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Mi historia con la ansiedad y la depresión empezó en el verano del 2017, hasta ese entonces yo era una adolescente que sólo bebía, fumaba porros y Tabaco y tenía una relación súper tóxica. A partir de San Juan, me empezó a doler mucho la barriga, fuí un dia a urgencias de ginecología y se ve que algo pasó con que al ovular, se escapaba sangre y tocaba el estómago y me dolía muchísimo. Recuerdo estar yendo hacía el curso de monitores que estaba haciendo y que me llamase una familiar ginecóloga diciendóme que qué hacía sin hacer reposo, que debía estar en cama al menos una semana. Entinces empezó todo, aproveché para dejar de fumar (no he vuelto a fumar nunca más), pero me costaba respirar y lo peor para mi es el pensar en respirar, cuando paso épocas con mucha angustía, me pienso que si yo no respiro me moriré (sé que suena a chorrada, pero lo paso realmente mal). Estuve estreñida muchos días y ese verano les hice pasar un suplicio a mis padres, subidas y bajadas del camping a casa, ir a hospitales de urgencia… el primero fué porqué me costaba muchísimo respirar y me dijeron que seguramente era ansiedad. Mi padre me intentaba ayudar haciéndome salir, pero me era imposible, me ahogaba. Todo el día en la habitación. Era curioso pensaba, tengo una família que me quiere, he entrado al grado superior que quiero, tengo buenas amistades, y ahí estaba mi error, buscar un orígen. Con los meses, con ayuda terapéutica, descubrí que todo venía de la muerte por sorpresa de mi abuelo que viví el año anterior, una época que no me comunicaba y solo salía de fiesta y con amigas.
A finales de agosto, continuaba igual y mi padre me llevó casi a rastras (y se lo agradezco) a urgencias de psiquiatría de la Ss. Solo entrar, me sentí escuchada, arropada y comprendida. Me dieron rivotril para poder dormir y me dijeron en unos días te llamara tu psiquiatra, pasó media hora y ya tenía cita para el dia siguiente con el psiquiatra. Y ahí empezó la lucha por ver qué medicamentos me iban bien, cuáles no… hasta que encontramos el que mejor me iba. Lo tomé durante unos años hasta que hablando con el psiquiatra, decidimos ir dejando la medicación, de forma progresiva, pero volví a los inicios. Me volvió a citar y me dijo que no pasaba Nada, que seguríamos con el mismo tratamiento y ya está. A su vez, a mi padre (bendito sea), se le ocurrió llevarme al médico de cabecera para ver qué eran esos dolores de barriga, ya que no eran normales. Solo os diré que mis heces eran tan extrañas, que un día llegué a cagar hojas y no eran de en ensalada ni nada, surrealista. Entonces me detectaron el Helycobacter pylori y por suerte después de todo el machaque de medicamentos, me curé.
Cabe decir que antes de ir de urgencias a psiquiatría, una amiga de mi padre me recomendó una psicóloga, la cuál no me ayudó nada. Todo lo achacaba a mi pareja tóxica, me decía que debía dejarlo, me mandaba ejercicios de mas***bación diciéndome que eso me serviría para calmarme, mientras tenía otras salidas que me servían, como poner cara a mi ansiedad, hablarle, etc. Os juro que yo era una alma en pena, y ella no fué capaz de decir hasta aquí, yo no puedo con una paciente tan deprimida, ya que no había mejoría. En lugar de derivarme o decirme mira Núria, mejor ve al psiquiatra, ella quería aumentar las citas. Cuando fuí a psiquiatría y le dije que me habían dado rivotril me dijo que le parecía fatal que hubiera ido a psiquiatría y que encima me recetasen esa medicina (cabe decir que ni le contesté).
Empecé el grado superior y pco a poco iba mejorando, aunque tenía alguna bajada. Pero con la cuarentena, todo fué a peor. Se revivió todo. El no salir, estar todo el día en casa, no saber qué pasará… cabe decir que soy una persona MUY HIPOCONDRÍACA y que le da mucho miedo no saber qué pasará mañana, y eso me trastocó bastante. Al final lo fuí llevando bien, hasta que empecé la universidad y todo bien. Pero a finales de primero de carrera, de un día para otro, empezó otra Vez la obsesión por pensar en respirar, a todas horas. Otra cita con el psiquiatra y decide cambiarme a la fluoxetina, la cual me sigo tomando a día de hoy. Entre esos meses, hubo otro intento de dejar la medicación, pero fué otro fracaso. Siempre he pensado que era mi propia cabeza que sabía que la dejaba y que no podría y me autosaboteaba.
Llevo con la Fluoxetina unos dos años y me ha ido y me va muy bien. En mayo del año pasado tuve otro bajón de ánimos, pero poco a poco fuí mejorando, ya que pedí la baja unos días en el trabajo, y fuí al camping con mi padre.
Este año entre la universidad, el trabajo y las prácticas (estudio educación infantil) me cogió otra vez la paranoia de pensar en respirar, hasta tal punto, que con 25 años que tengo, mi padre me tuvo que acompañar a las prácticas y algún día a la parada del autobús porqué cuando me pongo muy nerviosa, me suben los mocos y no paro de tener arcadas. Pero encontré una vía de escape, que era tener caramelos o un chicle en la boca, que me hacía estar más tranquila.
Tuve otra cita con el psiquiatra y yo estaba muy atormentada pensando que no podía estar sin pastillas y él mismo me dijo que igual que hay gente que se toma 4 pastillas al dia por X razones, que por yo tomarme la Fluoxetina y la del TDA no pasaba absolutamente nada. Decidí complementarlo con un psicólogo al que visitaba cada dos semanas (por horarios de la universidad y por el precio, ya que cada sesión cuesta 65 euros).
En mi última visita con el psicólogo, que fué el 21 de junio, le conté que a mi padre le habían detectado cáncer y que la cosa no iba muy bien. Tuve una charla muy buena con él, ya que soy una persona que quiere controlarlo todo, però no puede. En parte, si empecé a ir con el psicólogo, era por el Miedo irracional que tenía a perder a mis padres, ya que no me imaginaba una vida sin ellos. El pobre siempre me dice lo mismo, que a veces ni podemos controlar nuestra vida, como para poder controlar y saber lo que pasará con la de nuestros seres queridos. Desde entonces no he vuelto a tener cita con él, pero él tiene contacto con mi psiquiatra.
Casualmente, estando de baja otra Vez unos días a mediados de julio, tuve cita con el psiquiatra y solo entrar me derrumbé, ya que le conté todo lo de mi padre. Ya me habréis leído en otros dos hilos que he creado, cáncer de recto con metástasis en pulmones, higado, sacro y en las paredes del estómago. El pobre no daba crédito, casi llorando conmigo. Pero yo, como la ilusa que soy, le dije que seguro que iría todo bien, que le habían ofrecido un ensayo y que seguro que iría bien. Él, con todo el dolor del mundo, me dijo que si la oncóloga se había arriesgado a decir que a mí padre le quedaba uno o dos meses, poca cosa se podía hacer. Evidentemente, a pesar de ser psiquiatra, sabe mil veces más que yo sobre el tema y ahí ya fué cuando dije vale, esto es serio. Me comentó que debía vivir al máximo los días con mi padre, aprovecharlos y ser la família que él siempre había visto que éramos, una família de tres (mi Madre, mi padre y yo), muy unida, que nos queremos mucho y que debemos estar juntos hasta el final. Y así fué, este martes mi padre pidió la sedación y el miércoles nos dejó, acompañado por mi Madre y por mi, hasta el último momento.
El caso es que desde que le detectaron el càncer a mi padre, yo estaba todo el día pensando en el tema, sufriendo, y volví a tomar las gotas de rivotril, pero solo 5 al día. Lo hablé con el psiquiatra y me dijo que no pasaba absolutamente nada, que eso me ayudaría a estar medianamente bien respecto a la ansiedad. Cabe decir que el rivotril lo tomé unos meses cuando me detectaron la depresión y la dejé, cuando empecé la uni unos días y luego cuando he tenido algún bajón.
Siempre que he tenido bajones, han sido sin sentido, lloraba y estaba apática cuando lo tenía todo; estudio lo que me gusta, tengo un trabajo que me encanta, he hecho nuevas amistades en la universidad que me han demostrado más que otras en 10 años y tengo unos padres que me quieren con locura. Siempre me ha atormentado que a pesar de tenerlo todo, haya tenido momentos tan malos, pensando en gente que está mucho peor, y eso siempre me ha sabido fatal, porqué no me parece justo para la otra gente que yo esté mal por cuatro tonterías y ellos con mil batallas estén ahí trabajando y aguantando.
Como os he dicho, mi padre se fué el 14 de agosto, y desde entonces soy un mar de lágrimas, pero para nada, siento la ansiedad y el vacío que sentí cuando se fué mi abuelo el 2016 de forma repentina, después de haberse cursos de un cáncer hacía 7 años. Ahora lloro y lloro, pero hasta me siento mal porqué en el fondo estoy tranquila, y lo hablo con mi Madre y me dice que eso es porqué hemos tenido muy claro desde el principio que lo de mi padre era incurable, y hemos hablado tantas veces del tema. Yo me siento mal porqué quería pedir una excedencia y él me decía que ni de broma, que yo debía seguir con mi vida. Y me atormenta que él haya estado solo algunas tardes y yo trabajando. Hasta se fué con mi madre al camping hace menos de un mes y medio y por una parte mi padre me decía que no quería que yo viniese porqué quería estar a solas con mi madre (sabía que nunca más volvería) y por otra mi madre me decía mira que te lo dije. Me quedo con lo que me decía mi padre, que también necesitaba tiempo con ella.
Ellos dos tenían un vínculo muy especial, desde que salieron de la consulta la primera vez, se miraron y mi madre le dijo esto que tienes es muy chungo y mi padre le dijo: lo sé. Es verdad que a mí mi padre me lo pintaba con menos gravedad de lo que era, pero él sabía que si me decía la verdad del todo, yo me hundiría. Para que veáis como era de fuerte y sincero, que el miércoles pasado cuando el oncólogo le dijo que lo trasladaban al Pere Virgili a Cuidados Paliativos, él me llamó para decirme que le quedaban pocos días, y que teníamos que aprovecharlos al máximo para querernos y cuidarnos hasta que llegase su hora.
Me sorprendo a mi misma, porqué a pesar de estar triste y llorar, estoy tranquila, porqué mi padre nos lo ha puesto muy fácil. Nos ha dejado estar con él en todo momento, hemos conversado, hemos llorado y nos hemos querido hasta el último momento.
Y hasta aquí mi historia con la depresión y la ansiedad, con la cuál sigo batallando por épocas. Lo que mejor me ha ido en todo este proceso, es distraerme, andar, salir, y sobretodo, estar con amigas y el trabajo, ya que trabajo con niños y te curan el alma.
Perdonad por las faltas, soy catalana y el castellano no se me da tan bien.
A finales de agosto, continuaba igual y mi padre me llevó casi a rastras (y se lo agradezco) a urgencias de psiquiatría de la Ss. Solo entrar, me sentí escuchada, arropada y comprendida. Me dieron rivotril para poder dormir y me dijeron en unos días te llamara tu psiquiatra, pasó media hora y ya tenía cita para el dia siguiente con el psiquiatra. Y ahí empezó la lucha por ver qué medicamentos me iban bien, cuáles no… hasta que encontramos el que mejor me iba. Lo tomé durante unos años hasta que hablando con el psiquiatra, decidimos ir dejando la medicación, de forma progresiva, pero volví a los inicios. Me volvió a citar y me dijo que no pasaba Nada, que seguríamos con el mismo tratamiento y ya está. A su vez, a mi padre (bendito sea), se le ocurrió llevarme al médico de cabecera para ver qué eran esos dolores de barriga, ya que no eran normales. Solo os diré que mis heces eran tan extrañas, que un día llegué a cagar hojas y no eran de en ensalada ni nada, surrealista. Entonces me detectaron el Helycobacter pylori y por suerte después de todo el machaque de medicamentos, me curé.
Cabe decir que antes de ir de urgencias a psiquiatría, una amiga de mi padre me recomendó una psicóloga, la cuál no me ayudó nada. Todo lo achacaba a mi pareja tóxica, me decía que debía dejarlo, me mandaba ejercicios de mas***bación diciéndome que eso me serviría para calmarme, mientras tenía otras salidas que me servían, como poner cara a mi ansiedad, hablarle, etc. Os juro que yo era una alma en pena, y ella no fué capaz de decir hasta aquí, yo no puedo con una paciente tan deprimida, ya que no había mejoría. En lugar de derivarme o decirme mira Núria, mejor ve al psiquiatra, ella quería aumentar las citas. Cuando fuí a psiquiatría y le dije que me habían dado rivotril me dijo que le parecía fatal que hubiera ido a psiquiatría y que encima me recetasen esa medicina (cabe decir que ni le contesté).
Empecé el grado superior y pco a poco iba mejorando, aunque tenía alguna bajada. Pero con la cuarentena, todo fué a peor. Se revivió todo. El no salir, estar todo el día en casa, no saber qué pasará… cabe decir que soy una persona MUY HIPOCONDRÍACA y que le da mucho miedo no saber qué pasará mañana, y eso me trastocó bastante. Al final lo fuí llevando bien, hasta que empecé la universidad y todo bien. Pero a finales de primero de carrera, de un día para otro, empezó otra Vez la obsesión por pensar en respirar, a todas horas. Otra cita con el psiquiatra y decide cambiarme a la fluoxetina, la cual me sigo tomando a día de hoy. Entre esos meses, hubo otro intento de dejar la medicación, pero fué otro fracaso. Siempre he pensado que era mi propia cabeza que sabía que la dejaba y que no podría y me autosaboteaba.
Llevo con la Fluoxetina unos dos años y me ha ido y me va muy bien. En mayo del año pasado tuve otro bajón de ánimos, pero poco a poco fuí mejorando, ya que pedí la baja unos días en el trabajo, y fuí al camping con mi padre.
Este año entre la universidad, el trabajo y las prácticas (estudio educación infantil) me cogió otra vez la paranoia de pensar en respirar, hasta tal punto, que con 25 años que tengo, mi padre me tuvo que acompañar a las prácticas y algún día a la parada del autobús porqué cuando me pongo muy nerviosa, me suben los mocos y no paro de tener arcadas. Pero encontré una vía de escape, que era tener caramelos o un chicle en la boca, que me hacía estar más tranquila.
Tuve otra cita con el psiquiatra y yo estaba muy atormentada pensando que no podía estar sin pastillas y él mismo me dijo que igual que hay gente que se toma 4 pastillas al dia por X razones, que por yo tomarme la Fluoxetina y la del TDA no pasaba absolutamente nada. Decidí complementarlo con un psicólogo al que visitaba cada dos semanas (por horarios de la universidad y por el precio, ya que cada sesión cuesta 65 euros).
En mi última visita con el psicólogo, que fué el 21 de junio, le conté que a mi padre le habían detectado cáncer y que la cosa no iba muy bien. Tuve una charla muy buena con él, ya que soy una persona que quiere controlarlo todo, però no puede. En parte, si empecé a ir con el psicólogo, era por el Miedo irracional que tenía a perder a mis padres, ya que no me imaginaba una vida sin ellos. El pobre siempre me dice lo mismo, que a veces ni podemos controlar nuestra vida, como para poder controlar y saber lo que pasará con la de nuestros seres queridos. Desde entonces no he vuelto a tener cita con él, pero él tiene contacto con mi psiquiatra.
Casualmente, estando de baja otra Vez unos días a mediados de julio, tuve cita con el psiquiatra y solo entrar me derrumbé, ya que le conté todo lo de mi padre. Ya me habréis leído en otros dos hilos que he creado, cáncer de recto con metástasis en pulmones, higado, sacro y en las paredes del estómago. El pobre no daba crédito, casi llorando conmigo. Pero yo, como la ilusa que soy, le dije que seguro que iría todo bien, que le habían ofrecido un ensayo y que seguro que iría bien. Él, con todo el dolor del mundo, me dijo que si la oncóloga se había arriesgado a decir que a mí padre le quedaba uno o dos meses, poca cosa se podía hacer. Evidentemente, a pesar de ser psiquiatra, sabe mil veces más que yo sobre el tema y ahí ya fué cuando dije vale, esto es serio. Me comentó que debía vivir al máximo los días con mi padre, aprovecharlos y ser la família que él siempre había visto que éramos, una família de tres (mi Madre, mi padre y yo), muy unida, que nos queremos mucho y que debemos estar juntos hasta el final. Y así fué, este martes mi padre pidió la sedación y el miércoles nos dejó, acompañado por mi Madre y por mi, hasta el último momento.
El caso es que desde que le detectaron el càncer a mi padre, yo estaba todo el día pensando en el tema, sufriendo, y volví a tomar las gotas de rivotril, pero solo 5 al día. Lo hablé con el psiquiatra y me dijo que no pasaba absolutamente nada, que eso me ayudaría a estar medianamente bien respecto a la ansiedad. Cabe decir que el rivotril lo tomé unos meses cuando me detectaron la depresión y la dejé, cuando empecé la uni unos días y luego cuando he tenido algún bajón.
Siempre que he tenido bajones, han sido sin sentido, lloraba y estaba apática cuando lo tenía todo; estudio lo que me gusta, tengo un trabajo que me encanta, he hecho nuevas amistades en la universidad que me han demostrado más que otras en 10 años y tengo unos padres que me quieren con locura. Siempre me ha atormentado que a pesar de tenerlo todo, haya tenido momentos tan malos, pensando en gente que está mucho peor, y eso siempre me ha sabido fatal, porqué no me parece justo para la otra gente que yo esté mal por cuatro tonterías y ellos con mil batallas estén ahí trabajando y aguantando.
Como os he dicho, mi padre se fué el 14 de agosto, y desde entonces soy un mar de lágrimas, pero para nada, siento la ansiedad y el vacío que sentí cuando se fué mi abuelo el 2016 de forma repentina, después de haberse cursos de un cáncer hacía 7 años. Ahora lloro y lloro, pero hasta me siento mal porqué en el fondo estoy tranquila, y lo hablo con mi Madre y me dice que eso es porqué hemos tenido muy claro desde el principio que lo de mi padre era incurable, y hemos hablado tantas veces del tema. Yo me siento mal porqué quería pedir una excedencia y él me decía que ni de broma, que yo debía seguir con mi vida. Y me atormenta que él haya estado solo algunas tardes y yo trabajando. Hasta se fué con mi madre al camping hace menos de un mes y medio y por una parte mi padre me decía que no quería que yo viniese porqué quería estar a solas con mi madre (sabía que nunca más volvería) y por otra mi madre me decía mira que te lo dije. Me quedo con lo que me decía mi padre, que también necesitaba tiempo con ella.
Ellos dos tenían un vínculo muy especial, desde que salieron de la consulta la primera vez, se miraron y mi madre le dijo esto que tienes es muy chungo y mi padre le dijo: lo sé. Es verdad que a mí mi padre me lo pintaba con menos gravedad de lo que era, pero él sabía que si me decía la verdad del todo, yo me hundiría. Para que veáis como era de fuerte y sincero, que el miércoles pasado cuando el oncólogo le dijo que lo trasladaban al Pere Virgili a Cuidados Paliativos, él me llamó para decirme que le quedaban pocos días, y que teníamos que aprovecharlos al máximo para querernos y cuidarnos hasta que llegase su hora.
Me sorprendo a mi misma, porqué a pesar de estar triste y llorar, estoy tranquila, porqué mi padre nos lo ha puesto muy fácil. Nos ha dejado estar con él en todo momento, hemos conversado, hemos llorado y nos hemos querido hasta el último momento.
Y hasta aquí mi historia con la depresión y la ansiedad, con la cuál sigo batallando por épocas. Lo que mejor me ha ido en todo este proceso, es distraerme, andar, salir, y sobretodo, estar con amigas y el trabajo, ya que trabajo con niños y te curan el alma.
Perdonad por las faltas, soy catalana y el castellano no se me da tan bien.