Ayer me quedé picueta con una situación que presencié. Tengo una compañera de trabajo que digamos que se llama Lucía. Da la casualidad de que su novio, Sergio, trabaja en la oficina de justo debajo de la nuestra, así que muchas veces se encuentran en la calle para tomar un cafe o fumar.
Sergio trabaja con su amigo de la infancia Alejandro, que de hecho fue quien le enchufó en la empresa. Como a veces me bajo con Lucía a tomar el café, a veces también se vienen Sergio y Alejandro.
Alejandro es un chico objetivamente guapo y un día se lo comenté a Lucía delante de Sergio. Pues ella, que es de esa gente que habla de más y no tiene filtro, me suelta:
-Yaaaa, si yo estuve enamoradísima de él mucho tiempo. De hecho yo a Sergio lo conocí de tanto ir detrás de Alejandro y acoplarme en su grupo de amigos. Lástima que a mí nunca me quiso y luego se echó novia, porque si no ahora estaría yo con él.
Y todo esto delante de su novio, primas. Yo me quedé con esta cara:

. Y su novio o no oyó, o hizo que no oía o sencillamente le daba igual. Os juro que me dio la sensación de que Lucía daba a entender que estaba con Sergio porque no había podido tener a Alejandro. Igual soy yo la mojigata, pero me pareció un poco fuerte.
Vamos, dice mi novio eso sobre otra chica delante de mí y ya le estoy poniendo oas maletas en la puerta. Y eso que no soy para nada celosa, pero todo tiene un límite.