Viaje de Cooperación a Senegal. Diciembre 11 al 14, 2017

OMG lo qu3 hay que hacer, los plumillas trabajando horas extras
No es caracterización, es un viaje de cooperación, voy modosita y en mi papel
No vi hostentosa a la dama de Senegal
Si va de modosita se hubiera hospedado con las instalaciones patrocinadas
Se enojo la kkuin porque no le dieron por su lado?
No fue a hacer nada, n9 la vi conectada con la gente mucho menos con los críos
Terriblemente mal vestida, mal peinada y....
Por favor
Maquillada si que iba
NO ME CREO QUE HABLE INGLÉS, MUCHO MENOS FRANCÉS
su cara la delata
 
En los videos que vi se escuchaba poquito pero lo que se escuchaba como palabras sueltas era inglés. La verdad no sería imposible de todos los imposibles pero no creo que haya aprendido francés, más bien creo que si hizo algo fue perfeccionar el inglés. En su último viaje a Francia no se la oyó siquiera diciendo dos cosas en francés y tampoco ha pasado tanto tiempo como para que de buenas a primeras de nada se largue a hablar en este contexto con una primera dama en francés para lo cual necesitas al menos un nivel medio. Es más, en el video hay un señor de traje azul y gafas que claramente es el traductor e intérprete.
 
El Mundo Orbyt.

REINA LETIZIA

16/12/2017

UN VIAJE IMPECABLE Y SIN POLÉMICAS EN SU ROPERO
En su segundo programa de cooperación, la esposa de Felipe VI ha sorprendido por la austeridad y la renuncia a grandes marcas. Apenas ha recibido críticas y sus ‘looks’ se han sabido adaptar a la sobriedad de los actos.
POR CONSUELO FONT

Descubra Orbyt
  • Disminuye el tamaño del texto
  • Aumenta el tamaño del texto
  • Imprimir documento
  • Comparte esta noticia
  • twitter
EN CONTRASTE CON LA imagen exultante a que nos tiene acostumbrados, la Reina no tenía ese mismo buen aspecto el pasado lunes, 11 de diciembre, cuando descendió por la escalerilla del avión real, un F-900 que había aterrizado pasadas las 8 de la tarde en el aeropuerto Leópold Sédar de Dakar. Más pálida de lo habitual, su rostro parecía presentar huellas de cansancio, que algunos atribuyeron a la casi coincidencia de este viaje a Senegal con una probable y secreta escapada con Don Felipe y sus hijas Leonor y Sofía en el puente de la Constitución, cuando tuvieron la semana prácticamente libre de actos. La realidad es que Doña Letizia iba prácticamente sin una gota de maquillaje. Algo bastante inédito pero que en esta ocasión era una exigencia del guión en estos tres días de su visita de cooperación al continente africano, dirigida a dar a conocer la labor humanitaria que España lleva a cabo en Senegal. Donde, además, el programa de la Reina ha hecho especial hincapié en la defensa de los derechos de la mujer y la lucha contra lacras como la violencia de género o la mutilación femenina.

Rectificar es de sabios y en este su segundo viaje de cooperación se ha intentado evitar a toda costa algunos errores que deslucieron el primero, que tuvo lugar en mayo de 2015 a Honduras y El Salvador. La nota más discordante fue ese modelo negro de lentejuelas con llamativo escote palabra de honor de Felipe Varela que lució en la cena de gala que le ofrecieron el presidente de Honduras, Juan Orlando Hernández y su mujer, Ana Rosalinda.

Un atuendo con el que acaparó portadas, pero también levantó grandes críticas, pues su imagen hollywoodense contrastaba con el contenido de un viaje dirigido a poner acento en la miseria y el subdesarrollo. No faltaron comparaciones con Doña Sofía, que inauguró en 1997 estos periplos solidarios, desempeñando su papel impecablemente, ya que la ayuda humanitaria era para ella la faceta más estimulante de su tarea institucional. Hasta el punto de que le produjo gran disgusto tener que ceder este papel a Doña Letizia, según aseguran en su entorno.

Probablemente, para evitar polémicas frívolas, en el programa de Senegal se eliminaron los actos que requirieran etiqueta, y tampoco hubo grandes anécdotas como la protagonizada recientemente en México, cuando la Reina bailó con el cantante Taboo en la cena oficial de la cumbre contra el cáncer. Como mucho, algún selfie, como el que se hizo con un senegalés que se le acercó en el campus de la Universidad de Dakar.

SIN CENAS

Cuidado especial ha prestado a su indumentaria, por lo cual las tres jornadas que ha durado el viaje, Letizia ha optado por lucir vestidos reciclados, anodinos conjuntos de pantalón y blusa, escaso maquillaje y poca joya, salvo los discretos pendientes de estrellas de Chanel y otros de diminutos brillantes. En línea con este buscado perfil bajo, no hubo esta vez cena oficial con el presidente, Macky Sall, a quien no se le vio el pelo, siendo su esposa, la imponente Marieme Faye, quien hizo los honores a la Reina, que por cierto charló con ella en perfecto francés.

Ambas damas conectaron estupendamente, tanto que Letizia colmó a la senegalesa de elogios, comentando que es “encantadora, inteligente, cariñosa, comprometida y muy cómplice”. No en vano, estudio ingeniería electrónica en la Universidad de Dakar y ahora dirige una ONG, Servir a Senegal, que desarrolla una importante labor solidaria. Paradójicamente, en contraste con la forzada sobriedad de Letizia, la senegalesa ha hecho todo un alarde de marcas de lujo y sofisticados atuendos para alternar con su regia invitada: recibió a la Reina el lunes en el aeropuerto con una llamativa túnica roja y negra, bolso negro 2.55 de Chanel, de 6.000 euros, e importantes joyas, como un brazalete de oro y rubíes y un espectacular Rolex de oro rosa.

En contrapartida, Doña Letizia se bajó del avión con un sencillo vestido de punto en rayas blancas y negras de Hugo Boss, de 280 euros, que estrenó en un viaje a Canarias y con unas sandalias planas. Pero en Dakar lo acompañó de unos salones en charol negro de Magrit de alto tacón, que quizá se justificaba por la altura de la corpulenta primera dama, que sobrepasa el 1,80.

Una paradoja que se repitió el martes, en el almuerzo que Marieme Faye ofreció en honor de la Reina en el hotel Terou-Ki de Dakar. Un lujoso cinco estrellas con espectaculares vistas al mar, por cierto con una estrella más que en el que pernoctó la Reina, el Raddisson Blue, un moderno resort a las afueras de la capital. En la citada comida, la primera dama volvió a epatar con otro carísimo bolso Chanel en piel de serpiente blanco a juego con su inmaculada túnica. Por el contrario, Doña Letizia tripitió un sobrio vestido de Carolina Herrera verde con estampado floral a modo de corpiño, que llevó en su viaje a Japón con Don Felipe y en la visita a Madrid del presidente de Costa Rica, cuyo precio ronda los 300 euros.

UN SOLO VESTIDO CARO

No se cambió en toda la tarde, ni en el acto al que acudió en la sede de la Cruz Roja de Dakar, acompañada por Marieme Faye, donde se presentó un proyecto para la protección de derechos de las mujeres, ni tampoco en su posterior encuentro con la colectividad española en la Embajada.

Este sobrio Carolina Herrera fue el máximo nivel de sofisticación que se permitió Doña Letizia en los cinco conjuntos que lució en Senegal. La mañana de ese martes, antes del almuerzo oficial, había optado por un look de ejecutiva para su reunión con cooperantes y su posterior visita al Aula Cervantes en la Universidad de Dakar. Consistió en un traje pantalón color gris piedra de Hugo Boss, y una blusa de pata de gallo blanca y negra de Carolina Herrera que semejaba una corbata cuando se quitaba la chaqueta.

Sin embargo, fue en los dos días siguientes cuando Letizia sorprendió por lo minimal de su atuendo, sobre todo el miércoles cuando viajo a Zinguichor, en cuya universidad se presentó un plan de formación de agentes para erradicar la mutilación femenina, y visitó la granja de autocultivo Naatangué. Lejos de anteriores tentaciones por la línea Coronel Tapiocca o los toques animal print, llevaba una simple camisa suelta verde, un cómodo pantalón blanco y zapatos abotinados. Un look casi de ir a comprar el pan por lo anodino, que repitió al día siguiente, en el lago Rosa, cuando visitó un centro de acogida de niños y jóvenes.

Aquí la Reina casi daba imagen de novicia, con una blusa blanca suelta cuyas mangas cerraban en forma de lazo, pantalón gris y bailarinas planas, de la firma Hugo Boss. Conjunto que puso broche a una inédita Letizia que, lejos de impactar con sofisticadas indumentarias, como la minifalda de vértigo que lució recientemente en los premios Francisco Cerecedo, en Senegal ha acaparado esta vez titulares justo por lo contrario. “La llamativa ultradiscreción de Doña Letizia” o “El look de misionera de la Reina” son la prueba mas evidente.
Hubiera sido de traca haber ido a impactar con sifisticadas vestimentas. Los looks pueden gustar o no -a mí personalmente el único que me gustó fue la blusa verde con el pantalón blanco ( menos los abotinados) y el vestido de la llegada- pero estuvo atinada en llevar una indumentaria acorde a la visita y a los lugares y eventos a los que asistía.
 
El Mundo Orbyt.

REINA LETIZIA

16/12/2017

UN VIAJE IMPECABLE Y SIN POLÉMICAS EN SU ROPERO
En su segundo programa de cooperación, la esposa de Felipe VI ha sorprendido por la austeridad y la renuncia a grandes marcas. Apenas ha recibido críticas y sus ‘looks’ se han sabido adaptar a la sobriedad de los actos.
POR CONSUELO FONT

Descubra Orbyt
  • Disminuye el tamaño del texto
  • Aumenta el tamaño del texto
  • Imprimir documento
  • Comparte esta noticia
  • twitter
EN CONTRASTE CON LA imagen exultante a que nos tiene acostumbrados, la Reina no tenía ese mismo buen aspecto el pasado lunes, 11 de diciembre, cuando descendió por la escalerilla del avión real, un F-900 que había aterrizado pasadas las 8 de la tarde en el aeropuerto Leópold Sédar de Dakar. Más pálida de lo habitual, su rostro parecía presentar huellas de cansancio, que algunos atribuyeron a la casi coincidencia de este viaje a Senegal con una probable y secreta escapada con Don Felipe y sus hijas Leonor y Sofía en el puente de la Constitución, cuando tuvieron la semana prácticamente libre de actos. La realidad es que Doña Letizia iba prácticamente sin una gota de maquillaje. Algo bastante inédito pero que en esta ocasión era una exigencia del guión en estos tres días de su visita de cooperación al continente africano, dirigida a dar a conocer la labor humanitaria que España lleva a cabo en Senegal. Donde, además, el programa de la Reina ha hecho especial hincapié en la defensa de los derechos de la mujer y la lucha contra lacras como la violencia de género o la mutilación femenina.

Rectificar es de sabios y en este su segundo viaje de cooperación se ha intentado evitar a toda costa algunos errores que deslucieron el primero, que tuvo lugar en mayo de 2015 a Honduras y El Salvador. La nota más discordante fue ese modelo negro de lentejuelas con llamativo escote palabra de honor de Felipe Varela que lució en la cena de gala que le ofrecieron el presidente de Honduras, Juan Orlando Hernández y su mujer, Ana Rosalinda.

Un atuendo con el que acaparó portadas, pero también levantó grandes críticas, pues su imagen hollywoodense contrastaba con el contenido de un viaje dirigido a poner acento en la miseria y el subdesarrollo. No faltaron comparaciones con Doña Sofía, que inauguró en 1997 estos periplos solidarios, desempeñando su papel impecablemente, ya que la ayuda humanitaria era para ella la faceta más estimulante de su tarea institucional. Hasta el punto de que le produjo gran disgusto tener que ceder este papel a Doña Letizia, según aseguran en su entorno.

Probablemente, para evitar polémicas frívolas, en el programa de Senegal se eliminaron los actos que requirieran etiqueta, y tampoco hubo grandes anécdotas como la protagonizada recientemente en México, cuando la Reina bailó con el cantante Taboo en la cena oficial de la cumbre contra el cáncer. Como mucho, algún selfie, como el que se hizo con un senegalés que se le acercó en el campus de la Universidad de Dakar.

SIN CENAS

Cuidado especial ha prestado a su indumentaria, por lo cual las tres jornadas que ha durado el viaje, Letizia ha optado por lucir vestidos reciclados, anodinos conjuntos de pantalón y blusa, escaso maquillaje y poca joya, salvo los discretos pendientes de estrellas de Chanel y otros de diminutos brillantes. En línea con este buscado perfil bajo, no hubo esta vez cena oficial con el presidente, Macky Sall, a quien no se le vio el pelo, siendo su esposa, la imponente Marieme Faye, quien hizo los honores a la Reina, que por cierto charló con ella en perfecto francés.

Ambas damas conectaron estupendamente, tanto que Letizia colmó a la senegalesa de elogios, comentando que es “encantadora, inteligente, cariñosa, comprometida y muy cómplice”. No en vano, estudio ingeniería electrónica en la Universidad de Dakar y ahora dirige una ONG, Servir a Senegal, que desarrolla una importante labor solidaria. Paradójicamente, en contraste con la forzada sobriedad de Letizia, la senegalesa ha hecho todo un alarde de marcas de lujo y sofisticados atuendos para alternar con su regia invitada: recibió a la Reina el lunes en el aeropuerto con una llamativa túnica roja y negra, bolso negro 2.55 de Chanel, de 6.000 euros, e importantes joyas, como un brazalete de oro y rubíes y un espectacular Rolex de oro rosa.

En contrapartida, Doña Letizia se bajó del avión con un sencillo vestido de punto en rayas blancas y negras de Hugo Boss, de 280 euros, que estrenó en un viaje a Canarias y con unas sandalias planas. Pero en Dakar lo acompañó de unos salones en charol negro de Magrit de alto tacón, que quizá se justificaba por la altura de la corpulenta primera dama, que sobrepasa el 1,80.

Una paradoja que se repitió el martes, en el almuerzo que Marieme Faye ofreció en honor de la Reina en el hotel Terou-Ki de Dakar. Un lujoso cinco estrellas con espectaculares vistas al mar, por cierto con una estrella más que en el que pernoctó la Reina, el Raddisson Blue, un moderno resort a las afueras de la capital. En la citada comida, la primera dama volvió a epatar con otro carísimo bolso Chanel en piel de serpiente blanco a juego con su inmaculada túnica. Por el contrario, Doña Letizia tripitió un sobrio vestido de Carolina Herrera verde con estampado floral a modo de corpiño, que llevó en su viaje a Japón con Don Felipe y en la visita a Madrid del presidente de Costa Rica, cuyo precio ronda los 300 euros.

UN SOLO VESTIDO CARO

No se cambió en toda la tarde, ni en el acto al que acudió en la sede de la Cruz Roja de Dakar, acompañada por Marieme Faye, donde se presentó un proyecto para la protección de derechos de las mujeres, ni tampoco en su posterior encuentro con la colectividad española en la Embajada.

Este sobrio Carolina Herrera fue el máximo nivel de sofisticación que se permitió Doña Letizia en los cinco conjuntos que lució en Senegal. La mañana de ese martes, antes del almuerzo oficial, había optado por un look de ejecutiva para su reunión con cooperantes y su posterior visita al Aula Cervantes en la Universidad de Dakar. Consistió en un traje pantalón color gris piedra de Hugo Boss, y una blusa de pata de gallo blanca y negra de Carolina Herrera que semejaba una corbata cuando se quitaba la chaqueta.

Sin embargo, fue en los dos días siguientes cuando Letizia sorprendió por lo minimal de su atuendo, sobre todo el miércoles cuando viajo a Zinguichor, en cuya universidad se presentó un plan de formación de agentes para erradicar la mutilación femenina, y visitó la granja de autocultivo Naatangué. Lejos de anteriores tentaciones por la línea Coronel Tapiocca o los toques animal print, llevaba una simple camisa suelta verde, un cómodo pantalón blanco y zapatos abotinados. Un look casi de ir a comprar el pan por lo anodino, que repitió al día siguiente, en el lago Rosa, cuando visitó un centro de acogida de niños y jóvenes.

Aquí la Reina casi daba imagen de novicia, con una blusa blanca suelta cuyas mangas cerraban en forma de lazo, pantalón gris y bailarinas planas, de la firma Hugo Boss. Conjunto que puso broche a una inédita Letizia que, lejos de impactar con sofisticadas indumentarias, como la minifalda de vértigo que lució recientemente en los premios Francisco Cerecedo, en Senegal ha acaparado esta vez titulares justo por lo contrario. “La llamativa ultradiscreción de Doña Letizia” o “El look de misionera de la Reina” son la prueba mas evidente.


La imponente Marieme Faye, quien hizo los honores a la Reina, que por cierto charló con ella en perfecto francés. Faltaría más que la señora Faye no hablase en perfecto francés. Si se refieren a la KK, creo que se han equivocado, el que hablaba perfecto francés era el intérprete que le pusieron al lado (¡ya lo han borrado los del Trola, lo sabía!
 
Tiene cara de chalada. Y es así, no tiene ni repajolera idea de qué están hablando. Este activo es muy negada para todo.
no sólo es que entienda o no el inglés hablado con otro acento, no sólo es que fuera de las 4 frases que se aprende, sea incapaz de seguir una conversación espontánea en inglés, es que además, la presupongo muy poca base intelectual. Nos la han vendido como cultísima pero la única charla que la hemos conocido es con Pablo Motos. Nunca la veo de animada conversación no en español.
 

Temas Similares

Respuestas
10
Visitas
412
Back