Viaje de Cooperación a Senegal. Diciembre 11 al 14, 2017

El Mundo Orbyt.

REINA LETIZIA

16/12/2017

UN VIAJE IMPECABLE Y SIN POLÉMICAS EN SU ROPERO
En su segundo programa de cooperación, la esposa de Felipe VI ha sorprendido por la austeridad y la renuncia a grandes marcas. Apenas ha recibido críticas y sus ‘looks’ se han sabido adaptar a la sobriedad de los actos.
POR CONSUELO FONT

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EN CONTRASTE CON LA imagen exultante a que nos tiene acostumbrados, la Reina no tenía ese mismo buen aspecto el pasado lunes, 11 de diciembre, cuando descendió por la escalerilla del avión real, un F-900 que había aterrizado pasadas las 8 de la tarde en el aeropuerto Leópold Sédar de Dakar. Más pálida de lo habitual, su rostro parecía presentar huellas de cansancio, que algunos atribuyeron a la casi coincidencia de este viaje a Senegal con una probable y secreta escapada con Don Felipe y sus hijas Leonor y Sofía en el puente de la Constitución, cuando tuvieron la semana prácticamente libre de actos. La realidad es que Doña Letizia iba prácticamente sin una gota de maquillaje. Algo bastante inédito pero que en esta ocasión era una exigencia del guión en estos tres días de su visita de cooperación al continente africano, dirigida a dar a conocer la labor humanitaria que España lleva a cabo en Senegal. Donde, además, el programa de la Reina ha hecho especial hincapié en la defensa de los derechos de la mujer y la lucha contra lacras como la violencia de género o la mutilación femenina.

Rectificar es de sabios y en este su segundo viaje de cooperación se ha intentado evitar a toda costa algunos errores que deslucieron el primero, que tuvo lugar en mayo de 2015 a Honduras y El Salvador. La nota más discordante fue ese modelo negro de lentejuelas con llamativo escote palabra de honor de Felipe Varela que lució en la cena de gala que le ofrecieron el presidente de Honduras, Juan Orlando Hernández y su mujer, Ana Rosalinda.

Un atuendo con el que acaparó portadas, pero también levantó grandes críticas, pues su imagen hollywoodense contrastaba con el contenido de un viaje dirigido a poner acento en la miseria y el subdesarrollo. No faltaron comparaciones con Doña Sofía, que inauguró en 1997 estos periplos solidarios, desempeñando su papel impecablemente, ya que la ayuda humanitaria era para ella la faceta más estimulante de su tarea institucional. Hasta el punto de que le produjo gran disgusto tener que ceder este papel a Doña Letizia, según aseguran en su entorno.

Probablemente, para evitar polémicas frívolas, en el programa de Senegal se eliminaron los actos que requirieran etiqueta, y tampoco hubo grandes anécdotas como la protagonizada recientemente en México, cuando la Reina bailó con el cantante Taboo en la cena oficial de la cumbre contra el cáncer. Como mucho, algún selfie, como el que se hizo con un senegalés que se le acercó en el campus de la Universidad de Dakar.

SIN CENAS

Cuidado especial ha prestado a su indumentaria, por lo cual las tres jornadas que ha durado el viaje, Letizia ha optado por lucir vestidos reciclados, anodinos conjuntos de pantalón y blusa, escaso maquillaje y poca joya, salvo los discretos pendientes de estrellas de Chanel y otros de diminutos brillantes. En línea con este buscado perfil bajo, no hubo esta vez cena oficial con el presidente, Macky Sall, a quien no se le vio el pelo, siendo su esposa, la imponente Marieme Faye, quien hizo los honores a la Reina, que por cierto charló con ella en perfecto francés.

Ambas damas conectaron estupendamente, tanto que Letizia colmó a la senegalesa de elogios, comentando que es “encantadora, inteligente, cariñosa, comprometida y muy cómplice”. No en vano, estudio ingeniería electrónica en la Universidad de Dakar y ahora dirige una ONG, Servir a Senegal, que desarrolla una importante labor solidaria. Paradójicamente, en contraste con la forzada sobriedad de Letizia, la senegalesa ha hecho todo un alarde de marcas de lujo y sofisticados atuendos para alternar con su regia invitada: recibió a la Reina el lunes en el aeropuerto con una llamativa túnica roja y negra, bolso negro 2.55 de Chanel, de 6.000 euros, e importantes joyas, como un brazalete de oro y rubíes y un espectacular Rolex de oro rosa.

En contrapartida, Doña Letizia se bajó del avión con un sencillo vestido de punto en rayas blancas y negras de Hugo Boss, de 280 euros, que estrenó en un viaje a Canarias y con unas sandalias planas. Pero en Dakar lo acompañó de unos salones en charol negro de Magrit de alto tacón, que quizá se justificaba por la altura de la corpulenta primera dama, que sobrepasa el 1,80.

Una paradoja que se repitió el martes, en el almuerzo que Marieme Faye ofreció en honor de la Reina en el hotel Terou-Ki de Dakar. Un lujoso cinco estrellas con espectaculares vistas al mar, por cierto con una estrella más que en el que pernoctó la Reina, el Raddisson Blue, un moderno resort a las afueras de la capital. En la citada comida, la primera dama volvió a epatar con otro carísimo bolso Chanel en piel de serpiente blanco a juego con su inmaculada túnica. Por el contrario, Doña Letizia tripitió un sobrio vestido de Carolina Herrera verde con estampado floral a modo de corpiño, que llevó en su viaje a Japón con Don Felipe y en la visita a Madrid del presidente de Costa Rica, cuyo precio ronda los 300 euros.

UN SOLO VESTIDO CARO

No se cambió en toda la tarde, ni en el acto al que acudió en la sede de la Cruz Roja de Dakar, acompañada por Marieme Faye, donde se presentó un proyecto para la protección de derechos de las mujeres, ni tampoco en su posterior encuentro con la colectividad española en la Embajada.

Este sobrio Carolina Herrera fue el máximo nivel de sofisticación que se permitió Doña Letizia en los cinco conjuntos que lució en Senegal. La mañana de ese martes, antes del almuerzo oficial, había optado por un look de ejecutiva para su reunión con cooperantes y su posterior visita al Aula Cervantes en la Universidad de Dakar. Consistió en un traje pantalón color gris piedra de Hugo Boss, y una blusa de pata de gallo blanca y negra de Carolina Herrera que semejaba una corbata cuando se quitaba la chaqueta.

Sin embargo, fue en los dos días siguientes cuando Letizia sorprendió por lo minimal de su atuendo, sobre todo el miércoles cuando viajo a Zinguichor, en cuya universidad se presentó un plan de formación de agentes para erradicar la mutilación femenina, y visitó la granja de autocultivo Naatangué. Lejos de anteriores tentaciones por la línea Coronel Tapiocca o los toques animal print, llevaba una simple camisa suelta verde, un cómodo pantalón blanco y zapatos abotinados. Un look casi de ir a comprar el pan por lo anodino, que repitió al día siguiente, en el lago Rosa, cuando visitó un centro de acogida de niños y jóvenes.

Aquí la Reina casi daba imagen de novicia, con una blusa blanca suelta cuyas mangas cerraban en forma de lazo, pantalón gris y bailarinas planas, de la firma Hugo Boss. Conjunto que puso broche a una inédita Letizia que, lejos de impactar con sofisticadas indumentarias, como la minifalda de vértigo que lució recientemente en los premios Francisco Cerecedo, en Senegal ha acaparado esta vez titulares justo por lo contrario. “La llamativa ultradiscreción de Doña Letizia” o “El look de misionera de la Reina” son la prueba mas evidente.

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Escribí varios posts sobre el tema y nunca dije que justifico la práctica que es ilegal tanto en África como en Europa y esto es suficiente.
El hecho de que los padres llevan las hijas a sus países de origen para hacer la ablacion, en contra de la ley, deberían decirnos que es una tradición fuertemente arraigada (y que no tiene nada que ver con la sumisión de las mujeres), que no puede simplemente descartarse como 'barbarie'.
Creemos como occidentales de tener la primacía de la civilización. En realidad, tenemos miedo y nos protegemos dentro de nuestras fugaces certezas y nuestros juicios maniqueos y una voz fuera del coro de los lemas habituales ya nos molesta.

Toda acción que atenta contra la integridad física y psicológica de las personas no tiene justificación posible.
 
"Un look casi de ir a comprar el pan por lo anodino" dice Consuelo Font.
WOW!!
Dentro de tanto elogio flojo y trillado tira este misil de profundidad. Lo que me hace pensar que SABE que los elogios son flojos y trillados, más comunes que el pan. Je.
 
No ha ido la nani amiga ministra?:confused:

Ya es raro.:rolleyes:
La pobre ministra necesita unas vacas de vez en cuando, en este caso en un spa-detox porque de lo contrario tendría que solicitar la baja laboral por PTSD:depressed: La CR debió pensar que Senegal estaba en el quinto pino y que no siendo muy sofisti las probabilidades de que la Monarkka la pifiara eran mínimas:rolleyes:…inocentes:LOL:
 
Tradiciones que son perjudiciales para la salud siempre han estado en todas las latitudes, desde los pies atados de las mujeres japonesas a los corsés muy estrechos de nuestro siglo XVIII, que eran instrumentos de tortura y causaban desmayos, a las pelucas enormes y insalubres. Imagínense si los alienígenas hubieran venido a la corte del Rey Sol para decirnos que éramos primitivos y ignorantes y que, en cambio, podíamos usar jeans unisex en nombre de la igualdad entre hombre y mujer.
Aquí estamos nosotros como esos extraterrestres, viajamos a África para predicar la igualdad entre hombres y mujeres y reclamar satisfacción sexual femenina.
Muchas gracias ElenaC por compartir inteligentemente.
Los corsés además provocaban abortos, imagina el hoggog:inpain: De las pelucas leí una vez un detalle curioso, asquerosete pero curioso; resulta que las portadoras se ponían un collar con un saquito de hierbas entre los senos que atraía a los piojos y liendres de otras áreas corporales al norte y al sur del saquito…’nuff said:yuck:
 
No es una práctica impuesta por los hombres a las mujeres, es una cultura compartida, a menudo son las mujeres las que la practican a otras mujeres. El tema de la igualdad de género no está en su cultura, es nuestra batalla, haríamos bien en no mirar todo el mundo a través de este lente.

Yo tampoco creo en la supremacía de Occidente, pero me cuesta mucho trabajo pensar en que esta práctica surgió de común acuerdo entre los hombres y las mujeres en un tiempo ancestral. Me es más fácil imaginar que cuando se pasó de una cultura paleolítica a una neolítica con el descubrimiento de la agricultura...ese descubrimiento les permitió asentarse y dejar el nomadismo...Y así mientras los hombres tenían que seguir cazando, la mujer se quedaba en casa y había que garantizar su "fidelidad".

No hay que olvidar que el único órgano sexual cuya única función es dar placer es el clítoris y es femenino....Los genitales masculinos son además de reproductores y excretores; así que al cortarlo no sólo se garantiza la 'fidelidad', sino que se afianza el sentido de propiedad que justamente nace a partir de la agricultura. Con esa práctica se dice: esta mujer es mía...Lo siento, Oriane, y coincido en que hay que respetar y hacer un esfuerzo por entender otra cultura, pero eso de que 'la igualdad de género no está en su cultura'...pues tampoco está en la nuestra, y ha tenido que ser inculcada por la familia y las instituciones, incluida la ley....
 

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