Mi impresión de lo que pasa:
Hubieses sido feliz si ahora mismo viviésemos en los 80 del siglo pasado.
Desde entonces el panorama ha cambiado muchísimo. No se bien como expresarlo sin que se me malinterprete.
Antes: ideas religiosas más arraigadas, educación más en línea con valores familiares.
Desde entonces: abandono progresivo de valores que, si bien tenían un lado opresivo, también tenían su parte positiva.
Toda la vida ha habido s*x* sin llegar a un compromiso (no digamos ya boda). Lo de ahora es algo muy distinto. Se han banalizado tanto las relaciones, ya se ha relativizado tanto el s*x* que al final lo sensato parece de locos.
Tan tan libres, que en el ejercicio de esa “libertad” dañamos a otros y nos dañamos a nosotros mismos (no me refiero a ti, todo lo contrario)
Gente aprovechada siempre hubo. Gente inmadura. Siempre había quien iba por s*x* y nada más. Pero ahora el porcentaje de ellos se ha disparado. Amarga realidad: alguien que crea en el compromiso y en construir una relación sólida se ha emparejado mucho antes de los 30, con honrosas excepciones. Quedan los más inmaduros, los que no les interesa el compromiso, divorciados al año o dos de la boda y amargados, los peores (¡Ya está, ya lo he dicho!) Con algunas excepciones por circunstancias de la vida.
Esas excepciones son las que tendrías que buscar, y cuantos más años se cumplan, menos posibilidades. En Tinder es muy poco probable que estén
“Los malos” son mayoría, por edad y por los tiempos, en los cuales nos han vendido que la mujer es muy libre por acostarse con cuantos más mejor, y volverse sola a casa de madrugada desde el quito pino, por un mal polvo (solo si fue mal, debe ser porque la culpa es de ella, ¡Ni que fuera un castigo!).
Tiempos en los que se cortan relaciones de años por WhatsApp.
Tiempos en los que programas de tv como la isla de las tentaciones son éxito de audiencia.
Hasta ahí, el panorama.
Ahora ¿Qué hacemos?