No hablo de numerarios. Hablo de empresarios, amigos de mis abuelos, de mis padres. Hablo de gente con muchísima posición aquí en Madrid, con una vida llena de bienes, y... que son, no se, muy infelices. Me viene la imagen de una conocida muy maja y que trato poco, la verdad, porque yo la escandalizo, aunque disimule la pobre, es una mujer de mi edad, que vive como una reina, tiene cinco niños sanos y preciosos, una empresa heredada, fuerte, un marido aparentemente perfecto, una casa exquisita, de verdad, pero sólo le sonríen los labios, los ojos nunca. Y es una bellísima persona. Pero me dejo cortar un dedo a que no se ha corrido ni una vez.