Sé que tal vez vais a pensar que tengo preocupaciones muy bobas, pero llevo unos meses sintiéndome muy mal. Mi hija tiene ahora casi ocho años y hace tiempo que empiezo a percibir los cambios hacia una etapa mucho más madura, tanto físicos como de personalidad, como por ejemplo, está perdiendo los rasgos de niña pequeña, está más alta, es mucho más independiente y madura (vamos, los típicos cambios)... Está creciendo sana y feliz y es todo lo que le podría haber pedido a la vida porque nada me hace más feliz que criarla, y ver la persona en la que se está convirtiendo poco a poco me llena de muchísimo orgullo.
Sin embargo, a veces empiezo a mirar fotos de ella de cuando era un bebé, o de cuando tenía cinco años, y me entran muchas ganas de llorar porque ese bebé y esa niña pequeña ya no están. Nunca volverá a hablar como un bebé, nunca volverá a necesitar que la alimente, y nunca volverá a dormirse en mis brazos, porque ya ni siquiera cabe. Sé que sonará mal pero empiezo a vivir cada cambio de etapa como un pequeño duelo y me da miedo no centrarme en los momentos que vamos viviendo solo por estar pensando en que un día me despertaré y me daré cuenta de que su infancia ya habrá terminado y no podremos disfrutar más veces juntas de su infancia. Pienso que cualquier día de estos, por ejemplo, se enterará de que Papá Noel no existe, o dejará de querer darme la mano por la calle, más que nada porque son cosas que ya he visto en otras niñas de su edad. Nosotros en ese aspecto intentamos proteger mucho más su infancia para que no se adelante porque aún es una cría, pero soy consciente de que son cosas inminentes que en cosa de pocos años habrán pasado, y estoy afrontando aspectos naturales de su desarrollo con un poco de ansiedad. Igualmente me hace tremendamente feliz verla cambiar, superar obstáculos y crecer e incluso ahora disfruto más de ella que cuando era más pequeña, así que tengo una disonancia increíble a nivel emocional.
Lo he hablado con mi marido y él lo vive de otra forma, mucho más tranquilo, y siento que le tengo frito con este tema. Me cuesta encontrar a otras personas que se sientan como yo, y empiezo a pensar que me estoy volviendo loca. Solo quería desahogarme porque, aunque sé que no es un problema real y que todo está bien, el tema se me está haciendo bola.
Muchísimas gracias por leerme, primas
Sin embargo, a veces empiezo a mirar fotos de ella de cuando era un bebé, o de cuando tenía cinco años, y me entran muchas ganas de llorar porque ese bebé y esa niña pequeña ya no están. Nunca volverá a hablar como un bebé, nunca volverá a necesitar que la alimente, y nunca volverá a dormirse en mis brazos, porque ya ni siquiera cabe. Sé que sonará mal pero empiezo a vivir cada cambio de etapa como un pequeño duelo y me da miedo no centrarme en los momentos que vamos viviendo solo por estar pensando en que un día me despertaré y me daré cuenta de que su infancia ya habrá terminado y no podremos disfrutar más veces juntas de su infancia. Pienso que cualquier día de estos, por ejemplo, se enterará de que Papá Noel no existe, o dejará de querer darme la mano por la calle, más que nada porque son cosas que ya he visto en otras niñas de su edad. Nosotros en ese aspecto intentamos proteger mucho más su infancia para que no se adelante porque aún es una cría, pero soy consciente de que son cosas inminentes que en cosa de pocos años habrán pasado, y estoy afrontando aspectos naturales de su desarrollo con un poco de ansiedad. Igualmente me hace tremendamente feliz verla cambiar, superar obstáculos y crecer e incluso ahora disfruto más de ella que cuando era más pequeña, así que tengo una disonancia increíble a nivel emocional.
Lo he hablado con mi marido y él lo vive de otra forma, mucho más tranquilo, y siento que le tengo frito con este tema. Me cuesta encontrar a otras personas que se sientan como yo, y empiezo a pensar que me estoy volviendo loca. Solo quería desahogarme porque, aunque sé que no es un problema real y que todo está bien, el tema se me está haciendo bola.
Muchísimas gracias por leerme, primas
