Es complicado, prima, porque, como dicen por arriba, no se trata solo del miedo al despido. Se trata de algo muy íntimo que de repente queda al descubierto en un ambiente donde no procede (como, por ejemplo, contar que estás intentando tener un hijo).
Yo no he pasado por ahí, pero en una de las empresas donde curraba, una chica contó que estaba embarazada. Porque le apeteció, porque tenía que ir a hacerse pruebas o por lo que fuese. Lo cierto es que ella lo contó con toda la ilusión. Al poco tiempo lo perdió. Le dieron una baja médica porque necesitó reposo varios días y porque, no nos engañemos, no estaba bien. Evidentemente, tuvo que contar el por qué de esa baja médica y cuando volvió, un día, hablando en la hora del café, me dijo que sentía que nada había vuelto a ser lo mismo. Que le daba la sensación de que la miraban con pena, de que había determinados trabajos que no llegaban a su mesa por evitarle algunas situaciones (esto es cierto, por intentar ayudarla intentábamos quitarle de encima toda la parte de nuestro trabajo que tuviese que ver con niños) y que sabía que lo hacíamos con nuestra mejor intención, pero que no la estábamos ayudando. Fue un mazazo de realidad.
Nos dijo que, si no hubiese tenido que contar que había sufrido un aborto no lo hubiese hecho, por evitar ese ambiente como de pena que se generó desde entonces cuando ella estaba.
Edito, porque se me olvidaba lo más importante: mucha fuerza, prima. Mucho ánimo. Un abrazo enorme desde aquí
