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Yo he vivido en una ciudad grande de España y no volvería a vivir en una gran urbe ni de coña, y menos aún si tuviera hijos (que no es mi caso). Llegó un punto en el que los precios de la vivienda, la masificación y el caos continuo estaban afectando a mi salud mental y decidí volverme a mi pueblo grande/ciudad pequeña, con precios asequibles, tranquilidad, playas, buena conexión con transportes, oferta cultural mediana tirando a baja pero de la que no hago uso (tampoco lo hacía en la ciudad), hospital público a 5 km, sin listas de espera para meter a tu hijo en el colegio que te dé la gana, con casi todo a una distancia caminable, etc.
Pero lo que peor llevo de las grandes urbes es la cantidad de gente que hay siempre en todos lados. A lo último era salir de trabajar y refugiarme en mi casa hasta el día siguiente porque era el único sitio donde no estaba rodeada por montones de personas (como en el transporte o en la calle).
Cuando venía a mi pueblo me suponía un shock poder ir por la calle sin ir esquivando a otras personas. Ahí fue cuando me dije que mi etapa de urbanita había llegado a su fin. Por no mencionar que con los precios actuales de haber seguido en la ciudad me hubiera visto obligada a dejar mi piso para compartir de nuevo o alquilar habitaciones, y no quiero volver a pasar por eso ni harta de vino.
Al final es cuestión de gustos, necesidades y personalidades.
Pero lo que peor llevo de las grandes urbes es la cantidad de gente que hay siempre en todos lados. A lo último era salir de trabajar y refugiarme en mi casa hasta el día siguiente porque era el único sitio donde no estaba rodeada por montones de personas (como en el transporte o en la calle).
Cuando venía a mi pueblo me suponía un shock poder ir por la calle sin ir esquivando a otras personas. Ahí fue cuando me dije que mi etapa de urbanita había llegado a su fin. Por no mencionar que con los precios actuales de haber seguido en la ciudad me hubiera visto obligada a dejar mi piso para compartir de nuevo o alquilar habitaciones, y no quiero volver a pasar por eso ni harta de vino.
Al final es cuestión de gustos, necesidades y personalidades.