El viaje de cooperación de Letizia: la alargada sombra de Lady Di
Con motivo de la visita de la reina a Senegal analizamos el legado de la Princesa del Pueblo, la mujer que cambió para siempre la imagen de la realeza... y de su entrega a las causas humanitarias.
Por
Paloma Simón
12 de diciembre de 2017 / 17:33
Lectura: 4 minutos
Diana Spencer y Letizia Ortiz.
© Gtres
“¿Habría llegado a desarrollar todo su potencial como activista de causas humanitarias a escala mundial, como pareció apuntar con la última campaña que emprendió contra las minas anti personas, brillantemente llevada a cabo, o habría caído en el vagabundeo lujoso de cualquier princesa famosa indiferente a todo, como pareció apuntar con su postrer idilio con un coleccionista de aventuras como
Dodi Al Fayed?" La periodista
Tina Brown –quien, por cierto, acaba de publicar los diarios de su exitosa etapa al frente de la edición estadounidense de
Vanity Fair– se interrogaba sobre el hipotético futuro de
Lady Di en agosto de 2007.
La periodista lo hacía en un artículo publicado en el diario
El Mundo a propósito del décimo aniversario de la muerte de la princesa de Gales. En el texto revelaba que
Diana planeaba profesionalizar su labor humanitaria y hasta sopesaba presentar una serie de documentales sobre el tema en la BBC. Brown recordaba también cómo ciertos gestos de Lady Di, del abrazo a un niño de siete años enfermo de Sida en 1987 a su periplo por los campos de minas de Angola ese mismo año, y pocos meses antes de morir, “demostró el poder latente del concepto tradicional de la generosidad regia, esto es, que
el drama de perfiles humanitarios podía conectarse con el sistema nervioso electrónico de los medios de comunicación de todo el mundo”.
Veinte años después de su muerte es indudable que Diana de Gales cambió la percepción de la monarquía en el imaginario popular.
Sin ella, no se entendería el interés mediático en los baños de masas de Máxima de Holanda en Indonesia o las visitas de Rania de Jordania a los campos de refugiados palestinos. O en el viaje de cooperación de
la reina Letizia a Senegal.
Esta semana, la reina se ha deplazado al país africano donde, como anunciaba la Casa Real, “está conociendo los distintos proyectos desarrollados por la Cooperación Española en Dakar y en la ciudad de Ziguinchor, en la provincia sur de Casamance”. La ha recibido la primera dama del país,
Mareme Faye.
En su recorrido está visitando, entre otros lugares, el Aula Cervantes del Campus de la Universidad Cheikh Anta Diop de Dakar (Senegal es el décimo país del mundo con más estudiantes de español, 200.000), una Asociación de Mujeres Juristas, la Sede de la Cruz Roja o una comunidad de granjas agroecológicas.
Es su segundo viaje de estas características. En mayo de 2015 Su Majestad se desplazó a Honduras y El Salvador. Además de Lady Di,
doña Letizia tiene un importante precedente en estos asuntos: doña Sofía, que dejó los viajes de cooperación en 2014 después de casi 30 años realizándolos. Como ha reconocido en alguna ocasión, es de las pocas cosas que echa de menos de su etapa como reina.
Diana de Gales en Angola. © Gtres
Aunque doña Letizia abrazó hace tiempo causas tan diversas como la educación, la alimentación saludable o las enfermedades raras, es cierto que noticias como el último modisto que ha incorporado a su guardarropa o la tabla de ejercicios que le permite lucir unos brazos bien torneados suscitan más interés que, digamos, su campaña a favor del uso de protector solar o en contra del tabaquismo. En este sentido parece que la reina es víctima de lo que
Suzy Menkes llama
El desastroso legado de Diana.
Ese es el título del polémico artículo que Menkes, editora internacional de
Vogue, publicó en 2014. La historia, que arrancaba con el ejemplo de
doña Letizia, lamentaba cómo la nueva generación de princesas europeas “elegantes, inteligentes, que se han casado por amor, no por su sangre azul, estén destinadas a ser poco menos que floreros”.
La periodista de moda “culpaba” a Lady Di quien dejó un legado envenenado, cimentado principalmente en su vestuario, que evolucionó del de una tímida niñera de la nobleza rural británica al de celebridad de rompe y rasga enfundada en llamativos vestidos de Versace.
Letizia Ortiz ayer en Senegal junto a la Primera Dama. © Gtres
Fue precisamente en sus viajes humanitarios donde Lady Di ofreció algunas de sus imágenes más simbólicas. Por ejemplo en Angola, en un viaje de la Cruz Roja en 1997, donde, ataviada con una sencilla camisa vaquera sin mangas y un par de pantalones de algodón, se fotografíó con una víctima de las minas antipersona, un niño que ha perdido una pierna.
La imagen hizo historia, hasta el punto de que el biopic sobre su vida que, protagonizado por la actriz australiana Naomi Watts, se estrenó en 2013, reprodujo la escena al milímetro.
Siete meses después de esa foto Diana murió en un accidente de coche en París y pasó a a la posteridad como la Princesa del Pueblo. Su estilo aún ejerce una notable influencia entre la realeza contemporánea. Un influjo que alcanza, en primer lugar, a su nuera. Cada vez que la duquesa de Cambridge acude a un acto oficial los medios se apresuran a buscar sus hipotéticas similitudes con Lady Di, del largo del vestido a las joyas escogidas para la ocasión. Una sombra tan alargada que alcanza hasta a la reina de España.
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