es una jeta de manual, a mi casa ha venido gente que sólo podia comer determinadas cosas por alergias y no les he dicho que se trajesen nada, al revés, lo he comprado y cuando se han ido se lo he dado para llevar porque yo no lo iba a gastar.
Cuando empezaron las invitaciones solo teníamos 22 añitos y puedo entender que hay códigos sociales que se pueden ir entrenando con los años. Pero este verano quedamos por mi zona un domingo por la mañana. Vivimos a media hora en coche. De nuevo por WhatsApp me fue preguntando que cuál era plan, que si tenía pensado algún plan para comer... Y le dije que sí, que había pensado en ir a comer a casa y que mi hijo pequeño echaba pronto la siesta. Y así lo hicimos. Ella y su pareja comieron en un restaurante de la zona y nosotros por nuestro lado en casita sin tener que cocinar para otros ni preocuparme de los gustos de nadie, pero sé perfectamente que pensaría que merecía una invitación.
imagino que cuando ha ido a tu casa no ha sido capaz de llevar nada, cuando hay confianza y amistad, yo siempre que voy a casa ajena llevo algo, o el pan o la bebida, o un postre, lo que sea, lo que importa es el detalle, no lo que cueste
La historia de mi vida. Mis padres son muy anfitriones y cuando era adolescente o estaba en la universidad, siempre estaban invitadas en mi casa ciertas amigas mías con sus respectivas parejas cuando era mi cumpleaños, o el cumple de alguno de mis padres o se hacía alguna comida porque sí. Luego cuando yo me independicé, las invité alguna vez a merendar o a tomar algo (a comer o a cenar no, que tampoco soy tonta).
Pero pero pero... ¿Y qué tienen que decir además de a quiénes invitan tus padres en su casa? Es que la gente... Conservo a una amiga con la que las invitaciones son periódicas, tanto a su casa como a la mía, y también en la calle. Pero estas historias me hacen ser muy selectiva ya.
Qué va, prima. Nada, nada. Pero es que a veces te metes en unas dinámicas por el paso de los años en las que la costumbre se hace ley y parece que su no invitas a comer el tacaño y el que está haciendo el feo a los demás eres tú.
Dios, a mí me daría vergüenza decir eso. Si quieres hacer un regalo, lo haces sin preguntar, y como mucho preguntas la talla del niño o si hay algo que le haga falta. Yo he llegado a regalar hasta pañales, que eso sabes que se gasta siempre y viene bien.
Eso no es ser tacaño, es ajustarte a tu presupuesto y más siendo sincero. Si expones tu situación no engañas a nadie ni cargas con tus consumiciones a otros
Buah prima, me ha recordado a lo que le pasó a mi suegra una vez con su cuñada.