Ay, pri. En mi caso, creo que lo que me está dando algo de “paz” es aceptar que, con la persona a la que me siento unida (por cuestiones que escapan a nuestro entendimiento), es imposible que tengamos nada más allá de amistad. Ambos somos conscientes de que tenemos un “algo” que nos ata. Es recíproco. Lo hemos hablado.
Hemos llegado a la conclusión de que vamos a estar conectados siempre y deseamos que ambos seamos felices (aunque nuestras vidas vayan por diferentes caminos).
Si hubo un momento en el que pudo ser, y no funcionó por cuestiones que escapaban de nuestras manos, ya no será. Nuestra historia se alarga desde hace décadas (fue flechazo absoluto) y seguramente seguirá infinito. Siempre nos hemos tenido presentes en el pensamiento (incluso durante los años que pasamos en contacto cero). Hay tanto que nos une y no sabemos el por qué.
Es otra clase de amor, que trasciende lo convencional, lo romántico, lo establecido… Sabemos que estamos unidos pero que no podemos estar juntos. Duele pero es bonito.
En cuanto a las antigüedades, opino igual. No me gusta tener cosas que no sé qué energías/historias tiene. Cosas familiares sí, porque tienen una carga emocional significativa para mí. Pero de desconocidos, no me atraen en absoluto.