Esta mujer es un despróposito y no sé cómo los asesores de Casa Real no la apartan de cualquier actividad exterior porque a cualquier sitio foráneo que va en representación de España nos deja a la altura del betún. Después del traje de presidiario de su llegada, acude al Instituto Cervantes con un traje blanco ceñido marcando su anatomía y después para la comida oficial se nos viste con un traje que más horrible no puede ser. En la mesa los demás comensales están hablando y ella en Babia porque el tema no va con ella. Da igual que tenga intérpretes o no porque ella ha ido a lucir el palmito y la labor humanitaria que realiza allí España le importa un bledo. Todavía no la he visto por ningún lugar donde se encuentren los cooperantes españoles que cada día están dejando sus fuerzas en ayudar a los menesterosos porque es allí adonde debe ir porque su aliento les animaría a seguir con sus tareas. Esta Reina Consorte no está para ir a ningún lado porque le falta calidez, interés y deseo de involucrarse en todo aquello que preocupa a miles de jóvenes españoles que realizan esas tareas humanitarias y en ocasiones en su ejecución sus vidas corren peligro. Pero ponerse en la piel de los otros y participar con ellos no está en su repertorio de obligaciones. Lo de ella es lucirse en vestidos que marquen su anatomía y toquetear a personas desconocidas a las cuales incomoda con ser tan directa. Pero que vamos a hacer: de donde no hay no se puede sacar. El Reino de España se desmembra y Leti solo piensa en sí misma y su avaricia.