Llevo unos días planteándome hasta qué punto la mirada externa (la cultura, validación y percepción social) controla nuestro propio concepto de felicidad, confianza, poder, suficiencia, etc. Agradezco no usar redes sociales, pero sigo sintiendo curiosidad por cómo sería vivir en una época donde todo estaba mucho más desconectado y era más lento. ¿Era más sencillo, menos frío, se sentía más satisfactorio, era más fácil estar presente? Ahora es casi automático disociar a la mínima que la rueda empieza a volver a pillar velocidad. Y resulta un tanto traumático cada vez que vuelves a la vida, por no hablar que estoy un poco saturada de notar a todo el mundo al borde de un brote neurótico (en el que me incluyo, claro AHJKSJK).
Te entiendo perfectamente, porque últimamente he estado en una lucha constante con la ansiedad. Cerré algunas de mis redes sociales porque me generaban una presión y un ruido mental que no sabía gestionar. Aun así, no he podido evitar reflexionar sobre lo que dices: cómo esa mirada externa, incluso cuando intentas desconectarte, sigue influyendo en cómo nos medimos a nosotros mismos.
A veces pienso en cómo sería vivir de una forma más simple, más a la antigua usanza, como dices, en un mundo menos saturado de información. Algo más al estilo "Dark Academia", pero sin lo turbio, solo con esa sensación de disfrutar de los pequeños rituales, los libros, las conversaciones cara a cara, el tiempo lento.
¿Era más sencillo? No lo sé, pero imagino que esa desconexión forzada hacía que la gente estuviera más presente, que valorara cosas más pequeñas porque no tenía tantas distracciones. Ahora parece que vivimos en una especie de "carrera invisible", y no hablo de la presión social de ir mirando al de al lado para ver si vamos bien o nos estamos quedando atrás.
Y lo de disociar… uff, es tal cual. A veces siento que ya no sabemos estar en pausa sin buscar algo que "hacer", que mirar o que consumir. Creo que el reto ahora no es solo desconectar de las redes, sino aprender a conectar con nosotros mismos y con el presente, algo que se nos ha vuelto extrañamente difícil.
En fin, no tengo una gran solución, aunque intento encontrar pequeñas anclas: escribir a mano, disfruta de la lectura, dejar el móvil olvidado a ratos, hacer meditación. Aunque, siendo sincera, la ansiedad a veces no se deja engañar y hace que hasta dormir sea un reto. Pero bueno, al menos seguimos reflexionando y buscando formas de vivir mejor, que eso ya es un paso, ¿no?