que hacer eso era un pifostio, porque tenían que presentar denuncias contra los estafadores, ir a declarar, etc.
A los intermediarios, por su parte, los estafadores les captan con ofertas de trabajo de “transportista”, con horarios bastante reducidos y promesas de sueldos muy generosos, como lo que estáis diciendo por aquí en los últimos mensajes. Muchos, al llegar la policía a detenerles, dicen que es la primera vez que hacen algo así y que no sabían que era nada ilegal (ya, y mi marido es Emmanuele Filiberto de Saboya, no te jode). Los autores del documental consiguieron ir tirando del hilo y la policía pudo llegar hasta los call centers desde donde se organiza la estafa. Los cerebros de las bandas estaban viviendo en Polonia, el Líbano y Turquía (Izmir concretamente).
También salían algunos cortes donde se veía cómo reaccionan los scammers cuando se dan cuenta de que les han engañado, y vaya tela. Insultarles es lo más light. Incluso uno volvió a llamar al periodista a amenazarle en plan “sé que tienes hijos” (supuestamente, él le había dicho que los tenía cuando se hacía pasar por el abuelo), “les voy a secuestrar y voy a vender sus riñones”. Es que imaginaos el cuerpo que se le quedaría a una persona mayor que les haya dado información verdadera sobre su familia al oír eso.
Uno de los policías decía que reaccionan tan mal porque claro, el tiempo perdido también es pérdida de recursos y dinero que dejan de ganar. Así que lo mejor que podemos hacer es, siempre yendo con mucho cuidado, darles bola porque, como hemos dicho muchas veces, mientras están hablando con nosotras no están dando con otras posibles víctimas.
Yo ya me he montado mi cuenta catfish con una cuenta que no uso en Facebook y que no tiene absolutamente ningún dato mío aparte de un email antiguo.