Tu sarcasmo es entretenido, pero tu ironía apenas disimula lo profundamente que evitas enfrentar la realidad. Citaste muy convenientemente el caso extremo de un manipulador emocional para invalidar una verdad incómoda: muchas mujeres están atrapadas en patrones autodestructivos que no tienen que ver con la economía ni la vivienda, sino con una crisis existencial profunda, que surge precisamente por no entender ni aceptar al otro, en este caso, al hombre.
Ignorar o simplificar la realidad masculina es lo que os lleva a la desconexión profunda y al sufrimiento emocional, es gracioso leeros porque mucho de lo que denunciais como manipulación o abuso no es sino la proyección de vuestro propios conflictos internos ( en otro hilo me podria extender en esto que veo se os escapa) , un desplazamiento de vuestros miedos y frustraciones personales hacia una figura externa que resulta conveniente culpar.
Cuando dices irónicamente que "un hombre es más relevante que un techo sobre tu cabeza", evades la realidad antropológica y filosófica de que ninguna satisfacción material sustituye la necesidad inherente de conexión humana profunda y significativa. Esta ridicula guerra contra el hombre como enemigo es una batalla perdida, precisamente porque se ignora que la esencia humana es la interdependencia emocional y existencial entre géneros.
¿Y sobre las lesbianas? Interesante intento de reducción al absurdo, pero fallas al ignorar que las tasas de divorcio y problemas emocionales no discriminan por orientación sexual. La cuestión aquí no es a quién ames, sino cómo te relacionas, cómo asumes la responsabilidad de tu propia vida emocional. ¿Es tu sarcasmo sobre gatos y soltería el grito desesperado de quien prefiere culpar al exterior antes que mirarse honestamente por dentro? Posiblemente.
Lo que parece molestarte es que alguien te recuerde una verdad incómoda: que la felicidad no viene del aislamiento emocional disfrazado de independencia, sino del coraje de aceptar la complejidad humana, masculina y femenina por igual. No se trata de "un hombre que te ponga un piso", sino de aceptar que quizá esa soledad orgullosa, que escondes tras el humor ácido, sea precisamente el síntoma más revelador del profundo vacío existencial que ni los ansiolíticos ni la ironía pueden llenar.
Dicho esto, disfruta de tus gatos. Al menos ellos no te confrontarán con verdades incómodas.
Tendría que haberle confesado mi amor profundo y sincero en la segunda cita, haber buscado juntos en la tercera los nombres de nuestros tres hijos. Y la cuarta cita ya en casa de mis padres para hablar de los preparativos de la boda... Cachissealamar!! 
