Los Reyes Felipe y Letizia, y Juan Carlos I, se reúnen en el funeral de Alejandro Fernández de Araoz| Septiembre 9, 2024

Se ha dejado mucho durante los últimos años de matrimonio, le pasa a mucha gente, además, vivía en el campo, en el Soto de Mozanaque, la finca de su marido, Ioannes Osorio, duque de Alburquerque, entre otros muchos títulos y el matrimonio apenas salía, a excepción de los domingos por la mañana al Teatro Real, ya que tenían el abono de mañana, que es bastante más barato y las funciones son las mismas que por la noche.
La puntilla se la ha dado la sentencia de su divorcio, que la ha dejado "con una mano delante y otra detrás" ya que tenían separación de vienes y los hijos son mayores de edad y viven en el extranjero, así que no le han concedido pensión compensatoria, tampoco le han concedido compensación alguna por haber tenido la idea de rentabilizar la finca de Ioannes como lugar de celebración y eventos, convencer a su marido, que creía que la idea era un capricho de su mujer y poner en marcha el negocio que tantos beneficios da a su ex, ya que, por temas fiscales, ella figuraba como empleada de su marido, por lo que el juez consideró que era una mera empleada y no una socia y sólo le correspondía la liquidación por despido como a cualquier trabajador y no la mitad del negocio.
Tan en precario ha quedado que está viviendo en Somosaguas, en casa de su madre, la marquesa viuda de Tamarit y, según se rumorea, sale con un antiguo amor de juventud, Joaquín Güell, ex marido de Cayetana Álvarez de Toledo, aunque a mí me dicen que son sólo amigos.
Eso le ha pasado por fiarse de semejante personaje que es el exmarido. Mucho "don" y poco "din". Me da pena...
¿Porque se divorciaron?...
 
Mejor le hubiera valido "guardar" la lengua porque el divorcio la ha dejado en un estado lamentable. Las fotos dan a entender que no está nada bien en ningún aspecto de su vida...

Eso le aconsejaba mucha gente pero, cuando las cosas van mal...
Fíjate que a mí Ioannes me cae bien, pero con ella se ha portado fatal, fue ella la que levantó el negocio desde cero con las reticencias de su marido, convenció a Pascua Ortega, el interiorista, para que decorara los salones para eventos de la finca a un precio ventajoso y se encargaba de todo, de hecho, cuando se divorciaron, él tuvo que buscar una persona con experiencia para gestionar el negocio porque no tenía ni idea de cómo llevarlo.
 
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