Coincido muchísimo. Mi psicólogo solía decirme que tenemos cosas más buenas y menos buenas, pero no malas per sé. Incluso la triada de la maldad de la que hablamos unas semanas atrás, ha de ser visto en profundidad el porqué puedes ser una persona tan manipuladora, mentirosa, etc; tenemos en la cabeza que una víctima es como la pintan en las televisiones, menudita, pobre, inocente, llorando por las esquinas...pero la realidad es muy distinta, muchas veces desarrollamos desapego emocional con nuestro propio interior, estamos repletas de mecanismos de defensas que pasan a ser patológicos en el momento en el que te desenvuelves en un entorno sano, como puede ser el mentir automáticamente, manipular a tu entorno...JODER, ¿porqué tenemos esa falta de límites las que buscamos complacer constantemente a todo el mundo? ¡Precisamente porque concebimos que nuestro bienestar está en garantizarle al exterior de que no somos una amenaza para que no se convierta en una amenaza de vuelta! Estamos manipulando lo que dejamos ver o no a la otra persona, manipulando la forma en la que tiene que entenderlo para así asegurarnos de no volver a ser una víctima (convirtiéndonos en unas víctimas constantemente de nosotras mismas).
Si os fijáis, ese mismo mecanismo de defensa lo hace un narcisista: encapsularse emocionalmente y ponerse cuantas caretas necesite para garantizar que el exterior perciba lo que quiere que se perciba. ¿Cuál es la diferencia? ¡El origen, los entresijos, la base, el resultado!
Todos hemos sido egoístas, hemos manipulado, hemos mentido, hemos hecho daño, hemos fallado, hemos decepcionado, hemos metido la pata bien metida, y lo seguiremos haciendo porque forma parte de estar vivo. Es vital y muy importante reconocerlo y verlo, mirar a la vergüenza, la deshonra y la culpa con humildad y sinceridad...pero no utilizarla de etiqueta, apelativo o definición; sobre todo cuando son cosas que hacemos absolutamente todos. Es bastante absurdo, si lo piensas.