machismo rancio y mucha envidia es lo que ha despertado L siempre.
Y mucha ira de clase. En tiempos del compromiso yo por trabajo andaba en círculos de gente "bien" de Madrid y lo que oí a esas muchachitas "bien" decir cuando salió lo de que se casaban está a la altura de cualquier conversación de bar de carretera de los años 60.
Indignadísimas porque a ellas siempre les habian dicho que con F no, que solo podian aspirar a estar en su círculo de amistades pero no a emparejarse, y había llegado esa cualquiera y se lo llevaba al altar... madre mía qué desfachatez. amarillas de la envidia y verdes de la bilis que les salía por todos lados.