Pues a mí me gustan los nombres españoles tradicionales de toda la vida. Tenemos muchísima variedad como para tener que ponerle al niño un nombre extranjero que ni siquiera son capaces de pronunciar sus propios padres, me parece una muestra de chabacanería y mal gusto impresionante. También me gusta la tradición de poner nombres que forman parte de la familia, de tus padres, abuelos, hermanos, etc.
Mi sobrino iba a llamarse Francisco como mi hermano y a mi cuñada se le metió en la cabeza ponerle Saúl... Adivinad quien se salió con la suya. Vale que Saúl es un nombre más o menos común, pero si su padre y su abuelo se llaman Francisco, lo suyo es ponerle el nombre de tu pareja que para eso lo ha engendrado contigo, digo yo.