Prima, yo creo que en este mundo de monarquías todos estábamos ilusionados con la historia de la Cenicienta. La chica del pueblo que se casaba con un príncipe guapísimo.
Pero oye, según lo que comenzamos a ver, esa chica que tuvo la enorme posibilidad de convertirse en alguien querido, no supo aprender su papel. En vez de adaptarse a un rol, para nada envidiable pero sí obligatorio en una reina, se puso el mundo por montera, se saltaba protocolos, hacía desprecios a instituciones como el ejército o las fuerzas armadas. En su convencimiento no le gustaban, de acuerdo, pero a mi me caen fatal clientes y por mi trabajo disimulo y no lo notan.
Empezó únicamente con una transformación física, con modelos exagerados y lucir palmito. Y no era una estrella.
No quiso aprender, y no conocía lo que era la monarquía ni aprendió. Solo los beneficios pero no las obligaciones.
Me viene a la cabeza Grace Kelly, americana y solo con ganas de ser princesa, pero ¡ cómo aprendió! Era perfecta, solemne, respetuosa, y guapa, pero sobretodo cercana.
LO perdió una oportunidad de ser adorada y nosotros, que le pagamos su sueldo, de ver una representación penosa y sin ganas. Ella iba a los actos a que la viesen, no a representar a una institución, retrógrada, pero es lo que le tocaba.
Ha sido ahora, a raíz de la historia de dB cuando curiosamente se le han suavizado facciones, pone interés y se hace más cercana. Pero ser reina, no es hacer buenos discursos únicamente.
El argumento de la envidia que tanto se usa en redes, sabe Dios si por consigna, no es real.
En serio y te lo dice una monárquica, una pena. Y también te digo, que no es ella sóla la culpable, si no quien la eligió para ese puesto, y quizá muy enamorado, no vio que era una mujer con una fuerte personalidad y que no se canalizó.
Saludos