cosas en las que nos refugiamos en los días de bajona

De siempre me ha pasado que cuando tengo bajón solo quiero dormir. También hago otras cosas como retroalimentarme, provocándome ansiedad (llevo meses lidiando con ella). Otras veces me pongo a ver fotos, vídeos, etc. Según me dé. Pero sí, mía acciones estrella son retroalimentarme para hundirme más y dormir.
 
en la novela 'los renglones torcidos de dios', había un pasaje que venía a decir que conciliar el sueño era más fácil después de un disgusto que después de un triunfo, porque en el primer caso la mente tenía sus mecanismos de defensa... a veces se cumple, a veces no.

“¡Qué difícil le fue a Alice Gould conciliar el sueño aquella noche! Entre los muchos motivos que, por lo común, alteran el necesario descanso de los hombres hay dos que destacan sobre los demás: la depresión de un gran fracaso y la exaltación de un gran éxito. Para el primero, la naturaleza posee numerosos antídotos: el cerebro colabora con la voluntad para tender una sutil capa de humo que acaba ocultando el recuerdo del descalabro sufrido. Y tarde o temprano el sueño llega como una oportuna medicina. Pero cuando la alteración viene producida por el éxito, ni la voluntad se presta a tender esa protección ni el entendimiento colabora a ello. Ambos a una, quieren regodearse con la satisfacción recibida, desean gozar con su recuerdo; se niegan a perder el más mínimo detalle y gustan volver una y otra vez al motivo de su contento”.
 
en la novela 'los renglones torcidos de dios', había un pasaje que venía a decir que conciliar el sueño era más fácil después de un disgusto que después de un triunfo, porque en el primer caso la mente tenía sus mecanismos de defensa... a veces se cumple, a veces no.

“¡Qué difícil le fue a Alice Gould conciliar el sueño aquella noche! Entre los muchos motivos que, por lo común, alteran el necesario descanso de los hombres hay dos que destacan sobre los demás: la depresión de un gran fracaso y la exaltación de un gran éxito. Para el primero, la naturaleza posee numerosos antídotos: el cerebro colabora con la voluntad para tender una sutil capa de humo que acaba ocultando el recuerdo del descalabro sufrido. Y tarde o temprano el sueño llega como una oportuna medicina. Pero cuando la alteración viene producida por el éxito, ni la voluntad se presta a tender esa protección ni el entendimiento colabora a ello. Ambos a una, quieren regodearse con la satisfacción recibida, desean gozar con su recuerdo; se niegan a perder el más mínimo detalle y gustan volver una y otra vez al motivo de su contento”.
Yo hoy ni con medicación.
 

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