Es que ser heavy todos los días es deporte extremo. A una amiga casi le saca su novio un ojo porque la abrazó y casi la incrusta la cara en el collar de pinchos que llevaba. O el mítico momentazo que te vas a sentar en alguna silla y el gracioso de turno de tus amigos ha dejado ahí una muñequera o brazalete con púas... mejor te ahorro los detalles.Me acabas de recordar al heavy de mi clase, que cuando le mandaban salir al encerado se levantaba y se llevaba la silla con él porque se le había enganchado la cadena del pantalón
Vivimos al límite, rodeados de peligros autoimpuestos


