Belén Esteban y añadidos (boda, eventos, todo lo relacionado con el personaje y su entorno)


CAPÍTULO 22


Mi Andrea



Me voy a recuperar un poco del capítulo 21, e ir haciendo a cena, luego lo subiré.
 

CAPÍTULO 22


Mi Andrea


Cuando mi hija me llama por teléfono y
oigo su voz diciéndome que ha aprobado todas y preguntándome si estoy orgullosa, ¡ay, madre mía!, pero cómo no voy a estarlo. Le grito dando botes
esté donde esté:

—¡Muy orgullosa, muy orgullosa!

A ella le encanta que le diga la palabra orgullosa. Andrea tiene ya catorce años y es una adolescente con mucha personalidad. Cada día veo cómo va creciendo y no puedo dejar de admirar lo bonita que es. Ahora ha adelgazado unos kilos y está preciosa.


¡Qué cuerpo tiene la hija de put*!


Se encuentra en la etapa de presumir y, como todas las niñas de su edad, disfruta con la moda; se pone mi ropa y le sienta de cine. Este verano se ha
comprado unos biquinis de flecos chulísimos que le quedan de muerte.

Noto cómo ha cambiado y cómo se ha ido haciendo mayor. Ahora se arregla,
se pinta un poco la raya. ¡Cómo pasa el tiempo, Dios mío!

Un día me dijo Jesús que iba a tener el castigo de mirar a nuestra hija y
verme a mí. Andrea es un calco mío, en los gestos, en la voz, en todo. Y a su padre, bueno… En un lunar que tiene en el pie.

Afortunadamente, es mucho más educada y no tiene mi mala boca, pero tampoco es pija, es una niña muy normal. Nosotras somos muy cómplices y en
estos años nunca le he mentido. Siempre le he contado nuestra historia, lo que nos ha pasado, y ella, que ha sido muy madura, ha entendido y ha visto el
esfuerzo que he hecho por sacarla adelante. En ese sentido tiene muy claritas las cosas y muy colocados a todos y a cada uno de los implicados en esta historia.

De Jesús he dicho perrerías, pero le agradeceré con todo mi corazón haberme dado la hija que tengo. Siempre. Y sé que él, cuando la ve, piensa lo mismo que yo. Andrea es excepcional, no es amor de madre, es la realidad. Hasta sus profesoras me lo dicen. Cuando voy a las tutorías salgo llorando y con diez kilos de más de la emoción y de lo orgullosa que me siento. La tutora me comenta que es una chica muy buena. Que ve a un niño solo en el recreo y va corriendo hacia él. Dice que es feliz, que es muy consciente de quién es y le da igual lo que diga la gente.

Sabe que es Andrea Janeiro, hija de Belén Esteban. Oír a su profesora
palabras tan claras me llena de satisfacción.

Mi día a día con ella es fantástico. Nos despertamos, desayunamos juntas,le hago una trenza o le aliso un poco el pelo —es muy coqueta— y luego se va al colegio. Me encanta cuando me dice que soy la mami más joven y que no soy como el resto de las madres, porque lo dice con admiración.

En casa la ayuda una profesora con los deberes y se esfuerza lo que no está
escrito. Estudia hasta las ocho y media, y luego tenemos un rato para ver la tele juntas. Por la noche nos contamos cómo ha ido el día, y me habla de sus cosas de adolescente.

Le encanta Justin Bieber y me dice que es su novio. Yo me parto de la risa con sus salidas.

Es una niña muy responsable.Cuando me baja el azúcar se preocupa muchísimo. Me obliga a sentarme en el sillón y me trae leche condensada.

Cuando sale con sus amigos me llama un montón de veces para decirme dónde
está y para saber cómo estoy yo. Siempre está muy pendiente de todos.
Me vigila las veinticuatro horas del día. Si tengo una boda, por ejemplo,
sufre por si me pasa algo y quiere saber a qué hora voy a regresar, con quién voy y hasta la ropa que voy a llevar. Mi madre le dice riendo que me deje un
poco tranquila.

Mi habitación está enfrente de la suya y por las noches no deja de hablarme: «Mami, no te duermas; mamá,¿qué haces?», hasta que se viene al dormitorio. Me la como a besos. Como a las dos nos gusta dormir con dos almohadas —es una costumbre que tenemos en la familia de usar una para abrazarla—, al final terminamos las dos en la cama y cuatro almohadas a nuestro alrededor. Ese es uno de los momentos más felices del día. Me abraza y me dice lo feliz que es, y por unos instantes me da tanto miedo que esa felicidad pueda romperse.

Pero no solo está pendiente de mí, sino de toda mi familia, sobre todo de mi hermano, el más malito por su problema con las hernias discales. Le encanta que vengan todos a casa. Nos juntamos y nos ponemos a jugar al chinchón, hasta la Neli se apunta a la partida. Quizá son tonterías para otros, pero ¡qué momentos más felices pasamos!

A mi hija le hablo de todo en la vida, pero como madre, porque ella no es mi amiga, es mi hija. Intento explicarle las cosas lo mejor que sé. No
hace mucho me preguntó que qué eran los espermatozoides vagos
.

—¿Qué pasa, es que nunca llegan?—me dijo.

—No hija, nunca llegan —le respondí.

¿Qué le voy a contestar, si no? Esta etapa de la adolescencia es muy compleja, pero ella me lo pone fácil porque no es una niña complicada, sino todo lo contrario. Eso sí, es muy celosa.

Cuando vamos juntas por la calle, me dice que no me ponga a su lado porque
me dicen piropos y le sienta fatal.Aunque mi Andrea es muy buena, también tiene su genio. Un día me soltó que tenía que respetar sus decisiones. Y
yo las respeto, aunque tenga catorce años, porque los tiempos han cambiado.
Eso no se me hubiera ocurrido decírselo nunca a mis padres.

En temas de chicos le digo que vaya despacio, que lo haga todo con cabeza, y
que lo que haga una mano no lo sepa la otra.

—¡No me digas eso! —contesta ella un poco avergonzada.

La intento explicar que va a tener novio como los he tenido yo, pero que el día que decida dar el paso con alguien tiene que estar enamorada. Le digo que
se cuide, pero que no pierda la visión de quién es. Las mujeres son ahora las que deciden, cómo lo quieren hacer y qué cosas quieren hacer.

Ella me mira y me comenta que hasta los veinticinco no se va a echar novio ni se va a tomar una copa. ¡¡Veinticinco años, dice la hija de put*!! Me parto. Le hablo del alcohol y de sus peligros.

Asiente y me da la razón. Me dice que va a probar todo conmigo.
Le doy libertad para que vea que confío en ella, pero le aclaro que en el momento que me la juegue lo más mínimo, se acabó la confianza para
siempre. Pero aunque me fíe de ella, está bien vigilada; de eso se encargan
Toño y mi hermano,
que son peores todavía que yo. En Paracuellos, todos
los policías me conocen y yo les digo que cuiden de mi Andrea
. Eso no se
podría hacer en una ciudad grande como Madrid; por eso estamos encantadas
viviendo aquí.

A mí este pueblo me ha dado tranquilidad; además, mi hija se ha integrado muy bien, y todo el mundo la quiere porque es una muchacha muy noble.
No me arrepiento de nada de lo que he hecho, porque lo hecho, hecho está,
pero creo que en algunos aspectos habría debido actuar de otra manera.

Quizá debería haberme sentado con el padre a hablar. Nunca lo hemos ni
intentado y ahora ya no lo voy a hacer porque, además, Andrea es muy mayor.
Cuando Jesús estaba en Madrid y no venía a ver a la niña, reconozco que me
ponía mala. Ahora pienso que él se lo ha perdido.
Sé que no me quiere ni ver; de hecho, nos hemos visto muy pocas veces
en todo este tiempo —¿eso es normal? —, y las veces que nos hemos visto no
ha habido ni un gesto.

El día de la comunión de mi hija, ni nos miramos. Cuando el cura dijo lo de la paz sea con vosotros, Andrea nos pidió, por favor, que nos la diéramos, pero al ver que Jesús miraba para otro lado yo hice lo propio… Jo, qué vergüenza, todo el mundo mirando. Pero pensé: «Unos coj*nes te la voy a dar. ¿No me la das
tú, te la voy a dar yo?».

La relación que tiene con su padre ha cambiado. El tiempo ha pasado muy
deprisa y veo cómo Andrea impone su criterio. Cuando era pequeña e iba al campo era locura con Jesús, pero se aburría mucho allí, porque aquel no es
un sitio para los niños. Cuando sus hermanos sean más mayores, supongo
que les pasará igual. Andrea adora a Jesús; sin embargo, antes corría cuando la telefoneaba y ahora ya no. Si llama al padre y este le dice que luego hablan porque se va a duchar, y así luego charla con Julia, mi hija le contesta que no lo haga porque se va a la cama.

Nadie la puede obligar y él se lo ha buscado porque mi hija no ha tenido una
relación normal de padre e hija como la han podido tener sus hermanos. Supongo que Jesús sufrirá por haberse perdido momentos a su lado, pero por desgracia hay cosas que no tienen marcha atrás. Y estoy segura de que la añora, porque cuando la abuela paterna está con Andrea y le pasa el teléfono a Jesús, al oír a Andrea se hincha a llorar. Eso lo llevará en la espalda toda la vida.

Andrea es más diplomática que yo, menos mal. Ella ha sido amiga de todo el mundo, aunque de la Campanario, no tanto. Mi madre y yo nos hemos partido cuando nos ha contado alguna anécdota.
Si la Campa se tiraba del trampolín y le decía a Jesús «papi, un beso», Andrea
nos decía que por qué le llamaba papi.
Se nota que está madurando y que tiene voluntad propia. Hace poco me
dijo:—

Mamá, ha llamado mi padre y me ha contado que mi hermana hace la
comunión.
Yo le dije que debería ir, porque es su hermana, pero ella me contestó:
—Sí, le he dicho que voy a ir a la iglesia y luego me voy a marchar, como hicieron ellos.
Andrea tiene bien grabado cómo se fueron nada más acabar la ceremonia religiosa. Total, que si querían una exclusiva les ha salido el tiro por la
culata, porque ¿si yo no lo hago lo va a hacer la Campanario?
Sé que Jesús ha dicho que iba a hablar con Andrea cuando esta tuviera dieciocho años, pero me parece que le va a decir: «Papá, hasta luego». La vida le hará pagar ese peaje porque va a ser demasiado tarde. ¡Qué pena! Será siempre su hija mayor, pero nunca va a poder recuperar el tiempo perdido.

Ella se ha dado cuenta de que otros, que no son su padre biológico, han
ejercido como tal, como Fran, mis hermanos, Toño o su abuelo
.
Afortunadamente, no le ha faltado el cariño, aunque ha podido tener carencias, sobre todo en el colegio cuando los otros padres iban a hablar con los profesores o cuando había una obra de teatro en la que actuaba. No importaba, porque le acompañaban sus tíos o Fran. Siempre que ha habido función en el colegio hemos ido todos en pandilla: mi hermano, que viene de Benidorm, mi hermano Cuqui, su mujer, el niño, la Neli, la Mariví, la Tina…
Ella ve que ahí estamos todos y es feliz.

—No está mi padre, pero no tengo problema en que no venga —nos dice.

Y a mi madre le pide que no le diga lo de «la madre que te parió» cuando
actúa en el colegio, porque se muere de vergüenza. No soy ingenua y sé que
algunas cosas de mi pasado y de mi vida le van a afectar, pero mi hija tiene todo muy claro, y aunque la intento proteger de este mundo, algo le ha salpicado ya.

Por ejemplo, Jesús Mariñas ha sido uno de los que más daño ha hecho con sus comentarios sobre mi hija; me han dolido muchísimo. Ahora trabaja en mi programa, pero no puedo olvidar que se ha metido con mi Andrea seis veces en un periódico de tirada nacional, llamándola gorda.
¡Qué manera de hablar es esa de una niña! No se puede consentir. Ni olvido
ni perdono. He tenido que hacer de tripas corazón y sentarme con él en mi programa. Esto habría sido impensable para mí en otro momento de mi vida.

Para mí es un orgullo estar en la tele y estoy muy contenta de las audiencias
que hago, pero este es un mundo que no siempre te reconoce lo que has hecho. A veces me han valorado los índices de audiencia y otras no. Pero ahí están. Mi
profesión es algo que le he intentado explicar a mi hija muy clarito para que
sea consciente, porque quiero que esté orgullosa de mí y de mi trabajo. Cuando
me dice que si me voy al Deluxe, le
respondo que sí. Le pregunto que si vive bien y me contesta con lo que yo quiero escuchar:

—Yo vivo como una reina, mamá.

El futuro llega y no se puede programar, pero hay que ir sembrando para que no nos pille por sorpresa y seamos nosotros quienes manejemos los hilos. Cuando mi hija y yo hablamos de la vida le digo que, aunque nunca le va a
faltar nada, tiene que ser una persona muy independiente. Quiero que se
prepare, que se eduque; que viva en este mundo y no en el de Yupi. Quiero que
sepa los problemas que hay fuera.

Ya he dicho que yo no había ahorrado dinero nunca hasta que Toño, mi representante,entró en mi vida. Antes no «medía»porque había aprendido a vivir muy bien. Pero ahora «he medido» por si venían vacas flacas y por eso estoy tranquila, porque sé que mi hija tiene su futuro medio solucionado.

Ella tiene su cartilla del banco, y cuando sea mayor de edad le daré todo
lo que su padre le ha ido dando en este tiempo, más lo que yo le he ido
metiendo. Mil doscientos euros que le da su padre más quinientos que le doy
yo, que son mil setecientos todos los meses. ¡Que es un dinero! Con eso mi hija digo yo que se comprará un piso, un coche o lo quiera.

Ahora mismo todo el mundo sabe que el país está jodido, pero esta crisis se irá. La situación que estamos viviendo nos tiene que servir para aprender, porque nos las están dando por todos los lados, tal vez por no haber previsto las cosas. Eso se lo intento decir a mi hija, le explico que ella es una privilegiada pero otros no; le digo que ayude a los demás y sea una persona generosa.

La última vez que fui a Benidorm en tren, con mi Andrea y mi ahijada, me fijé
que había una pareja de viejecitos conducidos por el personal de Renfe en
una silla de ruedas. Me puse a hablar con ellos y me contaron que no tenían
hijos. Cuando llegamos a Alicante me di cuenta de que nadie se acercaba a
ayudarles, y fui yo a echarles una mano.Qué palabras más bonitas me dijo el
hombre; no se me podrán olvidar.

Quiero que mi hija se dé cuenta de que hay que ayudar a los demás sin esperar
nada a cambio.
—¿Te acuerdas de la abuela Pilar? Me habría gustado que hubieran hecho lo mismo con ella —le dije.
Ella lo entendió muy bien. Deseo que sea consciente de los privilegios que tiene; no me gustaría que se volviera tonta por ellos ni que se le suban a la
cabeza. Por ejemplo, un día fue al Parque de Atracciones con diez amigas y dos
mamás, y como soy imagen del parque, me invitan y eso a ella le encanta. Me
preguntó que dónde iba a dejar Toño las entradas.
—En la taquilla —le dije—. A nombre de Andrea Janeiro.
Y ¡claro!, se puso tan contenta.
Porque le gusta que sus amigas disfruten de estas ventajas tanto como ella. Pero aunque ella tiene esas facilidades, a mí jamás me ha dicho una madre: «¡Ay, tu hija, qué prepotente!». Jamás, porque entiendo que mi hija es una privilegiada en muchos aspectos y eso siempre se lo
recuerdo. «Andrea tú eres una privilegiada, no lo olvides». Y ella es muy consciente.

No sé si seré o no una buena madre, eso el tiempo lo dirá, pero sí que estoy
muy orgullosa del trabajo que he hecho con Andrea. Solo puedo decir que soy quien soy por ella, es mi motor y no doy un paso sin contar con mi hija. Va
conmigo a todos los lados. Disfrutamos mucho juntas, sobre todo en los viajes.
Nos encanta marcharnos fuera de España y que nadie nos reconozca, ir
como unas turistas más. Este año hemos estado en Londres, en Nueva York, en
Miami y en Los Ángeles. Y lo hemos pasado tan bien…
¡Y cómo me cuida! En un vuelo le tuvo que explicar a la azafata en inglés
que tenía que coger la insulina que tenía dentro de la maleta. Mi cría es un ángel,lo más grande que tengo.

Respecto a la fama, no le gusta nada este mundo del famoseo. Ella es muy
tímida y lo pasa muy mal cuando nos
persiguen los paparazzi.

Me moriría si
con dieciocho años tuviera una cámara detrás de ella todo el tiempo
. Porque no he comercializado nunca con mi hija, hay otros, como el padre, que sí han sacado partido a sus hijos, pero yo no.

No deseo que entre en este mundo y quiero que esté fuera de todo esto. Sé
que cuando sea mayor de edad le van a poner una alcachofa, pero no me apetece que vea que la tele es un filón. Sé que ella lo tiene bastante claro y no creo que se preste a esto. Además, no tiene ninguna necesidad. Yo le explico:

—Esta es la vida que ha elegido vivir mamá y es lo que nos ha tocado, y gracias a esta elección no nos falta de nada, pero tú puedes elegir otra vida
mejor.

Cuando cumpla dieciséis o diecisiete años quisiera que se fuera a
estudiar al extranjero, a Suiza, a Grecia, a Portugal, a Estados Unidos…, donde
prefiera, y ella está de acuerdo. Le digo que puede ser lo que quiera, pero que
son necesarios unos estudios. Me encantaría que se preparase mucho y que
no se lo dieran todo hecho.

—Hija, tú gánatelo, disfruta de todo lo que hay en el mundo y vive lo que
corresponda a cada edad —le digo muchas veces.

Le intento explicar que el mundo está lleno de posibilidades. Me la imagino viviendo en un apartamento coqueto y buscándose la vida, con un trabajo digno, con un chico que la haga feliz…, pero todo con cabeza, con
responsabilidad. Como ya he dicho, deseo que se busque la vida por sí
misma. Le aconsejo:
—Andrea, tienes que disfrutar de la vida y ser feliz; y no te olvides de que tienes posibilidades, puedes ir a un sitio puedes ir a otro. Aprovéchalo.

 

CAPÍTULO 23

Mi madre


Mi madre va leyendo este libro a medida que lo voy preparando.

Yo no puedo hacerlo porque no paro de llorar, pero ella se lo ha tomado muy en serio y lo lee y lo relee, corrigiéndome datos y fechas, e incluso algunas de mis expresiones, que a ella no siempre le parecen bien.

Por eso una noche me dijo:

—Belén, no le dedicas el espacio que se merece a mi monja, a tu monja sor Mercedes.

Y pensé que tenía toda la razón. Sor Mercedes ha sido mucho más que una segunda madre para mis hermanos y para mí. Ha sido una madre para mi madre. Siempre estuvo pendiente de todos nosotros. Lo que más me dolió del robo en mi casa es que se llevaran una caja que sor Mercedes me dejó cuando
murió y que contenía objetos que habían sido suyos y que para mí eran muy
importantes, más que el propio dinero:

dos medallas, sus gafas, unas fotografías

suyas y otras cuantas con nosotros.

En esa caja también estaban las alianzas de boda de mis padres.

Mi madre y sor Mercedes se conocieron en el dispensario de la Casa
de la Virgen, el centro donde trabajaba mi madre limpiando. Sor Mercedes era enfermera y también daba clases de mecanografía y taquigrafía. La relación entre ellas fue importantísima desde el primer momento que se encontraron.

Mi madre la ayudaba en el dispensario, y sor Mercedes le enseñaba a poner inyecciones. Me remueve el corazón recordar que cuando llegaba la ropa que recogían de los escaparates de El Corte Inglés, después de las
Navidades, y que repartían para los niños pobres, sor Mercedes elegía la
mejor para mis hermanos y para mí. Le decía a mi madre que era para su niña.

La niña era yo.Íbamos a todas partes con mi monja.Yo tengo una cicatriz en la frente porque siendo muy, muy pequeña me caí de sus brazos y la pobre mujer, muy angustiada, me dio ella misma los puntos.También es cierto que con todo su amor, todo lo dulce y lo mucho que nos cuidaba, sor Mercedes tenía mucho
carácter. Era catalana, muy catalana, y nos educaba con mucha seriedad. Era una mujer con una historia increíble. Tenía una hermana gemela y las dos sehicieron monjas. La verdad es que la Iglesia era una buena opción para salir
adelante en aquellos tiempos. Y por eso me admira tanto lo que mi monja hizo
por nosotros: nos ayudó a salir de la misma pobreza de la que ella también
luchaba por salir.

Como ya he dicho, a mí la muerte me da mucho respeto. Creo que mi madre es
mucho más fuerte que yo para estas cosas, pero la muerte de sor Mercedes
fue un golpe duro, más de lo que yo hubiera pensado. Ella estaba ingresada
en la residencia de monjas, íbamos allí a visitarla y cada vez las visitas eran más tristes, porque nos dábamos cuenta de que, por más que quisiéramos, poco podíamos hacer por ella, con lo mucho que ella hizo por nosotros. Nos avisaron en los últimos momentos de su vida y, afortunadamente, pudimos despedirnos.Todavía hoy vamos mi madre y yo a visitarla al cementerio.

Mi madre y yo estamos pasando por el mejor momento de nuestra relación.
Siempre hemos estado muy unidas, pero ha habido momentos y momentazos, como diría Boris. Sin embargo, desde este último verano no he parado de comérmela a besos. Ella me llama todas las mañanas y me dice que la defraude, y sé que se refiere a este cambio, a este proceso de recuperación
en el que estoy ahora y en el que este libro me está ayudando mucho.

Cuando estaba enferma, lo que más me entristeció y lo que hizo replantearme de nuevo mi vida fueron sus palabras. Ella se enfrentó a mí:

—Belén, no eres la Belén que yo conozco. Mi hija ya no es mi hija.

Fue durísimo y me di cuenta de que tenía razón. Me había convertido en otra
persona. Desde hace un tiempo —y no puedo parar de llorar mientras lo
escribo— sus palabras son otras:

—Ahora tengo a mi hija, y mi nieta tiene a su madre. Y de las malas experiencias siempre se aprende.

Cuando estamos en Benidorm vamos a desayunar a la cafetería de siempre y
luego pasamos el día en la piscina con Andrea y sus amigas. Estando tan
relajada, es cuando me doy cuenta de todas las cosas que han pasado entre
nosotras, por mi culpa la mayoría, para que ahora estemos así de bien.
En realidad, creo que todas las relaciones son así. Necesitan tiempo.

Empiezan de una manera, suceden cosas, no se sabe cómo afrontarlas u
organizarlas, y a veces se quedan sin poder discutirlas o enderezarlas. De
todas las relaciones las más complicadas son con la propia familia, con los padres.

Mi madre siempre me ha dicho que de lo que se siente más orgullosa de mí
es de cómo he criado a Andrea,
de mi relación con mi hija. Yo rompo a llorar
cuando comprendo todo lo que esas palabras tienen de cierto. Ahora sé lo
difícil que lo debió de tener mi madre para criarnos a nosotros, por los problemas económicos, por el tipo de sociedad que había entonces en España,
por mi enfermedad…

Recuerdo mi niñez y me doy cuenta de que todo el mundo me quería y de lo
consentida, como dice mi madre, que estaba. Me cuidaban tanto por el régimen tan especial que debía llevar que cuando había un filete de ternera,
era yo quien me lo terminaba comiendo. Y no olvido tampoco a mi madre
gritando por la ventana para que subiera a cenar, porque me pasaba las tardes
jugando con mis amigas en la calle. A veces pienso, en broma, que ese es el origen de mi «Andrea, cómete el pollo».

Es increíble cómo a menudo, por gestos, por cosas que pienso, me digo a
misma que me estoy convirtiendo en mi madre. Me dice que soy distinta, y
por eso siempre me emociona que me reconozca los super orgullosa que está
de mí, por «mi par de coj*nes».

Tampoco olvida ella aquel 9 de agosto de 1995, cuando conocí a Jesulín.

Y la primera vez que él llamó a casa y dijo que era Jesús Janeiro. Muy seria le
contestó que no podía ponerme al teléfono porque estaba estudiando.
A mi madre le ha molestado mucho que con solo dos asignaturas que me
quedaban para conseguir el título de azafata y relaciones públicas
, Jesús, ya de novios, no me dejara presentarme a los exámenes. Esto lo recuerda siempre, igual que aquella llamada. Porque, oye, mis padres se estaban gastando una pasta en mis estudios en un centro de la calle Ayala, en el barrio de Salamanca.

Es como una enciclopedia viva de la historia de Jesús y mía. Sabe cómo pasamos un año entero deseando tener un retoño. «Estaban muy enamorados,
estaban muy enamorados, pero a lo mejor aquella operación que Jesulín tuvo en uno de los testículos lo dificultaba»,dijo en una ocasión.
Nos unieron también los malos vividos en Ambiciones. Una sonó el teléfono en casa de mis padres y, al cogerlo, mi madre oyó que decían:

—Soy Humberto Janeiro; llamo para decirle que es usted tan put* como su hija.

Mi madre se quedó helada. En ese momento ella supo que Humberto era
nuestro enemigo. Sin embargo, la relación que mantuvo con Carmen Bazán
fue diferente:

—La madre de Jesulín es distinta —me ha comentado en más de una ocasión.
Cómo son las cosas… Ahora lo que más quieren en esa casa es que mi hija Andrea vaya por allí. Tenían mucho interés en que estuviera en la comunión
de su hermana y en la boda de su tío.

Siguiendo con mi madre, sabe lo mucho que yo sufrí en aquella finca
cuando Jesús y yo estábamos tan enamorados. En una ocasión volvió a
empeñar sus joyas para pagarme un billete para ir a ver a mi novio, como lo
llamaba ella. Luego me recuerdo a mí misma llamándola llorando desde Ambiciones, diciéndole que no podía aguantar más, que todo eran broncas y
problemas… Me aconsejaba que saliera de allí rápidamente, pero, claro, a mí me daba igual irme sin nada; eso sí, quería irme con mi hija en mis brazos.

Una vez que dejé Ambiciones, y de llegar a Madrid, me refugié en
casa de mi amiga Mari, la de Córdoba, y eso fue idea de mi madre, que pensaba
que tal vez la crisis podría solucionarse, sabiendo lo enamorados que estábamos Jesús y yo.

Volviendo a las llamadas, estando un dia en el dentista con ella, sonó mi
teléfono y se lo pasé a mi madre. Era José Campanario, que le dijo que
motivos más que suficientes para quitarme a Andrea. Añadió que en
Ambiciones estaban sus abuelos y sus tios. Bueno, cómo se puso mi madre…

Le dijo lo que pensaba hasta del propio Jesús: que era un pelele que se dejaba
manejar por todos. Creo que desde entonces mi madre se refiere a María José como la Poni. Y como dice ella, la Poni lo ha conseguido todo, y es verdad,tiene la casa, el matrimonio, los hijos,las exclusivas. Pero no tiene a Andrea.

Andrea nos ha dicho a mi madre y a mí que ella ya tiene una edad y que a
ella nadie la puede obligar, que ella en esa casa de Ambiciones está a disgusto
y que no va. Nos dice: «Allí no voy». Y por eso no ha ido ni a la comunión de
Julia ni a la boda de sus tíos. Es increíble lo que son capaces de hacer para que Andrea vaya a lo que a ellos les interesa. Por ejemplo, para la boda de Víctor con la Trapote, el encargado de organizar la boda —eso que llamanwedding planner— llamó al móvil de mi hija pidiéndole que confirmara su
asistencia. Y lo que contestó Andrea fue:

—Perdona, estás llamando al móvil de una menor. ¿Quién te ha dado este
número?

Mi madre se indignó muchísimo,igual que Andrea cuando su padre, en
una exclusiva, dijo que ella tenía trece años, que no sabía en qué curso estaba y que arrastraba asignaturas. ¿Cómo que arrastrando asignaturas? Cuando
justamente este año Andrea lo ha aprobado todo. De todas las cosas que
Jesús no sabe de su hija es que a los padres separados nos dan una copia de
las notas a cada uno y Andrea tiene un montoncito con las notas de todos los
años que Jesús nunca ha recogido.

A mi madre le hizo muchísima ilusión cuando le compré el abrigo de visión, que ya he comentado, que fue con mi primer sueldo en Antena 3. Ella me dijo que para qué me había gastado tanto dinero y yo le dije que sabía que
siempre había querido tener uno. Y era el momento. Pero nunca ha estado tan
orgullosa de mí como lo está ahora,como en la época que pasé de mi
enfermedad, cuando le pedía a Toño constantemente que me llevara al
médico.


—Como Belén siga así, no llega a los cuarenta años —le decía.

Por fortuna, ahora ve que he dado un cambio de trescientos sesenta grados.
Pese a las diferencias que podamos tener entre las dos por los cambios en la
manera de pensar en esta sociedad, ha hecho muchos sacrificios por nosotros.

Para mí mis padres han sido mi referente. Como siempre digo, me encantaría vivir una historia de amor como la de ellos, aunque en alguna ocasión me ha confesado que ella y mi padre siguieron juntos porque no quería que sus hijos se criaran sin un padre.

—Ahora las mujeres son más independientes, y como tienen profesiones y estudios, pueden separarse cuando quieran. Antes no —reconoce.

Y añade:

—Cuando te pasaba algo, te quedabas con tus hijos.

Quizá puedo imaginarme que entre mis padres ocurrieran cosas que
pusieron a prueba su relación, por ejemplo el distanciamiento entre mi
abuela paterna y ella, que si insisto en preguntarle su respuesta siempre es la
misma:

—Yo de esa señora no quiero ni hablar.

Fuera lo que fuera, mi madre ha respetado mi adoración por mi padre y también dice que en todas las parejas hay cosas malas, buenas y buenísimas. Y
que en la suya son tres hijos maravillosos.

¿Que hay un cuarto? Si a mí me han querido inventar una hermana y he
demandado a la publicación que lo ha sacado. Y para mí esa es toda la verdad
y lo que digo es lo único que pienso decir sobre este tema.

Ahora que estoy tan bien conmigo misma, que disfruto tanto de mi madre y me la como a besos, pienso en lo que sufría cuando veía mi habitación con la puerta cerrada y conmigo dentro autodestruyéndome. Ella lo tiene presente y es una imagen que la golpea
—¡Esa puerta cerrada, esa puerta cerrada! —me repite. Y ahora, en
cambio, me la señala—: Mira, Belén, tu puerta está abierta.

—Porque no tengo nada que ocultar—le digo.

A veces le pregunto qué espera ahora de mí, y me responde:

—Cuando vuelvas a la televisión tienes que aprender a dar una de cal y
otra de arena, debes ser un poco más hipócrita y no te tienes que alterar. Y
recuerda un refrán —mi madre es muy refranera—: «Al amigo no lo busques
perfecto, búscalo amigo».

Al final hemos ido juntas buscando lo mejor para nosotras y para Andrea,
que también será madre algún día.
 

CAPÍTULO 24


Ambiciones y reflexiones


A lo largo de todos estos meses he
experimentado un proceso de cambio
muy heavy. He tenido muchas subidas y
bajadas en mi estado de ánimo. Este libro forma parte de una transformación
que ha provocado que Belén Esteban vuelva a sonreír. El tren de la vida está lleno de billetes de ida y vuelta, pero hay que saber elegir el destino para ser
muy consciente del viaje. De lo contrario, te puedes perder en el trayecto.

Reconozco que yo he estado bastante perdida, enferma de amor y de sentimientos, pero empiezo a comprar nuevos billetes de ida que espero me
lleven a destinos maravillosos.
En este proceso de autocuración a todos los niveles me he puesto tremenda: he cogido diecinueve kilos. El otro día puse una foto en twitter para
felicitar a todos mis seguidores el verano y cuando me vi pensé que qué
valor tenía por mostrarme así. No me corto ni un pelo. Es mi cuerpo y no pienso avergonzarme de él. Necesitaba cuidarme, engordar, descansar…

Pero ahora que he vuelto a mi trabajo, tengo que cuidar mi imagen y
perder unos cuantos kilos, porque no quiero que se me salte la cremallera en
pleno directo. He ido a una nutricionista
para perder peso; yo digo nutricista y
Toño me corrige. Además, me están pinchando en la tripa para perder grasa.

Fui a la clínica Menorca y le dije a
Ángel que me hiciera una liposucción porque soy barrigona. Me contestó que
estaba loca. Lo que sí me comentó es que me pondría unas inyecciones para
absorber la grasa. Ya llevo varias y he perdido unos kilos. Hago régimen estricto, no me paso, y ando una hora todos los días. Me pongo mis cascos y
me voy yo sola a mi ritmo. Estoy muy.contenta porque es parte de ese proceso
de cambio. Mi nutricionista me dice quenadie adelgaza de manera tan rápida
como yo y eso me anima a seguir.

El verano de 2013 ha sido el del cambio. Me he dado cuenta de que tengo todo en la vida para ser feliz: una hija ya mayor, una familia maravillosa, a mis amigos, como Toño o Mariví, que me quieren y que me han demostrado estar ahí, al pie del cañón, a las duras y a las maduras…

Sobre todo me ha aguantado Toño, como si yo fuera su mujer.

Mi vida es otra. Lo único que me falta es pasar la barrera del trabajo y pienso regresar feliz. También estoy muy ilusionada con mi carné de conducir. Es
decir, estoy ilusionada con la vida, algo que no había experimentado desde hacía muchos meses. No quiero recordar lo mucho que he llorado y la incomprensión que he sentido, aunque contárselo a Boris me ha ayudado a
refrescar la memoria para no volver a caer en el pozo de falta de autoestima
tan grande como el que tenía. Porque por mi carácter parece que puedo con todo, pero soy débil como la que más. Ahora intento quererme con mis debilidades y con mis virtudes. Todas forman parte de mi persona.

Ahora estoy soltera, soy consecuente con mis actos y como soy muy consciente de lo que hago, no tengo que engañar a nadie. Ya he dicho que por Fran he mentido mucho, que iba a
Sálvame con miedo, y he de reconocer
que aunque mis compañeros me han criticado, también me han tapado mucho.

Han tapado muchas verdades.

En estas páginas he hablado de alguno de ellos con mucha crudeza, pero el tiempo lo va templando todo, lo va colocando en su sitio y sé que me han
querido ayudar, porque veían que no estaba bien.

A Mila la quiero mucho, mucho, le tengo muchísimo cariño. Es una persona
que da más de lo que debe dar y a veces se pone nerviosa y no le salen bien las
cosas.

A Raquel Bollo la adoro. La conocí en el programa, es luchadora, trabajadora, muy madre, muy familiar y, sobre todo, muy buena amiga.

A Rosa Benito lo mismo, es muy buena amiga, me lo ha demostrado
muchas veces.

A Kiko Hernández y Matamoros también les tengo mucho cariño.

A Karmele Marchante, a la que llamamos la Popy, que vive en su mundo extraño.

Y a Jorge le quiero muchísimo.

Raúl Prieto, David Valdeperas y Carlota han sido pilares esenciales en mi vida. Y a quien también tengo mucho que agradecer es a Óscar Cornejo y,
sobre todo, a Adrián Madrid. También a los redactores: Alicia, Rocío, a
peluquería, maquillaje, a Toñi, a Raquel, a Alicia. A todos, en especial a Vasile,
al que le tengo que agradecer la confianza que ha puesto en mí y el trato tan cariñoso que me ha dado siempre.

Espero no fallarle. Me siento, gracias él, la princesa de Telecinco.

Sé que Sálvame juega con una
ventaja. Hay colaboradores que pueden contar su vida y otros que no, y eso es muy injusto
.

Como ya he comentado, a María Patiño no le puedo decir nada, pero, por ejemplo, a Lydia sí, porque ha
hecho La Caja y La Máquina, que son
un tipo de programas donde a voluntad —bueno, y a buen precio—, se cuenta
toda la vida de uno. De alguna manera hacer estos programas te blinda, como
digo yo, a no seguir exprimiendo tu vida privada, porque ya lo dejas dicho todo
allí. Vamos, incluso alguno lo haces bajo hipnosis. Y entonces me pregunto: si lo ha contado todo, si ha hecho todo en,esos programas…, ¿por qué no puedo
meterme con ella?

María Patiño siempre se ha portado bien conmigo, sobre todo con el tema de
la separación de Jesús, pero cuando trabajaba en otros programas era distinto. Ahora estamos las dos en el mismo y chocamos mucho. Creo que está mal informada por parte del entorno de Fran. Cuando he tenido que agradecerle
algo, lo he hecho.

Y aunque sorprenda, también tengo que agradecer a Mercedes Milá muchas
cosas; siempre ha sido una mujer extraordinaria y doy gracias por el consejo que me dio de dejar la tele. No me lo dijo a mí, sino a Jorge —«Si yo fuera Belén, lo dejaría»—. Y le hice caso por un tiempo. El tiempo de recuperarme. Me retiré por unos meses para reencontrarme.

Con Lydia, nada.

Me da igual decirlo. Lydia es ella, ella, ella y después ella. O sea, es una
persona egoísta. Y es lo que pienso. Lo sabe y no le sorprenderá leerlo aquí.
Doy también gracias a la vida porque en estos meses he podido superar muchas cosas. Una de ellas es mi enganche enfermizo con Fran. En los capítulos anteriores he contado cómo estaba enganchada a él, pero según
avanzan los meses y los capítulos de este libro, voy viendo la vida de otra
manera. No quiero modificar lo anterior, aunque ahora parezca que me
contradigo, y es que me contradigo. Lo repito: la Belén que empezó este libro
no es la misma que lo termina.

En noviembre hará un año que estoy separada y a la conclusión que he llegado, como ya he dicho, es que he estado durmiendo con mi enemigo. Es la
cruda verdad. Hay cosas que solo se saben en casa, y si yo no hablo, pues lo
hará el otro.

Con Fran me he quitado una mochila de alquitrán y piedra, y ahora quiero
coger otras, porque yo pensaba que era de un solo hombre, pero ya no… Voy a
ser de varios sin ser una golfa.
Y lo de la mochila ya lo podrían utilizar para un anuncio, porque desde que lo dije, todo el mundo habla de «la mochila».

Este verano, pues, me ha cambiado la vida. Me fui con mi familia, mis hermanos, mi madre, Andrea y mi ahijada a Benidorm. En el hotel los camareros me decían que nunca me habían visto tan feliz. Mi madre lloraba
al verme:

—En treinta y nueve años que tienes,nunca me has hecho tan feliz, hija —me
reconoció.

Y eso lo tengo grabado. No pienso fallarla.Recuerdo cuando escuché a mi madre hablar del tema de la «famosa» comunión, pensé que ole el coxx de mi madre. Me siento muy orgullosa, y eso que no la dejaron acabar, porque le duele lo que pueda sufrir su nieta.

En relación con la comunión de Julia, este verano, que más que una comunión se convirtió en el último escándalo-capítulo de este culebrón interminable, creo que todos son unos mentirosos. Todos. La comunión de Julia, la segunda hija de Jesús, como todas las comuniones, iba a reunir a la familia; lo que pasa es que los Janeiro, como ya he contado en este libro y llevo años diciéndolo en la televisión, se acuerdan de que mi hija es uno de ellos cuando lo necesitan.

Andrea lleva dos años y medio sin ver a sus hermanos y yo no la iba a obligar a ir. Por esas fechas Toño estaba en Cádiz, así que él la podía llevar. Yo la dejaba en el avión y él la recogía en Jerez. Encima pagando yo. Toño incluso
le dijo a Andrea que si tenía que subir a Madrid a buscarla para que fuera a la comunión, lo haría.
Pero cuando Jesulín se enteró de que a Andrea la iba a llevar Toño, le dijo a mi hija:

—¿Con el representante? Que se quede en la verja. ¡Querían dejar a Toño en la verja!

Vamos, ¿iba yo a consentir que se quedara ahí…? ¡Vamos, vamos…!

Lo mejor es lo que le contestó Andrea: que Toño no era la Virgen del Rocío y que si él se tenía que quedar fuera, ella no iba.

Normal que responda así, porque Toño ha hecho por ella más que su propio
padre.
No le dejaban entrar porque pensaba que íbamos a contar todo lo de
la comunión. Pero ¿esa gente qué se piensa?, ¿que nosotros no tenemos
educación? ¡Encima de que iba a llevar a su hija hasta allí para que no vinieran
a buscarla ellos!

No había exclusiva de la comunión porque la hicieron María José y Jesús la semana anterior. Aparecieron ellos para que no saliera la niña. Y de titular
soltaron: «Andrea va a venir la primera». Mi hija se enteró el mismo día
de la exclusiva; su padre la llamó y Andrea le dijo que no iba a ir, y Jesús le
pasó el teléfono a la Campa.

Yo estaba con mis amigas Mariví, la Tina y la Jenny, una amiga de mi hija, y
cuando escuché pronunciar el nombre de María José me di cuenta de que Andrea estaba hablando con la Campa. Entonces oigo que mi hija dice:

—Es que yo no me siento cómoda contigo.

De cuadros me quedé. Luego Andrea me dijo la respuesta que le había dado.

—Es que tú tienes que ver que hay cosas más importantes que sentirte
cómoda conmigo.

¿Perdonaaaaaaa…? Me he callado muchas cosas, leche, pero siempre tuve
claro que en Sálvame lo iba a contar
todo. Sin guardarme nada
. ¿Pero quién es el padre para pasar el teléfono a la
Campanario? Porque, como dice mi madre, «¿qué tiene que hablar mi nieta
con esa señora?».

Como la Reme, la madre de María José, que bañaba a mi hija con tres añitos y luego la vestía con la misma ropa y era la abuela de mi hija quien le tenía que poner la limpia. Eso lo ha contado mi hija. No le tengo miedo a nadie y muchísimo menos a la Reme.

A Andrea le da igual esto. Toño lo sabe, que habla mucho con ella. Y es él quien se traga muchos conciertos con Andrea, el que la acompaña a los médicos…

Han estado como locos para que mi hija fuera a la boda de la Trapote y de su
tío. Pero ella no quería ir, y la entiendo perfectamente porque, ¿qué iba a hacer
ella en esa boda?

Desde que llevé a Andrea a ¡Más
que baile
!, hace cuatro años, no ha
vuelto a ver a su tío Víctor. Que conste que no tengo nada en contra de él, que
me parece que lo hizo muy bien en ese programa. Y ahora la han llamado hasta
ocho veces para que fuera a la boda, y la niña dijo que no.

Mi hija pasa del campo. Es así y punto, no hay nada más. Ella está conmigo, va con sus amigas, y mi hija pasa de ir a Ambiciones. Con la abuela
Bazán es diferente: ella me ha demostrado en estos últimos años que si
hubiera podido hacer algo por Andrea y por mí lo habría hecho. La creo. Cuando me fui de Ambiciones pensé que jamás podría volver a hablarle, y la vida, en
cambio, me ha permitido que hoy por hoy seamos amigas. Ya lo he dicho, y
vuelvo a insistir, pero a la otra persona de esa casa que tengo que agradecerle
cómo cuida de mi hija es a Carmen, la tía de Andrea, que detesta que la llamen
la Jesulina. Ella, por cierto, en todo este lío de la comunión de Julia y la boda de
Víctor ha sido la única que ha hablado sensatamente. Le dijo a mi hija que
hiciera lo que creyera conveniente.¡¡Porque le importa su sobrina!!

Y luego afirma la Campanario que el abuelo está recogiendo lo que ha
sembrado… ¿Y vosotros?
Pero si es que desde el día de la comunión de la niña no ha vuelto a llamar el padre a su hija.

Y luego en esa comunión iba de mesa en mesa diciendo que a Andrea le habían quedado cuatro asignaturas. ¡Otra mentira!, ¡otra falta de respeto a su propia hija!

Como he dicho antes, mi hija ha pasado a tercero de la ESO con todo
aprobado, que me ha costado ochocientos euros de clases particulares, más lo que cuesta el colegio.

Y además, equivocándose con
su edad al decir en el Hola que tiene
trece años cuando tiene catorce. Ya sé que esto lo he dicho antes, pero la verdad es que me hierve la sangre que se quede tan tranquilo, sin reconocer que ha tenido una pésima relación con su hija mayor.

Es lo de siempre. Y luego la Belén Esteban es una tal y una cual. Si son ellos los que provocan y los que no lo han hecho bien. Me gustaría que con este libro consiguiera volver a poner esa página en blanco, como estoy haciendo con otras cosas de mi vida. Y aunque ellos digan lo contrario, nunca he puesto a mi hija en contra de su padre. Un hijo es un hijo, y por muy mal que te lleves con su padre o su madre, tienes que estar ahí a las duras y a las maduras. Solo que
él ha sido un padre notoriamente ausente.

Este mismo año he tenido que irme de mi casa de Paracuellos para que
Jesús viera a su hija porque él no quería verme.
Claro que mi madre le puso las pilas. Lo primero, le enseñó toda la casa para que él se diera cuenta de lo que he conseguido para nuestra hija. Y luego,
¿cuando operan a mi Andrea se pone a llorar? A mí eso me duele porque creo
que es pura hipocresía.

Cuando el padre estaba en el programa de la tele de los trampolines vino a casa sin avisar, porque yo estaba
en Sálvame. ¿Pero esto qué es? Él sabe
que puede venir a verla cuando quiera desde hace catorce años, y no trece,
como él dice. Pero ¿si yo fuera a Ambiciones me abrirían la puerta? ¿O
me mandaría directamente a tomar por culo? Y que quede claro que no digo que él sea mal padre con sus otros dos hijos,sino que con la mía es pésimo.

También he dicho que si hubiera tenido un varón, Jesulín habría sido muy
diferente conmigo. No se habría separado. Para mí ha sido tremendo
darme cuenta de esto, porque su obsesión por el niño deja en evidencia
lo paleto y machista que es. Cada vez que interviene la Reme en televisión para comentar la relación de Jesulín con sus dos nietos, queda clarísimo que
prefiere al niño antes que a Julia.
¿Dónde está el Jesulín que yo conocí? Ese torero que llenaba las plazas y le encantaba hacer espectáculo.

Ya ni torea, solo lo hemos visto haciendo el paseíllo por los juzgados, acompañando a su mujer y a su suegra, acusadas de estafar a la Seguridad
Social. ¡Qué vergüenza! Y tenemos que escuchar a la madre de la Campa
diciendo que no cree en la justicia. Perdone, señora, la que no cree en la justicia soy yo. Váyase usted a tomar…

Si, sí, soy muy mal hablada, porque no puedo evitar decirlo de otra manera.
Pero algunas veces me parece que cuando hablo así lo hago muy bien. Por
ejemplo, me quedo muy a gusto cuando me ponen en algún programa lo que ha
dicho la Campa y yo suelto:

—¡A mí esa me toca el…!

La verdad es que estas cosas las digo por Ambiciones, por los Janeiro, por las injusticias que veo todos los días que pasan en mi país, por algunos
políticos. Lo que me gustaría en realidad sería indignarme menos por todo esto y que algún día Jesús por fin se diera cuenta de la magnífica hija que tiene.

Que viera la cara que tiene tan bonita y lo bien educada que está,aunque su madre sea una verdulera.

Que me lo dice todo el mundo, la niña tan alegre y tan buena que es. Y el
carácter que tiene.

—Que sepas que mi madre no tiene la culpa de nada. Y no voy ni a la boda
ni a la comunión porque no me da la gana —esto es lo que le soltó a su
padre.

Ahora solo necesito mirar hacia delante. Soy lo que soy por mi pasado, pero quiero empezar el futuro con las ideas claras, con ilusiones nuevas. En
estos años y, sobre todo, en esta última etapa me encerré o, mejor, me oculté en una persona que no era yo. Una persona que ahora, cuando la he dejado atrás, me parece desagradable. Una persona que ocultaba cosas, que engañaba a los demás y a sí misma.

La mejor imagen que tengo para definirla es la puerta de mi habitación
cerrada y yo encerrada detrás haciendo cosas que no quería reconocer. Hoy esa
puerta está abierta. Y la habitación es luminosa y está limpia. Entro y salgo de
ella, y nunca más cierro la puerta.

He abierto las ventanas y he dejado que entre aire fresco. Porque soy libre y
he conseguido respetarme por primera vez en mi vida. Si tuviera que poner una
frase final a la aventura que ha sido escribir este libro, me gustaría que fuera
esta: «La que empezó a escribir era una mujer que no era feliz, pero lo acaba una que sí lo es».

 
CAPÍTULO 24

Ambiciones y reflexiones


A lo largo de todos estos meses he
experimentado un proceso de cambio
muy heavy. He tenido muchas subidas y
bajadas en mi estado de ánimo. Este libro forma parte de una transformación
que ha provocado que Belén Esteban vuelva a sonreír. El tren de la vida está lleno de billetes de ida y vuelta, pero hay que saber elegir el destino para ser
muy consciente del viaje. De lo contrario, te puedes perder en el trayecto.

Reconozco que yo he estado bastante perdida, enferma de amor y de sentimientos, pero empiezo a comprar nuevos billetes de ida que espero me
lleven a destinos maravillosos.
En este proceso de autocuración a todos los niveles me he puesto tremenda: he cogido diecinueve kilos. El otro día puse una foto en twitter para
felicitar a todos mis seguidores el verano y cuando me vi pensé que qué
valor tenía por mostrarme así. No me corto ni un pelo. Es mi cuerpo y no pienso avergonzarme de él. Necesitaba cuidarme, engordar, descansar…

Pero ahora que he vuelto a mi trabajo, tengo que cuidar mi imagen y
perder unos cuantos kilos, porque no quiero que se me salte la cremallera en
pleno directo. He ido a una nutricionista
para perder peso; yo digo nutricista y
Toño me corrige. Además, me están pinchando en la tripa para perder grasa.

Fui a la clínica Menorca y le dije a
Ángel que me hiciera una liposucción porque soy barrigona. Me contestó que
estaba loca. Lo que sí me comentó es que me pondría unas inyecciones para
absorber la grasa. Ya llevo varias y he perdido unos kilos. Hago régimen estricto, no me paso, y ando una hora todos los días. Me pongo mis cascos y
me voy yo sola a mi ritmo. Estoy muy.contenta porque es parte de ese proceso
de cambio. Mi nutricionista me dice quenadie adelgaza de manera tan rápida
como yo y eso me anima a seguir.

El verano de 2013 ha sido el del cambio. Me he dado cuenta de que tengo todo en la vida para ser feliz: una hija ya mayor, una familia maravillosa, a mis amigos, como Toño o Mariví, que me quieren y que me han demostrado estar ahí, al pie del cañón, a las duras y a las maduras…

Sobre todo me ha aguantado Toño, como si yo fuera su mujer.

Mi vida es otra. Lo único que me falta es pasar la barrera del trabajo y pienso regresar feliz. También estoy muy ilusionada con mi carné de conducir. Es
decir, estoy ilusionada con la vida, algo que no había experimentado desde hacía muchos meses. No quiero recordar lo mucho que he llorado y la incomprensión que he sentido, aunque contárselo a Boris me ha ayudado a
refrescar la memoria para no volver a caer en el pozo de falta de autoestima
tan grande como el que tenía. Porque por mi carácter parece que puedo con todo, pero soy débil como la que más. Ahora intento quererme con mis debilidades y con mis virtudes. Todas forman parte de mi persona.

Ahora estoy soltera, soy consecuente con mis actos y como soy muy consciente de lo que hago, no tengo que engañar a nadie. Ya he dicho que por Fran he mentido mucho, que iba a
Sálvame con miedo, y he de reconocer
que aunque mis compañeros me han criticado, también me han tapado mucho.

Han tapado muchas verdades.

En estas páginas he hablado de alguno de ellos con mucha crudeza, pero el tiempo lo va templando todo, lo va colocando en su sitio y sé que me han
querido ayudar, porque veían que no estaba bien.

A Mila la quiero mucho, mucho, le tengo muchísimo cariño. Es una persona
que da más de lo que debe dar y a veces se pone nerviosa y no le salen bien las
cosas.

A Raquel Bollo la adoro. La conocí en el programa, es luchadora, trabajadora, muy madre, muy familiar y, sobre todo, muy buena amiga.

A Rosa Benito lo mismo, es muy buena amiga, me lo ha demostrado
muchas veces.

A Kiko Hernández y Matamoros también les tengo mucho cariño.

A Karmele Marchante, a la que llamamos la Popy, que vive en su mundo extraño.

Y a Jorge le quiero muchísimo.

Raúl Prieto, David Valdeperas y Carlota han sido pilares esenciales en mi vida. Y a quien también tengo mucho que agradecer es a Óscar Cornejo y,
sobre todo, a Adrián Madrid. También a los redactores: Alicia, Rocío, a
peluquería, maquillaje, a Toñi, a Raquel, a Alicia. A todos, en especial a Vasile,
al que le tengo que agradecer la confianza que ha puesto en mí y el trato tan cariñoso que me ha dado siempre.

Espero no fallarle. Me siento, gracias él, la princesa de Telecinco.

Sé que Sálvame juega con una
ventaja. Hay colaboradores que pueden contar su vida y otros que no, y eso es muy injusto
.

Como ya he comentado, a María Patiño no le puedo decir nada, pero, por ejemplo, a Lydia sí, porque ha
hecho La Caja y La Máquina, que son
un tipo de programas donde a voluntad —bueno, y a buen precio—, se cuenta
toda la vida de uno. De alguna manera hacer estos programas te blinda, como
digo yo, a no seguir exprimiendo tu vida privada, porque ya lo dejas dicho todo
allí. Vamos, incluso alguno lo haces bajo hipnosis. Y entonces me pregunto: si lo ha contado todo, si ha hecho todo en,esos programas…, ¿por qué no puedo
meterme con ella?

María Patiño siempre se ha portado bien conmigo, sobre todo con el tema de
la separación de Jesús, pero cuando trabajaba en otros programas era distinto. Ahora estamos las dos en el mismo y chocamos mucho. Creo que está mal informada por parte del entorno de Fran. Cuando he tenido que agradecerle
algo, lo he hecho.

Y aunque sorprenda, también tengo que agradecer a Mercedes Milá muchas
cosas; siempre ha sido una mujer extraordinaria y doy gracias por el consejo que me dio de dejar la tele. No me lo dijo a mí, sino a Jorge —«Si yo fuera Belén, lo dejaría»—. Y le hice caso por un tiempo. El tiempo de recuperarme. Me retiré por unos meses para reencontrarme.

Con Lydia, nada.

Me da igual decirlo. Lydia es ella, ella, ella y después ella. O sea, es una
persona egoísta. Y es lo que pienso. Lo sabe y no le sorprenderá leerlo aquí.
Doy también gracias a la vida porque en estos meses he podido superar muchas cosas. Una de ellas es mi enganche enfermizo con Fran. En los capítulos anteriores he contado cómo estaba enganchada a él, pero según
avanzan los meses y los capítulos de este libro, voy viendo la vida de otra
manera. No quiero modificar lo anterior, aunque ahora parezca que me
contradigo, y es que me contradigo. Lo repito: la Belén que empezó este libro
no es la misma que lo termina.

En noviembre hará un año que estoy separada y a la conclusión que he llegado, como ya he dicho, es que he estado durmiendo con mi enemigo. Es la
cruda verdad. Hay cosas que solo se saben en casa, y si yo no hablo, pues lo
hará el otro.

Con Fran me he quitado una mochila de alquitrán y piedra, y ahora quiero
coger otras, porque yo pensaba que era de un solo hombre, pero ya no… Voy a
ser de varios sin ser una golfa.
Y lo de la mochila ya lo podrían utilizar para un anuncio, porque desde que lo dije, todo el mundo habla de «la mochila».

Este verano, pues, me ha cambiado la vida. Me fui con mi familia, mis hermanos, mi madre, Andrea y mi ahijada a Benidorm. En el hotel los camareros me decían que nunca me habían visto tan feliz. Mi madre lloraba
al verme:

—En treinta y nueve años que tienes,nunca me has hecho tan feliz, hija —me
reconoció.

Y eso lo tengo grabado. No pienso fallarla.Recuerdo cuando escuché a mi madre hablar del tema de la «famosa» comunión, pensé que ole el coxx de mi madre. Me siento muy orgullosa, y eso que no la dejaron acabar, porque le duele lo que pueda sufrir su nieta.

En relación con la comunión de Julia, este verano, que más que una comunión se convirtió en el último escándalo-capítulo de este culebrón interminable, creo que todos son unos mentirosos. Todos. La comunión de Julia, la segunda hija de Jesús, como todas las comuniones, iba a reunir a la familia; lo que pasa es que los Janeiro, como ya he contado en este libro y llevo años diciéndolo en la televisión, se acuerdan de que mi hija es uno de ellos cuando lo necesitan.

Andrea lleva dos años y medio sin ver a sus hermanos y yo no la iba a obligar a ir. Por esas fechas Toño estaba en Cádiz, así que él la podía llevar. Yo la dejaba en el avión y él la recogía en Jerez. Encima pagando yo. Toño incluso
le dijo a Andrea que si tenía que subir a Madrid a buscarla para que fuera a la comunión, lo haría.
Pero cuando Jesulín se enteró de que a Andrea la iba a llevar Toño, le dijo a mi hija:

—¿Con el representante? Que se quede en la verja. ¡Querían dejar a Toño en la verja!

Vamos, ¿iba yo a consentir que se quedara ahí…? ¡Vamos, vamos…!

Lo mejor es lo que le contestó Andrea: que Toño no era la Virgen del Rocío y que si él se tenía que quedar fuera, ella no iba.

Normal que responda así, porque Toño ha hecho por ella más que su propio
padre.
No le dejaban entrar porque pensaba que íbamos a contar todo lo de
la comunión. Pero ¿esa gente qué se piensa?, ¿que nosotros no tenemos
educación? ¡Encima de que iba a llevar a su hija hasta allí para que no vinieran
a buscarla ellos!

No había exclusiva de la comunión porque la hicieron María José y Jesús la semana anterior. Aparecieron ellos para que no saliera la niña. Y de titular
soltaron: «Andrea va a venir la primera». Mi hija se enteró el mismo día
de la exclusiva; su padre la llamó y Andrea le dijo que no iba a ir, y Jesús le
pasó el teléfono a la Campa.

Yo estaba con mis amigas Mariví, la Tina y la Jenny, una amiga de mi hija, y
cuando escuché pronunciar el nombre de María José me di cuenta de que Andrea estaba hablando con la Campa. Entonces oigo que mi hija dice:

—Es que yo no me siento cómoda contigo.

De cuadros me quedé. Luego Andrea me dijo la respuesta que le había dado.

—Es que tú tienes que ver que hay cosas más importantes que sentirte
cómoda conmigo.

¿Perdonaaaaaaa…? Me he callado muchas cosas, leche, pero siempre tuve
claro que en Sálvame lo iba a contar
todo. Sin guardarme nada
. ¿Pero quién es el padre para pasar el teléfono a la
Campanario? Porque, como dice mi madre, «¿qué tiene que hablar mi nieta
con esa señora?».

Como la Reme, la madre de María José, que bañaba a mi hija con tres añitos y luego la vestía con la misma ropa y era la abuela de mi hija quien le tenía que poner la limpia. Eso lo ha contado mi hija. No le tengo miedo a nadie y muchísimo menos a la Reme.

A Andrea le da igual esto. Toño lo sabe, que habla mucho con ella. Y es él quien se traga muchos conciertos con Andrea, el que la acompaña a los médicos…

Han estado como locos para que mi hija fuera a la boda de la Trapote y de su
tío. Pero ella no quería ir, y la entiendo perfectamente porque, ¿qué iba a hacer
ella en esa boda?

Desde que llevé a Andrea a ¡Más
que baile
!, hace cuatro años, no ha
vuelto a ver a su tío Víctor. Que conste que no tengo nada en contra de él, que
me parece que lo hizo muy bien en ese programa. Y ahora la han llamado hasta
ocho veces para que fuera a la boda, y la niña dijo que no.

Mi hija pasa del campo. Es así y punto, no hay nada más. Ella está conmigo, va con sus amigas, y mi hija pasa de ir a Ambiciones. Con la abuela
Bazán es diferente: ella me ha demostrado en estos últimos años que si
hubiera podido hacer algo por Andrea y por mí lo habría hecho. La creo. Cuando me fui de Ambiciones pensé que jamás podría volver a hablarle, y la vida, en
cambio, me ha permitido que hoy por hoy seamos amigas. Ya lo he dicho, y
vuelvo a insistir, pero a la otra persona de esa casa que tengo que agradecerle
cómo cuida de mi hija es a Carmen, la tía de Andrea, que detesta que la llamen
la Jesulina. Ella, por cierto, en todo este lío de la comunión de Julia y la boda de
Víctor ha sido la única que ha hablado sensatamente. Le dijo a mi hija que
hiciera lo que creyera conveniente.¡¡Porque le importa su sobrina!!

Y luego afirma la Campanario que el abuelo está recogiendo lo que ha
sembrado… ¿Y vosotros?
Pero si es que desde el día de la comunión de la niña no ha vuelto a llamar el padre a su hija.

Y luego en esa comunión iba de mesa en mesa diciendo que a Andrea le habían quedado cuatro asignaturas. ¡Otra mentira!, ¡otra falta de respeto a su propia hija!

Como he dicho antes, mi hija ha pasado a tercero de la ESO con todo
aprobado, que me ha costado ochocientos euros de clases particulares, más lo que cuesta el colegio.

Y además, equivocándose con
su edad al decir en el Hola que tiene
trece años cuando tiene catorce. Ya sé que esto lo he dicho antes, pero la verdad es que me hierve la sangre que se quede tan tranquilo, sin reconocer que ha tenido una pésima relación con su hija mayor.

Es lo de siempre. Y luego la Belén Esteban es una tal y una cual. Si son ellos los que provocan y los que no lo han hecho bien. Me gustaría que con este libro consiguiera volver a poner esa página en blanco, como estoy haciendo con otras cosas de mi vida. Y aunque ellos digan lo contrario, nunca he puesto a mi hija en contra de su padre. Un hijo es un hijo, y por muy mal que te lleves con su padre o su madre, tienes que estar ahí a las duras y a las maduras. Solo que
él ha sido un padre notoriamente ausente.

Este mismo año he tenido que irme de mi casa de Paracuellos para que
Jesús viera a su hija porque él no quería verme.
Claro que mi madre le puso las pilas. Lo primero, le enseñó toda la casa para que él se diera cuenta de lo que he conseguido para nuestra hija. Y luego,
¿cuando operan a mi Andrea se pone a llorar? A mí eso me duele porque creo
que es pura hipocresía.

Cuando el padre estaba en el programa de la tele de los trampolines vino a casa sin avisar, porque yo estaba
en Sálvame. ¿Pero esto qué es? Él sabe
que puede venir a verla cuando quiera desde hace catorce años, y no trece,
como él dice. Pero ¿si yo fuera a Ambiciones me abrirían la puerta? ¿O
me mandaría directamente a tomar por culo? Y que quede claro que no digo que él sea mal padre con sus otros dos hijos,sino que con la mía es pésimo.

También he dicho que si hubiera tenido un varón, Jesulín habría sido muy
diferente conmigo. No se habría separado. Para mí ha sido tremendo
darme cuenta de esto, porque su obsesión por el niño deja en evidencia
lo paleto y machista que es. Cada vez que interviene la Reme en televisión para comentar la relación de Jesulín con sus dos nietos, queda clarísimo que
prefiere al niño antes que a Julia.
¿Dónde está el Jesulín que yo conocí? Ese torero que llenaba las plazas y le encantaba hacer espectáculo.

Ya ni torea, solo lo hemos visto haciendo el paseíllo por los juzgados, acompañando a su mujer y a su suegra, acusadas de estafar a la Seguridad
Social. ¡Qué vergüenza! Y tenemos que escuchar a la madre de la Campa
diciendo que no cree en la justicia. Perdone, señora, la que no cree en la justicia soy yo. Váyase usted a tomar…

Si, sí, soy muy mal hablada, porque no puedo evitar decirlo de otra manera.
Pero algunas veces me parece que cuando hablo así lo hago muy bien. Por
ejemplo, me quedo muy a gusto cuando me ponen en algún programa lo que ha
dicho la Campa y yo suelto:

—¡A mí esa me toca el…!

La verdad es que estas cosas las digo por Ambiciones, por los Janeiro, por las injusticias que veo todos los días que pasan en mi país, por algunos
políticos. Lo que me gustaría en realidad sería indignarme menos por todo esto y que algún día Jesús por fin se diera cuenta de la magnífica hija que tiene.

Que viera la cara que tiene tan bonita y lo bien educada que está,aunque su madre sea una verdulera.

Que me lo dice todo el mundo, la niña tan alegre y tan buena que es. Y el
carácter que tiene.

—Que sepas que mi madre no tiene la culpa de nada. Y no voy ni a la boda
ni a la comunión porque no me da la gana —esto es lo que le soltó a su
padre.

Ahora solo necesito mirar hacia delante. Soy lo que soy por mi pasado, pero quiero empezar el futuro con las ideas claras, con ilusiones nuevas. En
estos años y, sobre todo, en esta última etapa me encerré o, mejor, me oculté en una persona que no era yo. Una persona que ahora, cuando la he dejado atrás, me parece desagradable. Una persona que ocultaba cosas, que engañaba a los demás y a sí misma.

La mejor imagen que tengo para definirla es la puerta de mi habitación
cerrada y yo encerrada detrás haciendo cosas que no quería reconocer. Hoy esa
puerta está abierta. Y la habitación es luminosa y está limpia. Entro y salgo de
ella, y nunca más cierro la puerta.

He abierto las ventanas y he dejado que entre aire fresco. Porque soy libre y
he conseguido respetarme por primera vez en mi vida. Si tuviera que poner una
frase final a la aventura que ha sido escribir este libro, me gustaría que fuera
esta: «La que empezó a escribir era una mujer que no era feliz, pero lo acaba una que sí lo es».

Dios!!! Esta loca, es una manipuladora, que mala persona es!!!!!!!!!!!!! Como pueden pagarle y aguantarla?
Personas así no les diria ni hola, es una bruja desgraciada que quiere y disfruta destrozando la vida de los demas , que horror de mujer!!!!
 
Al menos es sincera cuando, cuando con inmenso amor de madre y no menos ternura, la llama hija de p..a. Vamos lo normal cuando jaleamos a un hijo. Esto solo es comparable a la exquisitez de la Ráke Bollos Dorao con su mítica frase que pasará a los anales de la Pedagogía Infantil por la enjundia filosófica que conlleva y totalmente aconsejable como refuerzo de la personalidad del infante y que no es otra que: "¡¡Ay mi....(nombre del xurumbé) que le como tooos los güevoooos!" (Imprescindible pronunciarlo en tono agudo de jipido agónico festivo por encima de los 140 dB)(En caso de ser niña el xurumbé en cuestión se aconseja sustituir el comestible por "almeja" "bollo" o "potorro")(No maneje maquinaria pesada si sigue los consejos de esta tía)
 
Al menos es sincera cuando, cuando con inmenso amor de madre y no menos ternura, la llama hija de p..a. Vamos lo normal cuando jaleamos a un hijo. Esto solo es comparable a la exquisitez de la Ráke Bollos Dorao con su mítica frase que pasará a los anales de la Pedagogía Infantil por la enjundia filosófica que conlleva y totalmente aconsejable como refuerzo de la personalidad del infante y que no es otra que: "¡¡Ay mi....(nombre del xurumbé) que le como tooos los güevoooos!" (Imprescindible pronunciarlo en tono agudo de jipido agónico festivo por encima de los 140 dB)(En caso de ser niña el xurumbé en cuestión se aconseja sustituir el comestible por "almeja" "bollo" o "potorro")(No maneje maquinaria pesada si sigue los consejos de esta tía)
O amor de hermano, un dia su hijo el cantante le dijo a su madre...lo juro por (su hermano pequeño) que se muera , o algo asi, me quede patidifusa, no entiendo en que mundo se han criado, eso no es incultura, es ......ni se lo que es...
 
Última edición:
Esto es real? Estoy A-LU-CI-NAN-DO!!! Qué maneras de escribir sobre su hija. Luego exige respeto??? Pero si está vendiendo hasta cómo duerme su hija y si no sabe qué son los espermatozoides vagos. Alucinada me hallo...
Y por otra parte, decir que a los 14 años su hija tenía un cuerpazo? Ehem... Creo que el problema de esta mujer con su hija es que tiene una mente tan distorsionada que no le deja ver la realidad y así ha acabado la pobre Andrea
 
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Así es la universidad de lujo de Andreíta: la 226 del mundo con salón de belleza

---- La hija de Belén Esteban cumple este jueves una semana con mayoría de edad.

----A finales de agosto volará a Inglaterra para alejarse de los focos y continuar sus estudios en uno de los mejores centros educativos de Reino Unido.
27 julio, 2017 03:20


Andrea Janeiro (18 años) cumple este jueves su primera semana de mayoría de edad. La joven ha superado su primer golpe con la realidad mediática que vive su madre y el día de su cumpleaños experimentó en sus propias carnes la presión de los medios y las consecuencias de estar tan expuesta.

El mundo de los focos es algo de lo que Andrea quiere vivir ajena y por eso en menos de un mes pondrá rumbo a Reino Unido para alejarse de los flashes y seguir con sus estudios en un lugar en el que nadie la conozca.

Y es que la hija de Belén Esteban (43) tiene claro lo que quiere ser en la vida: locutora de radiofórmula.

Y para ello ha encontrado el sitio perfecto con el que se cumpla al mismo tiempo el deseo de su madre de 'sacarla' de nuestro país y el suyo de prepararse profesionalmente para el futuro: la ciudad inglesa de Birmingham.


ESTUDIANTE DELUXE
En esta localidad no solo vive el chico que supuestamente ha robado el corazón a la joven, sino que también se encuentra el centro de estudios no apto para todos los bolsillos donde Andrea cursará su etapa universitaria.

Se trata del Birmingham Metropolitan College (BMet), un centro que se fundó en agosto de 2009 en asociación con otras seis universidades de la zona, lo que hizo que se convirtieran en uno de los centros con mayor extensión que se prolonga a lo largo de ocho campus.

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Estas son algunas de las instalaciones del centro, desde tiendas de moda a jardín botánico pasando por el gimnasio. BMet web site

La hija de la colaboradora podrá disfrutar de las instalaciones de lujo que posee su nuevo destino.

En la universidad no faltan cafeterías con wi-fi, grandes salas de TV y espectaculares bibliotecas. Hasta ahí nada peculiar.

Pero es que en caso de que alguna mañana Andrea se despertara con el tiempo justo y acudiera al aula sin haberle dado tiempo de arreglarse demasiado, podrá ir entre clase y clase a la peluquería o a los diversos salones de belleza y estética que tiene a su disposición en el mismo campus.

Y no solo eso, también dispone de centro comercial con tiendas de moda y venta de accesorios juveniles acorde a la demanda de los estudiantes

Además, la universidad apuesta por la innovación y el mundo digital y cuenta con un centro de tecnología propio repleto de los últimos dispositivos.

Del mismo modo que tampoco descuida a los alumnos que tienen coche -la gran mayoría- y pone a su disposición varios talleres de mantenimiento y reconstrucción de automóviles.

Y además de ser atendidos los vehículos, no lo son menos los estudiantes y por eso en el campus existen clínicas de salud y laboratorios de medicina, así como modernas cocinas para saciar los estómagos universitarios y un campo de fútbol e instalaciones deportivas.

Pero, sin duda, la zona favorita de Andrea serán los estudios de radio.

Allí pondrá en práctica lo que tanto le gusta y llevar a cabo el lema que reza la universidad: "Descubre la pasión, descubre el talento, descúbrete a ti mismo".
Porque, además, al centro le encanta presumir de sus alumnos en redes sociales y presentar al mundo los trabajos que realizan sus estudiantes más destacados.

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imagen que capta la extensión de los diversos campus de la universidad.

No es de extrañar que el BMet muestre con orgullo el mérito de sus alumnos, ya que se trata de una institución que se encuentra en la decimoséptima posición del ranking de las mejores universidades de Reino Unido, según el diario The Times, y en el puesto 226 del mundo.

Un prestigio del que pocos pueden presumir y pocos también costearse, ya que para solicitar la admisión en centros de esta categoría los jóvenes pertenecientes a la Unión Europea fuera de tierras británicas solo por la matrícula deben pagar alrededor de 10.000 euros

La cifra se multiplica dependiendo de la cantidad de asignaturas que escoja el alumno cada año y a ello también hay que sumarle el coste de sus gastos diarios y el del alojamiento.

Sin embargo, las residencias y viviendas privadas que se ofertan cerca del campus son el desembolso más barato que tendrá que hacer Andrea en toda su aventura por Birmingham, ya que el alquiler de un lugar donde dormir oscila entre los 2.000 y los 5.000 euros anuales en esa zona.

Teniendo en cuenta el coste de su estancia en Birmingham seguro que Andrea agradece que su madre haya estado tantos años ahorrando la pensión de su padre y hoy pueda gozar de una cuenta corriente saneada que le permite pagarse su sueño

http://www.elespanol.com/corazon/famosos/20170724/233726896_0.html
 

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