No es que yo estudie italiano dando gritos, ni uso auriculares como sugería alguna prima. Es que los tabiques son de papel de fumar, nadie tiene la culpa, y las conversaciones, la tele, la música... a volumen normal se oyen en el otro piso sin problema. Por suerte tanto ellos como yo somos gente educada y tenemos cuidado con hacer ruido a deshoras. Siempre ha habido un pacto de no-agresión. De ahí que todavía me sorprenda más esta situación que cuento.
No creo que sea una venganza personal porque para todo lo demás somos muy respetuosos unos con otros, y no he tenido ningún problema con ellos, ni llamadas de atención por ningún motivo, ni nada. En estos meses solo me los he cruzado un par de veces en el portal. Hola y adiós.
Creo que sencillamente han descubierto lo mucho que les gusta chingar con público, y me utilizan sin pedirme permiso, ni importarles si para mí esta situación será agradable o no. Igual estoy revitalizando una relación que ya había caído en la rutina, y se agarran a este morbo como a un clavo ardiendo.
Pero claro, si la próxima vez que tengan a los suegros de visita para el café, me pongo yo a echar un polvo salvaje en mi dormitorio, pues igual les estoy creando una situación incómoda. O igual yo también le cojo el gusto, mira, y resulta que nos hacemos unos horarios de follisque que nos vayan bien a todos.