Me gusta tener coche, me gusta la libertad que te da, pero no soporto gastarme dinero en el coche. Ayer, lunes, lluvia, frío, 18:30, recién salida del trabajo, voy felizmente a mi cochecito (que he cogido por la mañana sin ningún problema) para volver a casita y, ¡sorpresa!, la batería ha decidido que era el mejor momento para morirse. Con el día de lluvia supongo que habría muchas incidencias y sería todo muy caótico, 50 minutos esperando al de asistencia en carretera, me voy al taller y a esperar hasta las nueve que lo tienen listo. Llegué a casa casi a las nueve y media y con 200 pavos menos que me dolieron en el alma. Y eso que todo el mundo que me atendió fue muy amable. Que me llegó a topar con algún gilí y me vuelvo loca.