Son casos terribles (y sí, muy frecuentes. Hoy día es mucho menos escandaloso - bueno, nada escandaloso- un divorcio que una estampida previa).
Pero eso no le quita culpa a la actuación de este miserable, Juan Ortega. No, no me vale la excusa "mejor decirlo antes de la boda que después", que alegan muchos para disculparlo.
Tenía que haber tenido las narices de romper unos meses antes. O unas semanas antes.
Aguardar al último día es maldad pura y dura, cobardía y cálculo. Pues esa estampida le ahorra explicaciones incómodas y por ende lo catapulta a la fama