Mujeres no, conozco dos hombres.
En el primer caso, no lo pensábamos, era un noviazgo normal, de edades parecidas, el técnico de ambulancias y ella médico. Él había sido un poco picaflor pero parecía haber sentado la cabeza y ella es muy tímida y un pelín acomplejadilla por cosas físicas pero una belleza de persona. Se casan y en la barra libre de la boda se coge una curda importante y con sus amigos, pero con un conocido nuestro que tenía la oreja pegada, fanfarronea sobre el braguetazo que acaba de dar porque “aunque la chica es feucha los padres tienen pasta para aburrir y ella gana bastante, además, con las guardias tendrá tiempo para el mismo”.
Otro es un extranjero que vino a España con la firme idea de cazar una mujer con pasta y dedicarse a vivir de ella pero también por ella. No trabaja pero hace absolutamente de todo: la lleva, la trae, la casa, cocina,... pero no como
un matrimonio si no como un asistente. Ella es sincera y dice que desde el principio quedaron así, que ella le mantenía y él le hacía la vida más fácil, que sentimientos no hay pero que para un “de vez en cuando” se buscan y se encuentran.