Era un domingo de julio de 1968 -ya llovió-. En una remota aldea del concejo, Salvador, a cinco horas andando desde la capital, San Antolín, un joven matrimonio nacido en la localidad pero residente en Madrid pasaba unos días de vacaciones en su casa natal. Era un día de gran calor sobre las tres de la tarde. La madre acudió a una fuente cercana por agua mientras su hijo de dos años, Salvador Fernández Yañez, jugaba a gatas a la puerta de la casa mientras en el interior se encontraba descansando un tíó. A la vuelta de la fuente su madre no le ve y al poco el nerviosismo se apodera del pueblo. El tío juro que no había oído nada. El pequeño había desaparecido en esta aldea de unos pocos habitantes.
Se organizaron batidas por la Guardia Civil con ayuda de numerosos voluntarios del concejo durante muchos días sin resultado alguno. El suceso hizo correr ríos de tinta en los medios no solo asturianos sino también nacionales. Estuve más de una semana en la zona y ademas de enviar crónicas a “Región” mandé también un montón al diario madrileño “El Alcazar”, propiedad del grupo “Nuevo Diario” entonces potente grupo de comunicación muy vinculado al Opus Dei. ¿Que ocurrió?. ¿Un secuestro?. ¿Una alimaña?. ¿Quizás lo llevo un lobo o un águila?. Nunca lo supimos. Si me acuerdo que unos años después un pastor encontró unas ropas de niño que llevabas al juez quedó demostrado que no eran del desaparecido.