Viaje de Cooperación a Senegal. Diciembre 11 al 14, 2017

Pues cada una es libre de hacerse un tinte o no, de llevar taconazos o no, de ponerse botox o no, de depilarse o no. La sociedad te puede presionar para que sigas determinadas conductas pero tú como adulta puedes decidir. Además, un tinte no te arruina la existencia de por vida ni depilarte provoca un antes y un después irrecuperable. Una ablación no puede ni compararse con eso, no es serio plantearlo
Emma, por favor, si tienes un momento relee mi post y el otro par relacionados con este asunto y verás que en absoluto pongo al mismo nivel el teñirte el pelo con una ablación, sería ridículo. He mencionado los ‘sacrificios’ que muchas mujeres hacen, hasta en el llamado primer mundo, por ganar atractivo frente al varón.
 
No tenemos que aceptar estas prácticas, no encajan en nuestra cultura, solo tratar de entenderlas sin juzgarlas y considérelas bárbaras.
Son ritos de paso, iniciaciones con una connotación fuertemente espiritual, como los tatuajes que cubren todo el cuerpo en algunas tribus o como los anillos alrededor del cuello de las mujeres para que sea muy largo (si se quitan mueren porque corren el riesgo de la ruptura de las vértebras), otra práctica bárbara?
Como bien sintetizó otra forera, cualquier ‘tradición’ que sea dañina para la salud no puede apoyarse. Lo de los anillos es una barbaridad que afecta la movilidad y comodidad tanto de las mujeres Ndebele en Africa como de las Padung en Birmania; si el cuello tiene vértebras es porque está hecho para moverse y no para que te creen una discapacidad voluntaria porque así estás más bella. Y no es cuestión de quitar las anillas y que caminen como un pollo desnucado, es cuestión de parar esa costumbre.

Respecto a los tatuajes de la cara no sólo el hacerlos es terriblemente doloroso sino que la tasa de infecciones es alta, con muerte incluída.

Y la adjetivación ‘bárbara’, por cuestiones etimológicas, no me gusta utilizarla. A quien practica cualquier ‘tradición’ que va contra el sentido común y la inteligencia, que no da un paso atrás para ver el plano general y CUESTIONARSE una práctica dañina lo llamo, directamente, un cero la izquierda.
 
¿Que mujer con más de 3 neuronas puede querer pasar por una mutilación?
Es que estamos hablando de un tipo de mutilación, pero en el mundo existen varios tipos de mutilación cultural....
Claro, mi comentario venía a la cola de Oriane diciendo que qué criticamos si nosotras, tan modelnas, también nos sometemos a ‘incomodidades’ por nuestro sentido de la belleza. Y tiene razón en el concepto, aunque la práctica de hasta donde llega una occidental para estar hermosa versus ablaciones, etc. pues son ligas diferentes.
 
Claro, mi comentario venía a la cola de Oriane diciendo que qué criticamos si nosotras, tan modelnas, también nos sometemos a ‘incomodidades’ por nuestro sentido de la belleza. Y tiene razón en el concepto, aunque la práctica de hasta donde llega una occidental para estar hermosa versus ablaciones, etc. pues son ligas diferentes.
No te preocupes, lo he entendido...
Me faltan algunas decadas para entender esta "modelnidad", me acojona más que nada la banalización de la mujer en ser un prototipo de barbie y eso que soy delgada y alta, pero igualmente me causa asombro en muchos casos. Rostros deformados o senos desproporcionales al cuerpo..Horrible
Y sobre todo lo que ha sido dicho, existe un nº X de mujeres que no lo permiten, pero es como dijeron varias, todavia existen madres, tías, abuelas que veen en esta practica algo especial y para mi es perverso.
El futuro...
botched.jpg maravillas.jpg
locura.jpg
ken.jpg
La perfección no existe...
 
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Como bien sintetizó otra forera, cualquier ‘tradición’ que sea dañina para la salud no puede apoyarse. Lo de los anillos es una barbaridad que afecta la movilidad y comodidad tanto de las mujeres Ndebele en Africa como de las Padung en Birmania; si el cuello tiene vértebras es porque está hecho para moverse y no para que te creen una discapacidad voluntaria porque así estás más bella. Y no es cuestión de quitar las anillas y que caminen como un pollo desnucado, es cuestión de parar esa costumbre.

Respecto a los tatuajes de la cara no sólo el hacerlos es terriblemente doloroso sino que la tasa de infecciones es alta, con muerte incluída.

Y la adjetivación ‘bárbara’, por cuestiones etimológicas, no me gusta utilizarla. A quien practica cualquier ‘tradición’ que va contra el sentido común y la inteligencia, que no da un paso atrás para ver el plano general y CUESTIONARSE una práctica dañina lo llamo, directamente, un cero la izquierda.
Tradiciones que son perjudiciales para la salud siempre han estado en todas las latitudes, desde los pies atados de las mujeres japonesas a los corsés muy estrechos de nuestro siglo XVIII, que eran instrumentos de tortura y causaban desmayos, a las pelucas enormes y insalubres. Imagínense si los alienígenas hubieran venido a la corte del Rey Sol para decirnos que éramos primitivos y ignorantes y que, en cambio, podíamos usar jeans unisex en nombre de la igualdad entre hombre y mujer.
Aquí estamos nosotros como esos extraterrestres, viajamos a África para predicar la igualdad entre hombres y mujeres y reclamar satisfacción sexual femenina.
Muchas gracias ElenaC por compartir inteligentemente.
 
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Tradiciones que son perjudiciales para la salud siempre han estado en todas las latitudes, desde los pies atados de las mujeres japonesas a los corsés muy estrechos de nuestro siglo XVIII, que eran instrumentos de tortura y causaban desmayos, a las pelucas enormes y insalubres. Imagínense si los alienígenas hubieran venido a la corte del Rey Sol para decirnos que éramos primitivos e ignorantes y que, en cambio, podíamos usar jeans unisex en nombre de la igualdad entre hombre y mujer.
Aquí estamos nosotros como esos extraterrestres, viajamos a África para predicar la igualdad entre hombres y mujeres y reclamar satisfacción sexual femenina.
Muchas gracias ElenaC por compartir inteligentemente.
Oriane creo que entiendo lo que quieres hacer, pero es que dicho asi queda negativo.
Quieres explicar la cultura de estas personas e intentas explicar porque lo hacen....
El problema esta en que parece que lo ves normal y ahi ocurre lo que estamos viendo aqui...
Lo que ocurre es fato, si no, no haberia el tema ablación, pero creer que es normal o natural, en el siglo XXI, mejor no.
Las niñas deberían tener el derecho de estudiar, de elegir la profesión, de poder trabajar en algo que les guste y no ser sumisas a un marido viejo que la familia pillo por dinero o lo que sea...
No tendrían que hacerles daño por nada cultural.
Que lo cultural este en la comida, en las ropas, en el peinado, en el baile, en el aroma, en la arquitectura, en la plantación....
No al maltrato....no a la tortura o violación....es lo que pido.
 
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Letiz: JUAT?

Esa cara, esa mueca ¿no son preocupantes? Creo que no tiene la más pálida idea de que se está hablando.
Tiene cara de chalada. Y es así, no tiene ni repajolera idea de qué están hablando. Este activo es muy negada para todo.
 
Oriane creo que entiendo lo que quieres hacer, pero es que dicho asi queda negativo.
Quieres explicar la cultura de estas personas e intentas explicar porque lo hacen....
El problema esta en que parece que lo ves normal y ahi ocurre lo que estamos viendo aqui...
Lo que ocurre es fato, si no, no haberia el tema ablación, pero creer que es normal o natural, en el siglo XXI, mejor no.
Las niñas deberían tener el derecho de estudiar, de elegir la profesión, de poder trabajar en algo que les guste y no ser sumisas a un marido viejo que la familia pillo por dinero o lo que sea...
No tendrían que hacerles daño por nada cultural.
Que lo cultural este en la comida, en las ropas, en el peinado, en el baile, en el aroma, en la arquitectura, en la plantación....
No al maltrato....no a la tortura o violación....es lo que pido.
Ya dije que como occidentales no podemos o debemos aceptarlo. Digo que no debemos juzgarlo de acuerdo con nuestros parámetros, sino que tratar de comprender las profundas raíces culturales de cierta tradicion. El "progreso" no se impone desde arriba.
 
Ya dije que como occidentales no podemos o debemos aceptarlo. Digo que no debemos juzgarlo de acuerdo con nuestros parámetros, sino que tratar de comprender las profundas raíces culturales de cierta tradicion. El "progreso" no se impone desde arriba.
Lo digo, pues conozco a muchos decendientes de africanos por el mundo, gente esa que acabo perdiendo sus raices culturales por el nuevo lugar en que sus antepasados fueron llevados y hay de todo. Medico, ingeniero, enfermero, atendientes, profesores y la gente que conozco aunque se sienta un poco de Africa, en nada comparte esta cultura o actitud.
Es decir, por más que tu piel y pelo digan que tu origen es aquella, eso no te hace uno de ellos cuando hablamos de cultura y si es asi, eso puede ser cambiado.
 
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El Mundo Orbyt.

REINA LETIZIA

16/12/2017

UN VIAJE IMPECABLE Y SIN POLÉMICAS EN SU ROPERO
En su segundo programa de cooperación, la esposa de Felipe VI ha sorprendido por la austeridad y la renuncia a grandes marcas. Apenas ha recibido críticas y sus ‘looks’ se han sabido adaptar a la sobriedad de los actos.
POR CONSUELO FONT

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EN CONTRASTE CON LA imagen exultante a que nos tiene acostumbrados, la Reina no tenía ese mismo buen aspecto el pasado lunes, 11 de diciembre, cuando descendió por la escalerilla del avión real, un F-900 que había aterrizado pasadas las 8 de la tarde en el aeropuerto Leópold Sédar de Dakar. Más pálida de lo habitual, su rostro parecía presentar huellas de cansancio, que algunos atribuyeron a la casi coincidencia de este viaje a Senegal con una probable y secreta escapada con Don Felipe y sus hijas Leonor y Sofía en el puente de la Constitución, cuando tuvieron la semana prácticamente libre de actos. La realidad es que Doña Letizia iba prácticamente sin una gota de maquillaje. Algo bastante inédito pero que en esta ocasión era una exigencia del guión en estos tres días de su visita de cooperación al continente africano, dirigida a dar a conocer la labor humanitaria que España lleva a cabo en Senegal. Donde, además, el programa de la Reina ha hecho especial hincapié en la defensa de los derechos de la mujer y la lucha contra lacras como la violencia de género o la mutilación femenina.

Rectificar es de sabios y en este su segundo viaje de cooperación se ha intentado evitar a toda costa algunos errores que deslucieron el primero, que tuvo lugar en mayo de 2015 a Honduras y El Salvador. La nota más discordante fue ese modelo negro de lentejuelas con llamativo escote palabra de honor de Felipe Varela que lució en la cena de gala que le ofrecieron el presidente de Honduras, Juan Orlando Hernández y su mujer, Ana Rosalinda.

Un atuendo con el que acaparó portadas, pero también levantó grandes críticas, pues su imagen hollywoodense contrastaba con el contenido de un viaje dirigido a poner acento en la miseria y el subdesarrollo. No faltaron comparaciones con Doña Sofía, que inauguró en 1997 estos periplos solidarios, desempeñando su papel impecablemente, ya que la ayuda humanitaria era para ella la faceta más estimulante de su tarea institucional. Hasta el punto de que le produjo gran disgusto tener que ceder este papel a Doña Letizia, según aseguran en su entorno.

Probablemente, para evitar polémicas frívolas, en el programa de Senegal se eliminaron los actos que requirieran etiqueta, y tampoco hubo grandes anécdotas como la protagonizada recientemente en México, cuando la Reina bailó con el cantante Taboo en la cena oficial de la cumbre contra el cáncer. Como mucho, algún selfie, como el que se hizo con un senegalés que se le acercó en el campus de la Universidad de Dakar.

SIN CENAS

Cuidado especial ha prestado a su indumentaria, por lo cual las tres jornadas que ha durado el viaje, Letizia ha optado por lucir vestidos reciclados, anodinos conjuntos de pantalón y blusa, escaso maquillaje y poca joya, salvo los discretos pendientes de estrellas de Chanel y otros de diminutos brillantes. En línea con este buscado perfil bajo, no hubo esta vez cena oficial con el presidente, Macky Sall, a quien no se le vio el pelo, siendo su esposa, la imponente Marieme Faye, quien hizo los honores a la Reina, que por cierto charló con ella en perfecto francés.

Ambas damas conectaron estupendamente, tanto que Letizia colmó a la senegalesa de elogios, comentando que es “encantadora, inteligente, cariñosa, comprometida y muy cómplice”. No en vano, estudio ingeniería electrónica en la Universidad de Dakar y ahora dirige una ONG, Servir a Senegal, que desarrolla una importante labor solidaria. Paradójicamente, en contraste con la forzada sobriedad de Letizia, la senegalesa ha hecho todo un alarde de marcas de lujo y sofisticados atuendos para alternar con su regia invitada: recibió a la Reina el lunes en el aeropuerto con una llamativa túnica roja y negra, bolso negro 2.55 de Chanel, de 6.000 euros, e importantes joyas, como un brazalete de oro y rubíes y un espectacular Rolex de oro rosa.

En contrapartida, Doña Letizia se bajó del avión con un sencillo vestido de punto en rayas blancas y negras de Hugo Boss, de 280 euros, que estrenó en un viaje a Canarias y con unas sandalias planas. Pero en Dakar lo acompañó de unos salones en charol negro de Magrit de alto tacón, que quizá se justificaba por la altura de la corpulenta primera dama, que sobrepasa el 1,80.

Una paradoja que se repitió el martes, en el almuerzo que Marieme Faye ofreció en honor de la Reina en el hotel Terou-Ki de Dakar. Un lujoso cinco estrellas con espectaculares vistas al mar, por cierto con una estrella más que en el que pernoctó la Reina, el Raddisson Blue, un moderno resort a las afueras de la capital. En la citada comida, la primera dama volvió a epatar con otro carísimo bolso Chanel en piel de serpiente blanco a juego con su inmaculada túnica. Por el contrario, Doña Letizia tripitió un sobrio vestido de Carolina Herrera verde con estampado floral a modo de corpiño, que llevó en su viaje a Japón con Don Felipe y en la visita a Madrid del presidente de Costa Rica, cuyo precio ronda los 300 euros.

UN SOLO VESTIDO CARO

No se cambió en toda la tarde, ni en el acto al que acudió en la sede de la Cruz Roja de Dakar, acompañada por Marieme Faye, donde se presentó un proyecto para la protección de derechos de las mujeres, ni tampoco en su posterior encuentro con la colectividad española en la Embajada.

Este sobrio Carolina Herrera fue el máximo nivel de sofisticación que se permitió Doña Letizia en los cinco conjuntos que lució en Senegal. La mañana de ese martes, antes del almuerzo oficial, había optado por un look de ejecutiva para su reunión con cooperantes y su posterior visita al Aula Cervantes en la Universidad de Dakar. Consistió en un traje pantalón color gris piedra de Hugo Boss, y una blusa de pata de gallo blanca y negra de Carolina Herrera que semejaba una corbata cuando se quitaba la chaqueta.

Sin embargo, fue en los dos días siguientes cuando Letizia sorprendió por lo minimal de su atuendo, sobre todo el miércoles cuando viajo a Zinguichor, en cuya universidad se presentó un plan de formación de agentes para erradicar la mutilación femenina, y visitó la granja de autocultivo Naatangué. Lejos de anteriores tentaciones por la línea Coronel Tapiocca o los toques animal print, llevaba una simple camisa suelta verde, un cómodo pantalón blanco y zapatos abotinados. Un look casi de ir a comprar el pan por lo anodino, que repitió al día siguiente, en el lago Rosa, cuando visitó un centro de acogida de niños y jóvenes.

Aquí la Reina casi daba imagen de novicia, con una blusa blanca suelta cuyas mangas cerraban en forma de lazo, pantalón gris y bailarinas planas, de la firma Hugo Boss. Conjunto que puso broche a una inédita Letizia que, lejos de impactar con sofisticadas indumentarias, como la minifalda de vértigo que lució recientemente en los premios Francisco Cerecedo, en Senegal ha acaparado esta vez titulares justo por lo contrario. “La llamativa ultradiscreción de Doña Letizia” o “El look de misionera de la Reina” son la prueba mas evidente.
 
El Mundo Orbyt.

REINA LETIZIA

16/12/2017

UN VIAJE IMPECABLE Y SIN POLÉMICAS EN SU ROPERO
En su segundo programa de cooperación, la esposa de Felipe VI ha sorprendido por la austeridad y la renuncia a grandes marcas. Apenas ha recibido críticas y sus ‘looks’ se han sabido adaptar a la sobriedad de los actos.
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EN CONTRASTE CON LA imagen exultante a que nos tiene acostumbrados, la Reina no tenía ese mismo buen aspecto el pasado lunes, 11 de diciembre, cuando descendió por la escalerilla del avión real, un F-900 que había aterrizado pasadas las 8 de la tarde en el aeropuerto Leópold Sédar de Dakar. Más pálida de lo habitual, su rostro parecía presentar huellas de cansancio, que algunos atribuyeron a la casi coincidencia de este viaje a Senegal con una probable y secreta escapada con Don Felipe y sus hijas Leonor y Sofía en el puente de la Constitución, cuando tuvieron la semana prácticamente libre de actos. La realidad es que Doña Letizia iba prácticamente sin una gota de maquillaje. Algo bastante inédito pero que en esta ocasión era una exigencia del guión en estos tres días de su visita de cooperación al continente africano, dirigida a dar a conocer la labor humanitaria que España lleva a cabo en Senegal. Donde, además, el programa de la Reina ha hecho especial hincapié en la defensa de los derechos de la mujer y la lucha contra lacras como la violencia de género o la mutilación femenina.

Rectificar es de sabios y en este su segundo viaje de cooperación se ha intentado evitar a toda costa algunos errores que deslucieron el primero, que tuvo lugar en mayo de 2015 a Honduras y El Salvador. La nota más discordante fue ese modelo negro de lentejuelas con llamativo escote palabra de honor de Felipe Varela que lució en la cena de gala que le ofrecieron el presidente de Honduras, Juan Orlando Hernández y su mujer, Ana Rosalinda.

Un atuendo con el que acaparó portadas, pero también levantó grandes críticas, pues su imagen hollywoodense contrastaba con el contenido de un viaje dirigido a poner acento en la miseria y el subdesarrollo. No faltaron comparaciones con Doña Sofía, que inauguró en 1997 estos periplos solidarios, desempeñando su papel impecablemente, ya que la ayuda humanitaria era para ella la faceta más estimulante de su tarea institucional. Hasta el punto de que le produjo gran disgusto tener que ceder este papel a Doña Letizia, según aseguran en su entorno.

Probablemente, para evitar polémicas frívolas, en el programa de Senegal se eliminaron los actos que requirieran etiqueta, y tampoco hubo grandes anécdotas como la protagonizada recientemente en México, cuando la Reina bailó con el cantante Taboo en la cena oficial de la cumbre contra el cáncer. Como mucho, algún selfie, como el que se hizo con un senegalés que se le acercó en el campus de la Universidad de Dakar.

SIN CENAS

Cuidado especial ha prestado a su indumentaria, por lo cual las tres jornadas que ha durado el viaje, Letizia ha optado por lucir vestidos reciclados, anodinos conjuntos de pantalón y blusa, escaso maquillaje y poca joya, salvo los discretos pendientes de estrellas de Chanel y otros de diminutos brillantes. En línea con este buscado perfil bajo, no hubo esta vez cena oficial con el presidente, Macky Sall, a quien no se le vio el pelo, siendo su esposa, la imponente Marieme Faye, quien hizo los honores a la Reina, que por cierto charló con ella en perfecto francés.

Ambas damas conectaron estupendamente, tanto que Letizia colmó a la senegalesa de elogios, comentando que es “encantadora, inteligente, cariñosa, comprometida y muy cómplice”. No en vano, estudio ingeniería electrónica en la Universidad de Dakar y ahora dirige una ONG, Servir a Senegal, que desarrolla una importante labor solidaria. Paradójicamente, en contraste con la forzada sobriedad de Letizia, la senegalesa ha hecho todo un alarde de marcas de lujo y sofisticados atuendos para alternar con su regia invitada: recibió a la Reina el lunes en el aeropuerto con una llamativa túnica roja y negra, bolso negro 2.55 de Chanel, de 6.000 euros, e importantes joyas, como un brazalete de oro y rubíes y un espectacular Rolex de oro rosa.

En contrapartida, Doña Letizia se bajó del avión con un sencillo vestido de punto en rayas blancas y negras de Hugo Boss, de 280 euros, que estrenó en un viaje a Canarias y con unas sandalias planas. Pero en Dakar lo acompañó de unos salones en charol negro de Magrit de alto tacón, que quizá se justificaba por la altura de la corpulenta primera dama, que sobrepasa el 1,80.

Una paradoja que se repitió el martes, en el almuerzo que Marieme Faye ofreció en honor de la Reina en el hotel Terou-Ki de Dakar. Un lujoso cinco estrellas con espectaculares vistas al mar, por cierto con una estrella más que en el que pernoctó la Reina, el Raddisson Blue, un moderno resort a las afueras de la capital. En la citada comida, la primera dama volvió a epatar con otro carísimo bolso Chanel en piel de serpiente blanco a juego con su inmaculada túnica. Por el contrario, Doña Letizia tripitió un sobrio vestido de Carolina Herrera verde con estampado floral a modo de corpiño, que llevó en su viaje a Japón con Don Felipe y en la visita a Madrid del presidente de Costa Rica, cuyo precio ronda los 300 euros.

UN SOLO VESTIDO CARO

No se cambió en toda la tarde, ni en el acto al que acudió en la sede de la Cruz Roja de Dakar, acompañada por Marieme Faye, donde se presentó un proyecto para la protección de derechos de las mujeres, ni tampoco en su posterior encuentro con la colectividad española en la Embajada.

Este sobrio Carolina Herrera fue el máximo nivel de sofisticación que se permitió Doña Letizia en los cinco conjuntos que lució en Senegal. La mañana de ese martes, antes del almuerzo oficial, había optado por un look de ejecutiva para su reunión con cooperantes y su posterior visita al Aula Cervantes en la Universidad de Dakar. Consistió en un traje pantalón color gris piedra de Hugo Boss, y una blusa de pata de gallo blanca y negra de Carolina Herrera que semejaba una corbata cuando se quitaba la chaqueta.

Sin embargo, fue en los dos días siguientes cuando Letizia sorprendió por lo minimal de su atuendo, sobre todo el miércoles cuando viajo a Zinguichor, en cuya universidad se presentó un plan de formación de agentes para erradicar la mutilación femenina, y visitó la granja de autocultivo Naatangué. Lejos de anteriores tentaciones por la línea Coronel Tapiocca o los toques animal print, llevaba una simple camisa suelta verde, un cómodo pantalón blanco y zapatos abotinados. Un look casi de ir a comprar el pan por lo anodino, que repitió al día siguiente, en el lago Rosa, cuando visitó un centro de acogida de niños y jóvenes.

Aquí la Reina casi daba imagen de novicia, con una blusa blanca suelta cuyas mangas cerraban en forma de lazo, pantalón gris y bailarinas planas, de la firma Hugo Boss. Conjunto que puso broche a una inédita Letizia que, lejos de impactar con sofisticadas indumentarias, como la minifalda de vértigo que lució recientemente en los premios Francisco Cerecedo, en Senegal ha acaparado esta vez titulares justo por lo contrario. “La llamativa ultradiscreción de Doña Letizia” o “El look de misionera de la Reina” son la prueba mas evidente.
Ahora resulta que también habla en Frances aristogatico :ROFLMAO:
 
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