¿Este, quizás?
El día que arreciaron los altibajos
Carmen Rigalt El Mundo
LETIZIA. Hizo bien el Príncipe al celebrar su cumpleaños en privado. La tarta estaba cargada de sorpresas, y no necesariamente gratas. Los altibajos (que no son «supuestos», pues la palabra está bendecida por la Casa Real) señalan en especial a la Princesa de Asturias, que no repara a la hora de hacerle públicamente reproches a su marido. Muchos matrimonios principescos tienen altibajos (y más que altibajos: auténticas montañas rusas) pero apenas trascienden. Quitando a Lady Di, que no disimulaba nada cuando ponía ojos de cordero degollado (con razón se la llevó por delante el escándalo), la mayoría de las parejas principales recurren al autocontrol. El Príncipe está más dotado para guardar las formas que la Princesa, de carácter más vehemente e incapaz de morderse la lengua en presencia de terceros. A lo mejor la sinceridad de Letizia es más auténtica que la contención del Príncipe, pero el efecto multiplicador de la rumorología es un arma letal. Se empieza diciendo que la Princesa va a conciertos indie y se termina afirmando que tiene un novio indio. Las consecuencias de las discusiones públicas son previsibles, mientras que las de los rumores con sordina, no. Para conocer el alcance de las escapadas de Letizia haría falta saber en qué almacenes londinenses compra. También haría falta saber qué papel representan algunos personajes de su entorno, como el cuñado Jaime del Burgo, buen conocedor del alma de la princesa, amén de enredador y ambicioso.
Lo copié de un post de Ouroboros en otro hilo, pero no sabía cómo traerlo directamente a este hilo, así que copié el texto.