Tengo 55 años y vivo en pareja estable desde hace 7. Antes, estuve casada y he tenido otras parejas con las cuales no llegué a convivir de manera estable. Bien, yo era de las que decía (cuando era joven) que nunca, nunca, nunca, jamás de los jamases, conviviría con un fumador. Pues mi pareja actual es fumador empedernido. Lo que ha pasado es que, a esta edad, ya eso me da bastante igual y hay otros aspectos que priman y puntúan muy por encima de su nefasto hábito como es que nos llevamos muy bien y somos compatibles. Tengo a mi lado a un gran compañero de vida, una estupenda persona, cariñoso, detallista y que me quiere de verdad. Eso sí, él fuma siempre en la calle o en el balcón. Odio el olor a tabaco, el humo y ver el cenicero con las colillas en la mesa del balcón (que siempre que se acuerda, las tira, pero a veces, ahí están). De todos modos, hay muchos vecinos que fuman en este edificio, y en verano, con las ventanas abiertas, siempre se cuela el olor a tabaco. Así que aunque él no fumase, estaría oliendo a tabaco en verano igualmente.
Eso sí, siempre ha habido algo peor para mí que fumar, y es un hombre que habla por los codos. Y no sé qué tengo, que parece que los atraigo: mi exmarido era/es muy hablador hasta el punto de cansarme y agotarme y quizás fue una de las razones por las que terminé con él a los 11 años de estar juntos, por superficial o banal que parezca. Llegó un momento en que la convivencia se me hizo muy cuesta arriba, difícil e incómoda porque era no parar de charlar ni un segundo. Da igual que intentase decírselo, era su personalidad y era superior a él. Era un buen hombre y me quería, pero se me hizo insoportable y no aguanté más.
Y mi actual pareja no llega a esos extremos pero también habla mucho y es mucho más sociable que yo y, a veces, también me agobia, ya que soy más bien callada y me gusta estar casi siempre en silencio. Que nada más levantarme por la mañana, aún no despierta del todo, ya me estén dando la turra mientras desayuno, es algo que me irrita bastante. O querer disfrutar del paisaje en silencio y no hay manera porque el otro tiene que estar dale que te pego comentando las tonterías más peregrinas, me pone de mal humor. En fin, lo llevo con paciencia y resignación porque, como digo, merece la pena, globlamente me compensa y estoy a gusto, le quiero profundamente y él también aguanta (y sin quejarse) todos mis defectos, que son muchos. Ya vamos los dos camino de los 60, y a esta edad, se prima lo verdaderamente importante: estar unidos ante los embites de la vida. Y en eso somos uno.
Ahora, si me quedara sola y volviera a vivir en pareja (que no lo creo), un hombre hablador... salgo corriendo sin mirar atrás.
