Aparcar en una calle cercana a casa porque pensábamos que teníamos que usar el coche más tarde (en vez de meterlo en el garaje), y acordarnos unos días después, con la correspondiente multa de los operarios de la O.R.A.
Liarme tanto con las direcciones (incluso con el GPS del móvil), que al final, llevar un rato yendo en dirección contraria convencida de la vida de que voy bien.
Llamar a las cosas con nombres inventados, pensando una cosa, querer decir otra (estilo voy a por peras, cuando quiero decir, voy a por el correo, por estar pensando en comprar fruta el rato antes). Los llamo "fallos de la matrix" mentales.
Afortunadamente, el costillo, me suele entender. Son muchos años.