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Este periódico habla de ello...De qué ha muerto?
Eso va en sensibilidades, cuando los piropos eran agradables e ingeniosos te sacaban una sonrisita si eran groseros, las menos veces, se les ignoraba, los obreros de las obras solían ser bastante respetuosos, peores eran los que pasaban por tu lado y en bajito te decían barbaridades, a éstos ni caso y en muchos casos le soltabas algo adecuado, si estaba esperando a alguien y se acercaba un pesado le miraba y le decía que me dejara en paz y si persistía llamaba al camarero, recuerdo mi juventud como algo maravilloso llena de ilusión e inocencia por comerme el mundo, millones de risas y amoríos, cada uno cuenta su versión y percepción, lo que tenía claro es que sabía defenderme y no me iban a amargar unos groseros que ni me iban ni me venian. más daño hacían algunas mujeres que por envidia te criticaban poniéndote mala fama.Yo de joven he sentido miedo y vergüenza de salir sola de casa porque era muy llamativa y me gritaban barbaridades que hacían que quisiera que me tragara la tierra. Recuerdo tardar el triple en hacer un trayecto andando por ir evitando andamios, obras y grupos grandes de hombres, porque en esa lamentable época era de lo más normal que cualquier grupo de albañiles, amigos o de lo que fuera te dijeran auténticas cochinadas que además de hacerte sentir vergüenza, apuro y hasta en alguna ocasión miedo, llamaban la atención de los demás transeúntes y te acababa mirando todo el mundo por culpa de sus gritos. No considero que eso fuera natural, y desde luego no me encantaba en absoluto. Ni que me pitaran los coches, ni que no me dejasen tomar algo tranquila y sola sin invadir mi intimidad, ni que me diesen una opinión que ni había pedido ni quería saber sobre mi cuerpo. Recuerdo toda mi juventud con un sentimiento de impotencia y con el único deseo de ser invisible. Hasta me quité de rubia con tal de llamar menos la atención, pero ni así. Benditos años, cuantisimas ganas tenía de llegar a esta edad y dejar de atraer la atención de todo aquel tipo de fauna
Si, es que ahora están mucho más civilizados. Claro que sí, ahora no piropean, te violan en grupo y lo graban y es más moderno, moderne. Si no fuera por las manifestaciones femi.nazis en t*tas, tetes por las calles, que sería de nosotras, nosotres..nosotris
¿Qué tienen que ver las peras con las manzanas? ¿De verdad te crees que solo las que hacen manifestaciones en t*tas no gustan de los piropos? ¿Y no gustar de los piropos es decirte cómo ser mujer? Así es fácil que todas te parezcan feminazis.Ayyy que maravilla tu post. Me ha relajado leerte.
Estoy hasta el mismo to.ti de las fe.mi.na.zis en t*tas desnudas, desnudis, desnudes, que nos vengan a decir lo que es ser mujer.
Pero tenía unas machacadas muy buenas. Eso hay que reconocérselo.
Yo lo que recuerdo de este señor es que en los últimos años lo llevaban al Deluxe en la última media hora a decir 4 comentarios babosos y sin gracia y la verdad es que daba muchísima vergüenza ajena.Yo debo de vivir en una realidad alternativa donde este señor fue un jeta, con unos comentarios lamentables hacia las personas, que su hija no le hablaba y se vanagloriaba de ello, y que no lo podía ver ni cristo bendito.
Ahora resulta que todo el mundo lo llora y lo querían muuuxo. Lo flipo.
Una cosa es tener respeto y otra contar un cuento que ni en Bambi.
Podría haberle hecho llegar esa carta por algún conocido común o de cualquier otra manera, si lo que quería es que ella la leyera. Monetizar una carta a su hija, y de paso victimizarse públicamente, no habla nada bien de este "padrazo".
La mala fama también te la podían dar los hombres inventando historias. Eso nunca ha sido algo exclusivo de las mujeres, no va ligado al cromosoma XX sino que va con la persona.Eso va en sensibilidades, cuando los piropos eran agradables e ingeniosos te sacaban una sonrisita si eran groseros, las menos veces, se les ignoraba, los obreros de las obras solían ser bastante respetuosos, peores eran los que pasaban por tu lado y en bajito te decían barbaridades, a éstos ni caso y en muchos casos le soltabas algo adecuado, si estaba esperando a alguien y se acercaba un pesado le miraba y le decía que me dejara en paz y si persistía llamaba al camarero, recuerdo mi juventud como algo maravilloso llena de ilusión e inocencia por comerme el mundo, millones de risas y amoríos, cada uno cuenta su versión y percepción, lo que tenía claro es que sabía defenderme y no me iban a amargar unos groseros que ni me iban ni me venian. más daño hacían algunas mujeres que por envidia te criticaban poniéndote mala fama.
Muchas gracias cutri. Me ha entretenido mucho el artículo.Merry Martínez-Bordiú y Jimmy Giménez-Arnau: la primera boda de la que se vendió exclusiva en España
La nieta favorita de Franco y el periodista y escritor se casaron enamorados y sin ninguna fe en el matrimonio. La unión no duró mucho, pero fue tan intensa como reveladora de la España de la época.www.revistavanityfair.es