Mi hermanito del alma es un padre y marido maravilloso, y el mayor hp del mundo conmigo, y no lo entiendo, sabiendo cuànto me ha hecho sufrir mi madre, me fui de casa que todavìa no era mayor de edad, no me bastò, me fui a otro paìs porque sentìa su aliento (de mi madre) aùn viviendo fuera de casa
Me convencieron de que soy demasiado vieja (45 años)
- AutorNenix
- Fecha de inicio
¿Lo has hablado con él?
Por cómo le describes, suena una persona comprensible...
Aunque yo pienso que como haces una cosa, lo haces todo: si te trata a ti así, posiblemente sea igual con todo el mundo (pero lo disimule).
Hablar con él? Es imposible, cuando estàbamos en casa de mi madre por lo del testamento, nos comunicàbamos por whatsapp, si tocaba a la puerta de su habitaciòn para hablar me mandaba un msg, ah...y tienen que ser escritos, los vocales no los escucha, està como una regadera, me comì un par de latas creyendo que eran de mi madre y por whatsapp me montò un pollo increìble y me ordenò comprar lo me habìa comido, él està muy bien de dinero y después de morir mi madre ni te digo... somos una familia de zumbaos, pero de maneras distintas, ellos hacen danyo a los demàs, yo a mì misma
Tan bien no debo estar... vaya jartà a llorar me estoy dando mientras escribo y leo, se mejora, se consigue encontrar la manera de vivir relativamente serena, pero duele todavìa y mucho
Última edición:
Prima, lo siento muchísimo.
Te digo unas palabras que me dijo una psicóloga:
"No te equivoques: los enfermos/trastornados, son ellos. No tú. No te olvides nunca".
Yo acabo de cumplir 40 años, me divorcié hace tres y pensé que era una fracasada y que no iba a poder superarlo nunca. Tres años después he rehecho mi vida, me he comprado una casa yo sola y he aprobado una oposición. Como he comentado en otro hilo, hay veces que me siento triste y que siento que no termino de encontrar mi equilibro y mi paz interior, pero hay otras en las que me siento empoderada y la reina del mundo, ha sido como escalar una montaña de obstáculos y por fin llegar a la cima. No eres vieja, la vida continúa y nunca es tarde para reinventarse y volver a empezar.
Eres una superviviente y un ejemplo de superación! Te mando un abrazo fuerte preciosa
Eres una superviviente y un ejemplo de superación! Te mando un abrazo fuerte preciosa
Yo acabo de cumplir 40 años, me divorcié hace tres y pensé que era una fracasada y que no iba a poder superarlo nunca. Tres años después he rehecho mi vida, me he comprado una casa yo sola y he aprobado una oposición. Como he comentado en otro hilo, hay veces que me siento triste y que siento que no termino de encontrar mi equilibro y mi paz interior, pero hay otras en las que me siento empoderada y la reina del mundo, ha sido como escalar una montaña de obstáculos y por fin llegar a la cima. No eres vieja, la vida continúa y nunca es tarde para reinventarse y volver a empezar.
Eres una superviviente y un ejemplo de superación! Te mando un abrazo fuerte preciosa
Igual son muchos cambios para gestionar en tan poco tiempo y por eso te sientes así. Yo leí por algún sitio, no sé si será verdad, que los cambios aunque sean positivos y buscados desestabilizan bastante y tarda uno en acomodarse hasta el punto de que puede sentirse así, triste o incómodo.
Parece que puede tener alguna lógica. Por lo menos no suena muy descabellado. Enhorabuena! Disfrútalo!
A mí lo que me esta sirviendo es hablar más con gente de mi quinta que no tienen hijos o tienen hijos adultos emancipados (o sea, en una situación similar a la mía, que no tengo hijos).
Antes con los que más hablaba era con mi familia y mis hermanos, que son todos el prototipo de "familia perfecta súper enfocada en los hijos".
(lo que se unía las humillaciones de mi madre narcisista por ser "una mujer incompleta por no tener familia" y vieja y todo eso).
Ahora lo que veo en mi entorno es a fulanito que se va de viaje a la India; que si menganito se ha comprado una moto; que si la otra va a un concierto...
En definitiva: veo "vida", chocando de pleno con las ideas que me dijeron.
No obstante, aún no lo he superado y me sigo viendo y sintiendo vieja. Sigo en ello.
Prima, no se si te animas a contar algo más (si te apetece, claro).
Te cuento mis avances:
- Yo me he topado con una antigua compañera del colegio.
En el colegio era un bellezón, el prototipo de niña de anuncio.
Ahora toda esa belleza había desaparecido. La he muy vieja y me he deprimido bastante
.
- Y un avance: ¿sabes este perfil de señoras mayores que les da por vestir como jóvenes?
Normalmente me chirriaba (y hasta lo consideraba un poco patético
).
Pues hoy he visto una señora de +60años con vaqueros rotos y chaleco, y mi reacción ha sido pensar:
"Olé ella, qué bien va y qué bien le queda!
Y yo con 20 años menos pensando que estoy vieja para ir con vaqueros rotos?
Por favor, si esta mujer va perfecta y tiene +60. La patética soy yo y no ella!"
- Yo me he topado con una antigua compañera del colegio.
En el colegio era un bellezón, el prototipo de niña de anuncio.
Ahora toda esa belleza había desaparecido. La he muy vieja y me he deprimido bastante
.- Y un avance: ¿sabes este perfil de señoras mayores que les da por vestir como jóvenes?
Normalmente me chirriaba (y hasta lo consideraba un poco patético
).Pues hoy he visto una señora de +60años con vaqueros rotos y chaleco, y mi reacción ha sido pensar:
"Olé ella, qué bien va y qué bien le queda!
Y yo con 20 años menos pensando que estoy vieja para ir con vaqueros rotos?
Por favor, si esta mujer va perfecta y tiene +60. La patética soy yo y no ella!"
ésta es la primera parte de un relato que publiqué en mi blog hace poco. da alguna pista de las cosas que me gustaría hacer.
Logré convencer a mi familia de que necesitaba unas vacaciones. Ellos podían arreglarse durante unos días en mi ausencia.
Tras un viaje en tren que se me hizo corto -entre leer, escuchar música, mirar por la ventanilla y observar a otros viajeros-, llegué a Cádiz. Como la estación no estaba demasiado lejos del hotel, decidí ir andando. Me serviría para estirar un poco las piernas.
Me di una ducha y bajé al comedor, eran las dos del mediodía y aún estaba a tiempo. Mientras comía, sonó mi móvil: era un whatsapp de Irene, me proponía quedar esa misma tarde. Para los que somos algo tímidos, qué gusto da tener amigas que tomen la iniciativa. Acepté sin dudarlo.
Quedamos a las cinco. Fuimos caminando hacia la playa de la Caleta. Nos descalzamos, aunque es un decir, porque ambos llevábamos chanclas de V, las más abiertas que hay. Mientras paseábamos por la orilla, se me ocurrió una idea.
–Irene ¿y si te saco una foto para luego hacerte un retrato? Ya sabes que he empezado un curso de dibujo y me viene bien practicar.
A ella le gustó la idea. Adoptó una pose soñadora, con los ojos cerrados. Me pareció que así estaba guapísima, así que disparé.
–Cuando cerramos los ojos, mejora nuestra propiocepción. Nos podemos centrar más en otras sensaciones que no sean visuales –me explicó.
Continuamos paseando y hablando sobre muchas cosas: libros, psicología, música, anécdotas de un foro donde nos habíamos conocido...
Al atardecer, decidimos regresar. Irene, como yo, también tenía personas a su cargo. Era una de nuestras muchas cosas en común.
Al llegar a la esquina donde ella continuaría hacia su casa y yo hacia el hotel, le pregunté en tono travieso:
–Bueno, ¿cómo nos despedimos? ¿Nos damos un abrazo, dos besos, o tres...?
–Lo que tú prefieras, Chema, pero en cualquiera de los casos tendremos que cerrar los ojos. ¡La propiocepción, recuerda! –respondió riendo.
Tras un viaje en tren que se me hizo corto -entre leer, escuchar música, mirar por la ventanilla y observar a otros viajeros-, llegué a Cádiz. Como la estación no estaba demasiado lejos del hotel, decidí ir andando. Me serviría para estirar un poco las piernas.
Me di una ducha y bajé al comedor, eran las dos del mediodía y aún estaba a tiempo. Mientras comía, sonó mi móvil: era un whatsapp de Irene, me proponía quedar esa misma tarde. Para los que somos algo tímidos, qué gusto da tener amigas que tomen la iniciativa. Acepté sin dudarlo.
Quedamos a las cinco. Fuimos caminando hacia la playa de la Caleta. Nos descalzamos, aunque es un decir, porque ambos llevábamos chanclas de V, las más abiertas que hay. Mientras paseábamos por la orilla, se me ocurrió una idea.
–Irene ¿y si te saco una foto para luego hacerte un retrato? Ya sabes que he empezado un curso de dibujo y me viene bien practicar.
A ella le gustó la idea. Adoptó una pose soñadora, con los ojos cerrados. Me pareció que así estaba guapísima, así que disparé.
–Cuando cerramos los ojos, mejora nuestra propiocepción. Nos podemos centrar más en otras sensaciones que no sean visuales –me explicó.
Continuamos paseando y hablando sobre muchas cosas: libros, psicología, música, anécdotas de un foro donde nos habíamos conocido...
Al atardecer, decidimos regresar. Irene, como yo, también tenía personas a su cargo. Era una de nuestras muchas cosas en común.
Al llegar a la esquina donde ella continuaría hacia su casa y yo hacia el hotel, le pregunté en tono travieso:
–Bueno, ¿cómo nos despedimos? ¿Nos damos un abrazo, dos besos, o tres...?
–Lo que tú prefieras, Chema, pero en cualquiera de los casos tendremos que cerrar los ojos. ¡La propiocepción, recuerda! –respondió riendo.
ésta es la primera parte de un relato que publiqué en mi blog hace poco. da alguna pista de las cosas que me gustaría hacer.
Logré convencer a mi familia de que necesitaba unas vacaciones. Ellos podían arreglarse durante unos días en mi ausencia.
Tras un viaje en tren que se me hizo corto -entre leer, escuchar música, mirar por la ventanilla y observar a otros viajeros-, llegué a Cádiz. Como la estación no estaba demasiado lejos del hotel, decidí ir andando. Me serviría para estirar un poco las piernas.
Me di una ducha y bajé al comedor, eran las dos del mediodía y aún estaba a tiempo. Mientras comía, sonó mi móvil: era un whatsapp de Irene, me proponía quedar esa misma tarde. Para los que somos algo tímidos, qué gusto da tener amigas que tomen la iniciativa. Acepté sin dudarlo.
Quedamos a las cinco. Fuimos caminando hacia la playa de la Caleta. Nos descalzamos, aunque es un decir, porque ambos llevábamos chanclas de V, las más abiertas que hay. Mientras paseábamos por la orilla, se me ocurrió una idea.
–Irene ¿y si te saco una foto para luego hacerte un retrato? Ya sabes que he empezado un curso de dibujo y me viene bien practicar.
A ella le gustó la idea. Adoptó una pose soñadora, con los ojos cerrados. Me pareció que así estaba guapísima, así que disparé.
–Cuando cerramos los ojos, mejora nuestra propiocepción. Nos podemos centrar más en otras sensaciones que no sean visuales –me explicó.
Continuamos paseando y hablando sobre muchas cosas: libros, psicología, música, anécdotas de un foro donde nos habíamos conocido...
Al atardecer, decidimos regresar. Irene, como yo, también tenía personas a su cargo. Era una de nuestras muchas cosas en común.
Al llegar a la esquina donde ella continuaría hacia su casa y yo hacia el hotel, le pregunté en tono travieso:
–Bueno, ¿cómo nos despedimos? ¿Nos damos un abrazo, dos besos, o tres...?
–Lo que tú prefieras, Chema, pero en cualquiera de los casos tendremos que cerrar los ojos. ¡La propiocepción, recuerda! –respondió riendo.
Porfavorrrrrrrrrr
Necesito saber si hubo o no hubo beso!!!
Puedo buscar el blog, verdad?
(creo recordar que pasaste la dirección públicamente hace un tiempo)